El Concello de Baiona lo tiene claro. Celebrar su fiesta por excelencia, la Arribada, en la fecha habitual generaría pérdidas importantísimas porque no se podría garantizar su desarrollo. La villa real salvó la edición de 2020 por unos días, pero este año será imposible eludir las restricciones vigentes. Por ello, el Gobierno local ya ha decidido aplazar el evento y moverlo en el calendario.
El mes que se plantea inicialmente es octubre, aunque el festivo local se mantendría para el 5 de marzo. Así, esta fiesta de interés turístico internacional retrasaría su celebración siete meses. La existencia de un puente con motivo del Día de la Hispanidad atrae a los mandatarios municipales, que en todo caso tienen previsto consultar al conjunto de la Corporación Municipal.
El alcalde de localidad, Carlos Gómez, es consciente de que el evento “genera un retorno económico muy grande al comercio local”, sector que salva la temporada de primavera con la Arribada. “Más posibilidades tendremos de llevarla a cabo a pleno rendimiento garantizando la seguridad de los asistentes”, añade.
Además, existe otro hándicap: la organización de la fiesta. La Covid-19 ha influye tanto en el desarrollo como en la ‘preproducción’ de cada celebración. Cabe recordar que Baiona se encuentra en nivel máximo de restricciones. “Partimos de que los preparativos comienzan como mínimo a principios de febrero, vamos muy justos de plazos desde el punto de vista de la evolución de la pandemia y de este modo también dejamos un margen para que se vacune a la población”, incide Gómez.
Así pues, la próxima semana se intentará consensuar una nueva fecha entre todos los partidos políticos presentes en la Corporación Municipal con ese mes de octubre como primera opción sobre la mesa, que en principio permitiría gozar de una Arribada “lo más normal posible”.