Pocas horas después de conocer el cierre perimetral de Vigo y la prohibición de reunirse con personas no convivientes salieron a la calle para protestar por una decisión que echa por tierra su futuro inmediato (y puede que a largo plazo o para siempre). Y este lunes han retomado sus quejas para trasladárselas de forma directa al responsable de esas medidas, la Xunta de Galicia, que no está siendo capaz de contener la expansión de la pandemia.
Decenas de empresarios de la hostelería de la ciudad se concentraron por la mañana ante el edificio administrativo autonómico. Allí volvieron a pedir que se les deje de criminalizar y no se les ahogue más. Su situación económica es crítica y estas nuevas restricciones pueden ser la puntilla para muchos, dado que los encuentros con amigos para compartir una simple cerveza están vetados. A ello se añade que muchos de ellos ya tenían las neveras llenas para el fin de semana y la Consellería de Sanidade avisó de que las limitaciones entraban en vigor en cuestión de horas, con la consiguiente pérdida.
Los asistentes se concentraron ante la sede territorial de la Xunta y guardaron silencio para representar la muerte de muchos de sus locales. Algunos incluso acudieron a la protesta con una lápida. Tras la cacerolada del viernes, han vuelto a reivindicar mediante de esta manera que las cifras “avalan” que su sector no supone un foco de contagios, sino que estos se producen en reuniones familiares.
Del mismo modo, recuerdan que cada cierto tiempo tienen que adaptarse a nuevas directrices y, en medio de todo esto, se encuentra la situación del personal que emplean, a quien intentan no despedir.