Misha Bies Golas (Lalín, 1977) ha dado pobladas muestras de que su mensaje es claro y reconocible, quizás porque juega a que la creación y la interpretación de ese mensaje recaiga totalmente en el espectador en un ejercicio puramente dadaista.
Bies Golas trabaja con la forma de la figura transformando a veces su color, su significado o su misión para alterarnos. Para que el objeto se nos aparezca casual, sencillo y fuera de contexto. Así una estructura de palos de billar y un bombín forman una escultura sólida. Un trozo de pan
teñido de acrílico negro se transforma en obra de arte sin dejar su carga simbólica como elemento político, religioso o artístico. Sus cuadernos pintados ya no son objeto práctico sino de reflexión, que coquetean con el hard-edge sesentero o el movimiento Cercle et carré de los 30 parisinos.
La simbología de la forma inicial como la ceniza de una colilla o de la forma creada, la pelota de hojas cervantinas. El objeto como imagen, pero no portadora de belleza sino de mensaje. Pero no de mensaje patente y explícito, de significado recóndito, cito a Ortega y Gasset. La creación de Misha Bies Golas es exigente. Le pide al espectador su palabra y que se plantee preguntas, pero no preguntas estancas en cada obra. Una pregunta constante que se va alimentando de nuevas palabras a través de toda la exposición cuyo título nos entrega al final la primera respuesta: esas cosas si sirven.