Luce un sol espléndido y los turistas que viajan a bordo de un enorme crucero aprovechan la escala para disfrutar y conocer la ciudad. Nosotros ocupamos una mesa en la singular galería de El Castro, con la ría de Vigo al fondo, y disfrutamos de un café mientras conversamos de modo distendido.
Pregunta.- Evaristo, ¿cuándo comenzó a interpretar la vida con un lápiz?
Respuesta.- Comencé en una escuela pequeñita que había en la calle Tomás Alonso, unos cien metros antes de llegar a la curva de San Gregorio, en mi propio barrio. Tendría sobre seis años cuando cogí el lápiz y comencé a dibujar y dibujar.
P.- Pero notó que ya tenía ciertas destrezas…
R.- Sí, porque miraba lo que hacía con mucha facilidad y poco a poco me fui curtiendo como artista, mejorando con mucho esfuerzo. Puedo decir que he perdido muchas cosas por ponerme en la última mesa para poder dibujar sin que me descubrieran.
P.- ¿Recuerda sus primeros dibujos, quizá alguna anécdota?
R.- Sí. Recuerdo un compañero que estaba dibujando un barco de guerra, de perfil, y recuerdo que el barco tenía el símbolo nazi en la parte de atrás. Y recuerdo que a raíz de eso yo comencé dibujando barcos de guerra, después castillos, después soldaditos con una cabeza un tronco y dos palos, con una lanza en ángulo recto hacia un lado, y así poco a poco hasta ir perfeccionando la técnica, el estilo y lo demás.
P.- ¿El dibujo es una instantánea o una visión personal de la realidad?
R.- El dibujo, en realidad, son las dos cosas. Cuando dibujo estoy haciendo una visión dentro de mí de lo que tengo que hacer, o sea, yo estoy pensando algo que lo estoy interpretando en el papel. Es un reflejo de lo que estoy pensando, en el papel. Lo haga mejor o peor de lo que estoy pensando, pero son las dos cosas juntas.
P.- ¿Cómo llega a convertirse en un dibujante profesional?
R.- Llegué a convertirme en dibujante profesional cuando un compañero, un gran dibujante publicitario que tenemos aquí, en Vigo, un buen día vino a mi casa acompañado por un tío suyo para tomar un café con mis padres. Y entonces salió la conversación de que ese chico era dibujante publicitario y mi padre le dijo que yo también dibujaba muy bien, y lo llevó a mi habitación para enseñarle mis dibujos y los posters que tenía en la pared. Ese chico se interesó por mí. Me llamó, fui a la agencia de publicidad donde trabajaba para llevarle unos trabajos que yo tenía para ensayar, dibujos de los comercios y tiendas de ropa que aparecían en el Faro de Vigo, con aquellas figuritas que hacía, por ejemplo, Palacios, EcoVigo, Ever, y todas aquellas agencias que había entonces en la ciudad. La agencia donde trabajaba aquel chico se interesó por mí y me dijo que me llamarían. Efectivamente, pasaron dos meses y me llamaron, e ingresé en la agencia. La agencia se llama ERP Publicidad. Es la agencia más antigua que hay en Vigo.
P.- ¿Cuál es, entonces, su trayectoria profesional?
R.- Trabajé en la agencia ERP durante diez años y luego vinieron otras agencias. De allí pasé a Alas Publicidad, en la Puerta del Sol, que ya era una agencia de ámbito nacional, y allí participé en campañas para la Xunta de Galicia, campañas locales de la ciudad de Vigo, y campañas de ámbito nacional como refuerzo de otras agencias. Así participé en campañas, por ejemplo, de la ONCE, realizando el “storyboard” de algunas de ellas, y otras campañas como era la de Alfageme, conservas Albo, Pescanova, y Estrella de Galicia. Y muchas campañas de consellerías de la Xunta de Galicia. En Alas Publicidad estuve cuatro años, luego estuve siete años en Procelhta, y trece años en Variografik. Precisamente, en Variografik coincidí con Carlos Núñez, Le Vieux, a quien ya había conocido en ERP Publicidad, con quien siempre me ha unido una profunda amistad. Actualmente trabajo como freelance colaborando en varias editoriales de ámbito nacional, ilustrando libros y publicacioines.
P.- ¿Y recuerda algún dibujo concreto sobre esas campañas?
