Estas evidencias están basadas únicamente en modelos matemáticos y simulaciones por ordenador, por lo que, de momento, la existencia de este planeta en nuestro Sistema Solar no deja de ser únicamente una teoría.
¿En qué se basan para justificar esta existencia?
Al estudiar las órbitas de algunos objetos situados en el Cinturón de Kuiper, se encontraron con que algunos de ellos mostraban unas perturbaciones en sus órbitas. La gravedad de un planeta orbitando más allá de Plutón justifica esas anomalías, al menos en la teoría.
¿Cómo sería ese planeta y dónde estaría situado?
El planeta tendría una masa 10 veces superior a la de la Tierra.
Su órbita sería bastante extraña y alargada, y lo situaría 20 veces más lejos del Sol que Neptuno, por lo que tardaría entre 10.000 y 20.000 años en dar una vuelta completa al Sol.
Y ahora, ¿qué?
Pues ahora hay que pasar de la teoría a la práctica, y buscar una observación directa del planeta.
Varios de los telescopios más potentes del mundo buscarán al Planeta Nueve en su órbita prevista, aunque la tarea no es fácil ya que este planeta se encontraría tan lejos que apenas reflejaría la luz del Sol.
Si la observación confirmase su existencia, pasaría a ocupar la novena posición que quedó libre cuando Plutón fue desterrado, ya que el tamaño estimado de este nuevo objeto no dejaría lugar a dudas sobre su titularidad dentro del grupo de “los mayores”.