Y ese momento merece celebrarlo por todo lo alto. Y ningún sitio mejor que Baiona para trasladarse a marzo de 1493. Porque la Real Villa, como le gusta denominar a los baioneses, guarda en los muros de su Fortaleza, de su Hospital Sancti Spiritus o en su Convento de las Dominicas la historia de los últimos cinco siglos. Una historia que ningún lugar de Europa puede presumir, el puerto al que arribó la Carabela «La Pinta» con objetos, comida, animales, e incluso personas, de un mundo hasta ese momento desconocido.
Baiona decidió hace 22 años celebrar ese momento y no pudo tener mayor acierto. A día de hoy, la Festa da Arribada, es probablemente la celebración con mayor rigor histórico de nuestras fronteras. Así, el capitán Martín Alonso Pinzón, el mismo que ganó la partida al gran Cristobal Colón en el «tornaviaje», es el eje de los festejos.
Este 4 de marzo, tras los actos oficiales del viernes, el pequeño e impecable Casco Vello volvió a llenarse de una multitud con ganas de fiesta. Amenazaba la lluvia, y jarreó durante el desfile matinal con 200 personas ataviadas con trajes de época, pero pedirle a un gallego que se quede casa por este motivo es misión imposible.
Hubo homenaje a Pinzón, con placa conmemorativo por el regalo hecho hace hoy 40 años por el pueblo hermanado de Palos de la Frontera, y hubo parada en la playa de A Ribeira para probar los productos típicos de Vila do Bispo, Pornic y Santa Fe de Granada, lugar este último donde se firmaron las Capitulaciones de los Reyes Católicos. Tampoco faltó la comida y el vino, por supuesto, ni las animaciones durante todo el día, con cetrería, tiro con arco, justas de caballeros y un sinfín de actividades para los niños, los reyes de una fiesta que ha ganado terreno a base de atraer a familias con ganas de divertirse junto a sus churumbeles.
Llovió sí, pero también hubo claros y sol, suficientes para que la Axencia Galega de Emerxencias volase sus drones desde el Puesto de Mando Avanzado que se ubicó en el puertos pesquero. Las imágenes aéreas mostraron la belleza de una Villa que seguirá siendo noble porque hace 520 años los Reyes Católicos le concedieron su Carta Puebla en la que el Monte Boi pasaba a llamarse Monte Real.