Juan Padín, patrón del Villa de Pitanxo que a los 16 años ya había sufrido un naufragio; su sobrino Eduardo Rial y el marinero ghanés Samuel Kwesi, los únicos pescadores que sobrevivieron al hundimiento del malogrado arrastrero ‘Villa de Pitanxo’ en la zona de los grandes bancos de Terranova aterrizaron en Compostela abatidos.
Con ropa de abrigo y una mochila sobre la espalda de cada uno, los tres fueron saludados pasada la medianoche por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de riguroso luto. Y, de manera individual, han mantenido charlas con el dirigente socialista, muy breves, porque como han contado allegados suyos a Efe, todos se encuentran exhaustos.
Ellos, Juan, Edu y Samuel, han bregado con éxito, pues han puesto a salvo sus vidas, contra la adversidad; contra un fallo en el motor principal y el embate del mar, pero su hazaña no han podido replicarla otros y han perdido a 21 compañeros. Saben que el mar ha devuelto los cuerpos de nueve de los suyos. Y que ahora les faltan doce.
Cinco de los cadáveres han sido transportados en el mismo Airbus A400 del Ejército del Aire que salió de Canadá y aterrizó a medianoche en Santiago de Compostela, en un vuelo directo. El recibimiento en el aeródromo militar, que está situado junto al aeropuerto compostelano, no ha sido abierto a la prensa. Con carácter posterior se ha divulgado material gráfico.
En el exterior de ese hangar, en las dos rotondas más cercanas, sí ha habido hileras de fotógrafos, de cámaras de televisión, y decenas de redactores, tanto de medios españoles como lusos.
Pedro Sánchez acompañó unos pasos, hasta subirse a sus vehículos, en esta gélida madrugada del 22 de febrero, a las personas que a buen seguro estos días habrán de contar con todo el detalle que puedan qué ocurrió en los caladeros de NAFO para que el océano engullese un barco de gran envergadura en cuestión de unos minutos y sin apenas margen de reacción. Cualquier detalle, cualquier comprobación, aportará luz. Todo se andará.
Por lo de pronto, también el jefe del Ejecutivo se reunió con los familiares de los 12 desaparecidos, arropados por parientes de las 9 personas cuyos cuerpos sí devolvió el mar. Les prometió, aunque sin plazos, hacer todo lo posible para retomar la búsqueda y decidieron darle un voto de confianza.
Todos los damnificados, porque todos son víctimas, han coincidido en Lavacolla. Y todos volverán a verse más de una vez, porque después de un naufragio, viene lo que se llama el post-naufragio, con las investigaciones por medio, la necesidad de respuestas, y los calvarios burocráticos.