El «Playa de Menduiña Dos» llegó este domingo a Cangas tras cerrar su marea más dura. El pesquero entre en puerto a las 12:15 horas entre los aplausos de muchos vecinos y un gran número de familiares de las víctimas del «Villa de Pitanxo», hundido en aguas de Terranova el pasado mes de febrero.
A su entrada también esperaban agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Pontevedra. La investigación del hundimiento todavía sigue su curso y a bordo del arrastrero llegaban también las dos balsas salvavidas recogidas a las pocas horas de la tragedia. En una de ellas fueron localizados los tres supervivientes, mientras que la otra se encontraba vacía. Además, el barco participó en los días posteriores en el rastreo de la zona del naufragio.
La tragedia ocurrió el 14 de febrero y cinco días después entraban al puerto de San Juan de Terranova a bordo del pesquero «Playa de Menduiña» dos los tres supervivientes y siete de los nueve marineros fallecidos en el naufragio del Villa de Pitanxo. Todavía hay doce desaparecidos.
Investigación
La Audiencia Nacional decidió abrir diligencias penales tras la declaración del marinero ghanés Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes, ante la Guardia Civil y ante la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM).
Su testimonio contradice la versión oficial que ofreció la casa armadora sobre el hundimiento. Basándose en el testimonio aportado por el patrón del barco, explicó en su momento que el buque sufrió una “repentina parada del motor principal” durante una maniobra de virada que dejó al arrastrero “sin propulsión ni gobierno” y expuesto al viento y al oleaje. Debido a este fallo en el motor, sostienen los dueños del barco, los golpes de mar “escoraron y hundieron” el pesquero en cuestión de minutos.
Samuel Kwesi, sin embargo, afirmó en su declaración que los tripulantes del ‘Villa de Pitanxo’ pidieron a gritos al patrón que arriara los cables del barco, una maniobra que podría haber evitado el naufragio.
Además, reveló que el patrón no dio señal de abandono del buque ni ordenó a la tripulación que se colocase los trajes de supervivencia, vestimenta que finalmente solo se habrían puesto el propio patrón y su sobrino, los otros dos supervivientes.