Las aguas de las Rías Baixas se han quedado un poco más huérfanas tras la pérdida de uno de sus más firmes amantes y defensores. El submarinista Pedro Novalbos falleció este viernes, 14 de enero de 2022, a los 83 años de edad en Vigo. La familia informó a través de sus redes sociales de la pérdida del «patriarca Pedro Alfonso Novalbos», al que definen en su mensaje como «amante del deporte, fundador de Novalbos Wave Company, submarinista, descubridor de tesoros y aficionado al billar».
Pionero de la pesca deportiva y del submarinismo en la ciudad, Novalbos será siempre recordado por el descubrimiento de dos cañones piratas del siglo XVI en Cabo Silleiro en 1986. Su lucha incansable para salvaguardar las dos «culebrinas» tuvo su recompensa dos décadas después cuando fueron acogidas por la Casa Museo de Navegación de Baiona para ser expuestas al público.
Se trata de dos cañones piratas del siglo XVI, de casi dos metros de longitud y 375 y 150 kilos de peso. Además, cerca de ellos fueron localizados tres cargadores de pólvora de 35 kilos cada uno. La costa entre Santa María de Oia y Cabo Silleiro, plagada de restos arqueológicos, era una zona que Novalbos exploró a lo largo de su vida. «Conozco todos los agujeros de la zona y existen más piezas como balas de hierro que ya están petrificadas», explicaba en una entrevista con Atlántico Diario en 2011.
Su aportación no se quedó ahí. Poco después ejerció como mediador para la donación en 2017 al mismo museo de tres monedas de plata del siglo XIX. Son dos florines pertenecientes al reinado de Victoria I, con una estructura en su reverso aparentemente exacta a los florines acuñados a partir de 1.847; y una libra, descubiertos en Cabo Silleiro, en la costa entre Baiona y Oia.
Más recientemente, hace menos de un año, la propia Casa de Navegación dio el nombre de Pedro Novalbos a una de sus salas en memoria de sus aportaciones al museo y a la arqueología. Ya en agosto de 2020 había sido homenajeado con la entrega del «Lazo de Honra».
Su nombre también será recordado siempre por haber abierto en Vigo la primera tienda de submarinismo, luego convertida en templo del surf en la ciudad. Sus hijos continuaron su labor y hoy en día son referencia para este deporte tras convertir la playa de Patos en una de las mecas de los surfistas.