R.- Para Estrella de Galicia realicé la etiqueta de la primera cerveza sin alcohol. El dibujo del antiguo edificio de Estrella de Galicia, la primera fábrica donde elaboraban la cerveza, dibujada en plan cuadro para una campaña. Y después infografías y aerografías de la copa, de la botella… Envases para conservas Louriño, concretamente de las albóndigas. Y muchas versiones del grumete de Pescanova. Y la versión del langostino Pescanova cuando está con la copa tomándose el champagne.
P.- ¿Siempre lleva un lápiz en el bolsillo?
R.- Sí. Siempre.
P.- ¿Lápiz, bolígrafo, rotulador o pluma?
R.- Lápiz. Y si es blando mejor, porque me gusta dibujar muy rápido, es una de las cualidades que tengo, dibujo muy rápido. Entonces, como hay gente que fuma en las cafeterías o que se toma unos pinchos, cuando estoy esperando por alguien y me aburro, cojo una servilleta y me pongo a dibujar.
P.- ¿Y tira esos dibujos o los guarda?
R.- El otro día tiré uno, y un señor que estaba conmigo lo recogió y lo guardó. La verdad es que yo no les doy importancia. Son bocetos que luego perfecciono en casa.
P.- ¿Le parece que la vida es un papel en blanco?
R.- La vida es un papel en blanco que hay que llenarlo. Naces y tienes un camino en blanco para recorrer. Después, cada uno lo llena con sus vivencias, con su profesión, con su familia, y con los acontecimientos de su vida.
P.- ¿Desde qué punto de vista prefiere dibujar la vida, desde la izquierda o desde la derecha?
R.- Yo soy de izquierdas y dibujo siempre con la izquierda, y, además, soy zurdo. Y puedo decir que jamás me pusieron nada en contra por escribir con la izquierda. Quizá gracias a que nunca estuve en un colegio de monjas.
P.- ¿Aprovecha su talento como dibujante para construir sus fantasías personales?
R.- En su día, sí.
P.- ¿Y se puede saber qué tipo de fantasías eran?
R.- Pues podían ser incluso sexuales, porque en el instituto los compañeros te pedían dibujos, y como en aquella época era una dictadura, a veces me pedían dibujos eróticos, mujeres, escenas…
P.- ¿Y nunca le cogieron “in fraganti»?
R.- No. Nunca. Yo tenía mucha habilidad para eso. Ah, bueno, sí una vez. Una vez en el instituto. En aquellos encerados que suben y bajan. El profesor tardaba en llegar a la clase, y para entretener a mis compañeros les dibujé lo que quisieran, y les dibujé una mujer tumbada en la playa, y cuando vino la profesora por el pasillo me avisaron, y como no me dio tiempo de borrarla, bajé el otro encerado, subió el otro, y se tapó. Pero luego, cuando fue necesario bajarlo durante la clase, apareció el dibujo.
P.- Si no tuviera un lápiz a su alcance, ¿con qué palabras describiría la realidad actual?
R.- ¿El problema social y laboral? Que estamos yendo para atrás. Hemos ido para atrás, y hemos perdido las condiciones dignas de trabajo y el salario digno que la clase obrera consiguió durante muchos años. Ahora, con el salario de una persona le pagan a dos o tres trabajadores. Y yo creo que es una disculpa de la patronal, por eso la clase obrera tiene que trabajar para impedirlo y no tirar lo que durante muchos años obreros, laboralistas y sindicalistas han estado luchando para tener un convenio justo y unos horarios justos y no tirar todo eso por la borda.
P.- ¿Milita usted en algún partido o fuerza sindical?
R.- Soy simpatizante y colaboro en una actividad humana con la CIG, trabajo en el banco de alimentos de la CIG.
P.- Si la vida fuera un dibujo, ¿qué borraría?
R.- Las enfermedades y las guerras.
P.- Usted ha ilustrado numerosos libros, tanto infantiles como para adultos. ¿Qué títulos destacaría?
R.- Hice un dibujo llamado Papá Ogro, para la editorial Ir Indo, para un libro de Antón Perozo que me gustó mucho. Aunque todos los cuentos que he ilustrado me han gustado, porque siempre he disfrutado de ilustrar cuentos infantiles. Pero del que más me he quedado orgulloso de crear es el de “Sempre Benéfica Ciudad de Vigo”, editado por el Instituto de Estudios Vigueses, porque ese es un trabajo que, en realidad, está hecho por mí en un ochenta o noventa por ciento. Algunas personas, como Antonio Giráldez Lomba y Xoan Carlos Abad me han ayudado y aportado documentación, pero el libro está hecho por mí. Y yo me he reflejado en la época porque me he sentido viviendo y viajando por Vigo en esa época.
