El pasado 10 de abril, la comunidad científica gallega y el mundo de la oceanografía despidieron a Valentín Trujillo Gorbea, exdirector del Centro Oceanográfico de Vigo y figura clave en la investigación marina. Fallecido a los 66 años, Trujillo deja tras de sí una trayectoria marcada por su dedicación a la conservación de los ecosistemas marinos, su excelencia investigadora y una calidad humana que le valió el cariño y respeto de colegas y amigos. Su legado, centrado en el respeto a la naturaleza y la gestión sostenible de los recursos pesqueros, seguirá inspirando a generaciones futuras.
Una vida dedicada al estudio del mar
Nacido en Portugalete en 1958, Valentín Trujillo se licenció y graduó en Ciencias Biológicas por la Universidad de Santiago de Compostela en 1985, especializándose en Biología Molecular. Tras un breve paso por el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (IIM-CSIC), se incorporó en 1988 al Instituto Español de Oceanografía (IEO), donde desarrolló una carrera prolífica. Inicialmente vinculado al Programa de Investigación sobre Pesquerías Lejanas, logró una plaza por oposición en el programa del Área del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), donde destacó como un referente internacional.
Su trabajo se centró en el análisis de stocks de especies demersales, especialmente la merluza, y en el seguimiento de la actividad pesquera. Como investigador principal del Equipo de Modelado y Análisis de Sistemas del IEO, Trujillo participó en 22 campañas de investigación en el mar y en numerosos proyectos financiados por el IEO y la Unión Europea. Su expertise en el desarrollo de modelos matemáticos para evaluar la dinámica de poblaciones explotadas permitió establecer criterios científicos para una gestión pesquera sostenible, un aporte fundamental en un contexto de creciente presión sobre los recursos marinos.
Liderazgo al frente del Centro Oceanográfico de Vigo
Entre 2008 y 2015, Trujillo asumió la dirección del Centro Oceanográfico de Vigo, un período en el que lideró a un equipo de hasta 186 profesionales, incluyendo investigadores, personal técnico y tripulantes de buques oceanográficos. Bajo su mandato, el centro consolidó su prestigio como referente en la investigación marina, enfocándose en áreas como la sostenibilidad pesquera, la acuicultura y la protección del medio marino. Su visión estratégica fortaleció las relaciones con instituciones clave, como el Puerto de Vigo, el CETMAR, el Museo do Mar, la Zona Franca y el Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia, así como con universidades gallegas y del norte de Portugal.
Trujillo también representó a España en comités internacionales de gestión pesquera, destacando como coordinador del ICES para la evaluación de stocks de merluza y presidente de su Grupo Internacional de Trabajo. Su capacidad para tender puentes entre la ciencia y la gestión administrativa fue crucial para posicionar a Vigo como un nodo de referencia en la oceanografía europea.
Un compromiso con la ciencia y la sociedad
Más allá de sus logros técnicos, Valentín Trujillo se distinguió por su profunda convicción en el papel de la ciencia para transformar la sociedad. En sus propias palabras, su principal motivación era “contribuir a que la sociedad tome conciencia de la importancia de la ciencia y del mar, entendido desde las perspectivas históricas, culturales, racionales y también, por qué no, éticas y estéticas”. Para él, el Centro Oceanográfico de Vigo tenía la misión de “velar por el respeto a la naturaleza” y promover “la mesura en la utilización de sus recursos”, un mensaje que resonó en sus numerosos seminarios, publicaciones y charlas.
Su labor pedagógica fue otro pilar de su trayectoria. Trujillo era conocido por su generosidad y disposición a ayudar a colegas, siempre dispuesto a resolver problemas de manera desinteresada. Esta calidad humana, sumada a su rigor científico, le valió el reconocimiento de la comunidad investigadora. Como expresó Jose Antonio Fernández Bouzas, director del Parque Nacional das Illas Atlánticas, “Valentín era una gran persona, siempre con una sonrisa”, cuya pasión por el mar seguirá inspirando a quienes lo conocieron.
Un legado imborrable
El Instituto Español de Oceanografía lamentó profundamente su pérdida, destacando tanto su contribución científica como su calidez personal. A través de un comunicado, la institución recordó su compromiso con la sostenibilidad y su visión integral del mar como un recurso cultural, histórico y ético. Sus estudios sobre la dinámica de poblaciones pesqueras y su trabajo en la gestión de bases de datos y técnicas estadísticas han dejado una huella duradera en la oceanografía moderna.
La comunidad científica y los ciudadanos de Vigo, una ciudad que Trujillo ayudó a posicionar en el mapa de la investigación marina, sienten hoy el vacío de su ausencia. Sin embargo, su legado perdura en los ecosistemas marinos que ayudó a proteger, en los profesionales que formó y en la conciencia colectiva sobre la importancia de cuidar los océanos. Como él mismo diría, el mar seguirá siendo un espacio para estudiar, admirar y preservar, un desafío que su trabajo ha ayudado a encarar con mayor conocimiento y responsabilidad.