Las cifras lo dejan bien claro. Según datos de la ONU, más de 100.000 especies mueren cada año por el plástico que contamina el mar, y se estima que en el plazo de 30 años habrá más plástico que peces en el mar. Algunos de esos residuos plásticos son visibles al ojo humano (macroplásticos), pero para ver otros muchos (microplásticos y nanoplásticos) hay que servirse de lupas y microscopios.
Y eso es precisamente lo que hicieron este sábado los participantes en el taller organizado por el Monte Real en colaboración con la Universidad de Vigo y el Concello de Baiona. Tras recibir una explicación sobre los tipos de plásticos existentes, su producción y su repercusión en el planeta, los pequeños se desplazaron a las playas de A Barbeira y A Ribeira para identificarlos y recogerlos.
Recogieron más de 8 kilos de plásticos y descubrieron microplásticos (de los que la mayoría de ellos no eran conscientes de su existencia) en la arena con materiales de laboratorio cedidos por la Universidad de Vigo como tamices y lupas binoculares.
Se llaman así las partículas de plástico que tienen menos de 5 milímetros y que son, en su mayor parte, indetectables a simple vista. Los que derivan en las playas son aquellos que el propio mar expulsa, después de haber triturado y degradado de forma natural los plásticos que acaban en él. Apenas son visibles ya que se confunden con la arena, pero están ahí, y en los últimos años, los investigadores han empezado a alertar a la sociedad de sus terribles consecuencias.
Una de las primeras medidas que se deben aplicar para reducir la presencia de plásticos y microplásticos en el medio marino es reducir la dependencia y el uso que los seres humanos tenemos de los plásticos.
El “I Taller de sensibilización ambiental sobre el impacto del plástico en el medio marino. Tras la huella del plástico” impartido por la licenciada en Ciencias del Mar e investigadora sobre contaminación marina, Noelia Estévez, finalizó con una entrega de premios a los participantes, en la que participó el alcalde de Baiona, Ángel Rodal; y una comida ecológica y sostenible, con productos de proximidad y envases reutilizables.