«Reflexión a día pasado. Ayer mientras estaba de vacaciones disfrutando de mis hijas, nos convocan del trabajo que los compañeros están sobrepasados por los incendios.
En menos de 5 minutos me pongo en marcha. Nada más estar disponibles nos mandan a una zona lejana a la ciudad y en demarcación de la Guardia Civil. Allí hacemos lo que podemos con los medios disponibles. Pero de repente nos mandan a otro sitio donde la cosa es crítica.
Pues resumiendo: después de más de dos horas desalojando casas, sacando gente con los zetas, peleándonos con la gente que no quería dejar su domicilio (llegando a encerrarse y a esconderse dentro), la cosa se pone muy muy jodida y estamos a punto de ser rodeados por varios frentes de fuego con llamas de más de 20 metros de altura.
Tres dotaciones van delante para comprobar que la única salida que, sospechamos, puede ser viable esté en condiciones. A mitad de camino nos dicen que tiremos cagando hostias que la cosa está muy fea.
Cuando llevamos un kilómetro recorrido un golpe de fuego nos envuelve y nos obliga a retroceder mientras los 3 coches que van delante casi no salen. Volvemos al punto de partida. Fuego por todos lados y humo que no nos deja ver a más de un metro delante nuestra.
Solicitamos urgentemente y de forma desesperada que nos saquen de allí y los bomberos no pueden (si intentan acceder a nuestro punto fijo que caían). Tras más de 3 horas encerrados y aguantando como podemos conseguimos salir.
Resultado: muchísima gente desalojada y salvada de aquel infierno, casas salvadas, zetas con partes derretidas, etc, etc….. y, desgraciadamente, 2 muertos. Pues bien, despertarte hoy viendo que un familiar de la fallecida nos echa la culpa diciendo que nosotros la echamos al fuego nos deja un poco hechos polvo.
Todos los que allí estuvimos tenemos la conciencia muy tranquila. Hicimos lo que pudimos, poniendo en riesgo nuestras vidas por salvar la de ellos. Inclusive hubo compañeros que llamaron a su familia para despedirse o desenfundaron la reglamentaria por si se avecinaba el desastre morir sin sufrir (para que os hagáis una idea de los momentos que allí vivimos).
Solo me queda dar el pésame a la familia de las personas fallecidas y pedirles perdón por no poder hacer nada más. Tengo mal cuerpo pero fue imposible hacer más. Lo siento por el tocho pero a veces uno necesita desahogarse.
Muchas gracias a todos los compañeros que estuvimos allí y sobre todo a dos de nuestros jefes que estuvieron con nosotros en primera línea y dándonos ánimos. FUERZA Y HONOR!!!!!»