P.- Sabemos que usted es un vigués por los cuatro costados, muy implicado en la vida ciudadana, y que participa en la representación de la fiesta local de La Reconquista, que conmemora la expulsión de las tropas francesas de nuestra ciudad. ¿Por qué siempre elige encarnar un soldado francés?
R.- Porque siempre tiene que haber alguien que haga de malo. Pero, de francés, vives la fiesta mucho mejor.
P.- ¿Pero hay algún sentimiento de tipo político?
R.- No. Yo me pongo en dos bandos. Los franceses traían la cultura, la Ilustración, la República a un país que era monárquico. Pero también soy consciente que a las tropas napoleónicas sólo les interesaba invadir terrenos y aumentar el territorio, el imperio. Y si los vigueses se levantaron contra las tropas francesas, me alegro, y de hecho ahora conmemoramos esa reconquista como una fiesta local.
P.- ¿En qué otras actividades ciudadanas participa?
R.- En los Maios y en el entierro del Meco, En los Maios participo en la recogida de flores y como porteador del Maio y de la Primavera. Y también participo en el entierro del Meco, en la fiesta del Entroido, y estoy ahí, en el Casco Vello, con los Tarteiras.
P.- ¿Y en actividades deportivas?
R.- He estado desde que estuve en el instituto hasta hace cinco o seis años practicando atletismo, ateltismo de fondo. Es uno de mis deportes y de mis pasiones. Me gusta mucho el fútbol, pero el atletismo es mi pasión. Lamentablemente, por una lesión, un desgaste en mis rodillas, no puedo competir ni entrenar como lo hacía antes. Pero, de vez en cuando, echo una carrerita por ahí.
P.- ¿Pero participa en la organización de algún evento deportivo?
R.- Sí, en algunas organizaciones como miembro de la directiva de un club. A veces organizamos una San Silvestre benéfica para recaudar alimentos para un banco de alimentos de la ciudad.
P.- En el arte callejero de la ciudad de Vigo se demuestra la existencia de jóvenes con gran talento. ¿Qué consejo le daría a esos dibujantes no consagrados?
R.- Que cuando hagan sus trabajos y los vendan, que se valoren. Porque, cuando se llega a ese punto de ser un artista, yo he visto obras de arte preciosas en esta ciudad, los murales que se están haciendo ahora, porque puedo destacar algunos que me han gustado mucho, como el que está a la entrada del Calvario, y otro que está en Hispanidad, un mural altísimo, surrealista que me impresionó muchísimo. Y les digo lo mismo que les he dicho en unas charlas que he dado en el Colegio Hogar, que no dejen nunca de dibujar, porque dibujar es como un entrenamiento, si dejas de dibujar pierdes práctica, pierdes movilidad de la mano, pierdes imaginación, pierdes creatividad…, entonces, es como un deportista, si deja de entrenar, baja su forma. Y, sobre todo, cuando sean profesionales, que se valoren como profesionales, que cobren lo que tengan que cobrar, porque para eso pasaron muchos años clavándose los codos como cualquier otra persona en otra profesión.
P.- ¿Cuáles son sus metas como dibujante e ilustrador?
R.- Yo siempre me pongo una meta. Igual que cuando hacía deporte, siempre me ponía una meta para tener motivación. Y una de las metas que me gustaría conseguir, y me conformo con eso, tampoco quiero pedir mucho, quiero ser el mejor en mi materia en Vigo o de Galicia, aunque de España es muy difícil, pero, por lo menos, el mejor de Galicia. Es una meta que me pongo, eso todo me ayuda a tener la ambición de mejorarme, lógico.
P.- ¿Cuál es le futuro que desearía para la ciudad de Vigo, su ciudad natal?
R.- Hombre, en primer lugar, que los más de treinta mil trabajadores de la ciudad que están sin trabajo consigan un trabajo. En segundo lugar, que tengamos colegios, guarderías, y que la ciudad se mantenga limpia, con orden, y que las empresas tengan mucha carga de trabajo, como son los astilleros, Citroën, y todas las empresas de nuestra ciudad. Que los políticos se impliquen más en la ciudad, que no vean sólo su partido, que defiendan a su ciudad, que sean sinceros, porque para eso se implican con una ciudad y sus ciudadanos. Y, eso sí, vivir en paz.