“Mis padres lo llevan peor que yo, están preocupados y los intento calmar. Yo estoy bien”. Irene Soler es natural de Mos, tiene solo 21 años y está viviendo la gran experiencia (inesperada) de su vida. Ella mismo escogió la ciudad de Sassari, la población más grande del noroeste de Cerdeña con casi 130.000 habitantes, para acabar sus estudios de Turismo que cursa en la Universidad de Valencia.
Atiende a VIGOÉ para narrar en primera persona cómo es su día a día, atrapada en un piso en el que sus compañeras, varias de ellas de Turín, regresaron a sus casas en los primeros días de confinamiento. “Intenté volver, pero era todo un caos”, explica.
Irene llegó a la isla italiana en enero. Cursa cuarto y último curso de Turismo y necesitaba completar lo segundo cuatrimestre con unas prácticas. Ella misma se buscó una empresa (“Travel Motus”), pero estuvo solo un mes trabajando en la oficina. “Primero paralizaron las prácticas a finales de febrero, fue todo muy confuso y la gente reaccionó muy rápido, nunca pensé que iba a llegar a este nivel”, afirma.
Los intentos por regresar a España fueron en vano. Primero se cerraron los enlaces desde Italia, por lo que se sacó un billete a Oporto, pero Ryanair también se lo canceló al tomar la misma medida en Portugal. La única opción que le quedaba era el ferry, pero tras hablar con su familia, llegaron a la conclusión de que corría más peligro en un hipotético viaje hasta Vigo, pasando por Barcelona y Madrid. “Lo más seguro es esperar”, confirma.
A día de hoy la isla mediteránea presenta pocos casos de coronavirus en relación a las regiones del norte del país más afectadas. Así, en toda Cerdeña hay declarados 874 positivos y han fallecido 41 personas.
“Mis padres lo llevan peor que yo, están preocupados y los intento calmar. Yo estoy bien”
Tras más de un mes confinada en su piso ya se ha acostumbrado. “Estoy muy bien, la gente desde el primer momento ofreció ayuda y nos damos ánimos”, explica. Al igual que en España solo están abiertos los servicios esenciales y las únicas salidas de casa son para hacer la compra. Su experiencia en Cerdeña es que los italianos cumplen con las normas impuestas. “Aquí se lleva muy a rajatabla, no ve a gente por la calle”, explica.
Respecto a la mejoría que se ha registrado en los últimos días, Irene apunta que “no hay certeza de nada” y señala que ahora mismo se habla de mediados de mayo como fecha para poder acabar con el confinamiento. “Yo no sé qué creer, al principio nadie entendía nada, antes pensaba que esto iba a durar menos, pero viendo esto ya no sé”, explica.
Tampoco ha planificado su regreso a España ni quiere pensar mucho en ello mientras no se aclare un poco más el horizonte. “En cuanto vea una opción posible lo intentaré, pero desde luego no quiero convertirlo en una odisea”, asegura.
Ahora aprovecha el tiempo para estudiar y realizar tareas que le envían para que no pierda el curso. Con buen humor y animada, explica que mantiene el contacto con su familia y sus amigos. “Ya queda menos”.