Lula Goce es una de las firmas más conocidas y reconocibles del programa de recuperación de espacios “Vigo ciudad de color”. Un proyecto contra el feísmo que con la aportación de Goce disfruta de una artista internacionalizada. Su obra luce en numerosos barrios de Vigo pero también de todo el mundo, incluidas obras en Manhattan, Virginia, Hannover o México. Lula Goce nos atiende por teléfono desde su residencia habitual en Baiona para hablar de su arte y de la crisis del coronavirus, tema insoslayable.
-¿Cómo ha afectado a una artista reconocida por su arte mural la crisis del coronavirus? Además, es un oficio solitario, no sé qué “extras de seguridad” has tenido que adoptar.
-Tienen que ver con el sentido común: limpieza de mandos en la grúa… pero como el trabajo es efectivamente solitario y a altura, no es necesario hacer mucho más. El problema es cuando viajas, yo en abril tenía que estar en Nueva York… la agenda se ha comprimido y bueno, no sé realmente qué pasara, no se ha cancelado ningún trabajo, pero a mí me produce intranquilidad la posibilidad de rebrotes, o que el espacio aéreo se cierre… y pensar en el viaje en sí, doce o catorce horas encerrada en un avión.
-Lo vemos todo desde la distancia corta, pero empiezas a pensar en un oficio de movilidad tan grande, en una artista de escala internacional y es difícil, cada país está en un estado distinto…
-Lo es. Mira, ahora voy a Portugal, en una semana, a Lousada. Supuestamente todo muy controlado, luego iría a Dax, cerca de Burdeos en agosto y en septiembre a Suecia, para a continuación Manhattan con dos proyectos (en la misma isla y en Yonkers), luego Miami, que bueno, tienen unos niveles de contagio brutales… es muy difícil, ves que en Estados Unidos la prioridad es la economía. El viaje es muy complicado, además yo no sé si lo he pasado o no, aunque he tenido síntomas… y la posibilidad de coger un coronavirus tras un jet lag, en un hotel, que te puedan incluso hacer pasar la cuarentena cuando tú solo vas para trabajar dos semanas… Así que los proyectos más o menos cercanos me ofrecen más seguridad, claro, como otro en Nigrán. Pero siempre estoy pendiente de las medidas de seguridad y la situación en cada momento.
«No se ha cancelado ningún trabajo, pero produce intranquilidad la posibilidad de rebrotes»
Ese es otro tema, la población debe concienciarse más aún, lo veo en el uso de mascarillas, por ejemplo.
-Contemplando tu obra, veo que en tus murales abundan figuras juveniles, infantiles. Son obras que parten de lo singular (el retrato) hacia lo universal, mensajes positivos y humanistas. ¿La crisis del coronavirus ha fortalecido tu mirada, o la ha matizado?
-Pues te lo diré cuando comience nuevas obras (nos reímos). Yo estoy de acuerdo contigo matizando que mis personajes aportan un punto de gravedad, posan serios, los modelos suelo elegirlos yo y elijo yo (o hago yo) las fotos, y busco esa introversión. Nosotros como espectadores-voyeur somos testigos de una actitud reflexiva. Y destaco el encuentro con la naturaleza como algo simbólico, de lo que nosotros no dejamos de ser parte de la naturaleza. Una idea que solemos olvidar.
Mis personajes tienen pasado y futuro, con cargas representadas por esos monstruos que les acompañan en mis pinturas. Pero sí, con un punto positivo porque creo que mis pinturas buscan mejorar zonas, embellecer barrios a veces poco cuidados… me gusta entender que esas zonas precisan de algo bonito y reconfortante. Tienes que pensar en las personas que van a recibir tu arte, qué necesitan de la obra.
-¿Sueles estudiar las zonas, los barrios en que vas a intervenir?
-Siempre: me documento mucho, qué estrato social hay, con Google investigo el barrio, uso Street View y el Google maps para ver si hay parques o no… El boceto lo hago sobreponiendo la foto del propio edificio, la obra se construye en su muro y su entorno, o existe previamente, no tengo un “fondo” en el estudio para adaptarlo, al contrario, nace de su lugar, y para su lugar de destino.
-Así tus obras se imbrican muchísimo con su entorno. Debe producir una cierta excitación cada nuevo proyecto porque como dices, no se trata de adaptar obras pre-construidas sino de mezclarte con una zona.
-Cada sitio aporta, hay lugares agradables y da gusto pintar, que te relajan, otros son lugares difíciles por el entorno social o climático… y la obra lo refleja.
-El arte contemporáneo ha adquirido un toque elitista, de bienal, de galerista y de “connaisseur”. ¿Consideras que tu muralismo recupera lo que podemos llamar un público general?
-Creo que el arte urbano es un arte popular por excelencia, si te fijas, se ha utilizado mucho en política para sugestionar a las masas. Los murales incluso derivan en que surjan rutas para la contemplación y el disfrute del arte mural. Se genera así un circuito de gente que de otra forma no pasaría por esos barrios. Además los vecinos adoptan el mural, conviviendo con él. Yo creo que el arte mural es para el pueblo… antes se hacían rotondas, esculturas, ahora estamos en esta nueva vía. Es además más barato, y de hecho, menos duradero…
-¿Son artes antagónicos ese de bienal o galería, y el urbano?
-No, no… al contrario, yo misma también he trabajado para galerías o museos con instalaciones, y viceversa, artistas reconocidos se han cambiado a arte urbano con intervenciones.
El mural para mí es una intervención, no es grafiti ni muralismo, te sirves del muro pero estás interviniendo en un espacio urbano de un modo amplio.
-Son obras efímeras, como decías antes…
-Yo parto de esa idea y me encanta que sea arte efímero. El urbanismo es cambiante, como la naturaleza, y cuando partes de ese ambiente, ese ecosistema, estás aceptando esa cualidad. Para mi gusto estas intervenciones tienen que desaparecer.
A las administraciones les gusta que la obra esté siempre bien, bonita, productiva, y que el turista pase por ese circuito del que hablábamos y aprecie qué bonita está la ciudad… para el político el arte urbano tiene unas metas, pero hay que entender la naturaleza de estas obras. Y su naturaleza es que desaparezca. Además la gente lo entiende y eso moviliza también a personas que quieren ver la obra, antes de que se deteriore. Obviamente hay que garantizar períodos aceptables de durabilidad, diez años o lo que sea, pero admitiendo también su naturaleza efímera.
Por mí podría ser hasta que se pierda su último registro, el último cachito, y podría gestionarse su documentación, crear un archivo de imágenes de la obra… pero bueno, es un fenómeno tan nuevo y unido al crecimiento tan rápido del espacio urbano, que habrá que crear la reflexión en torno al arte de intervenciones urbanas.
Como sociedad tenemos miedo a la vejez, pero el tiempo el deterioro es inevitable.
-Volviendo al COVID, ¿los artistas han tenido movimientos como colectivo en defensa de su labor? ¿Han tenido contactos con administraciones?¿Conoces la posición de nuestro Concello?
-Yo he tenido contactos con Concello respecto a fechas de encargos futuros, pero desconozco si hay actuaciones conjuntas… igual en Madrid, pero me parece que se da más en sectores vinculados a los empleados a cargo como museos. Artistas y creadores, bueno, como autónomos entramos en los grupos de ayuda, pero no como artista sino como autónomo.
El creador está muy desprotegido, su labor es solitaria y es más difícil encontrar este punto de unión. Y para otros artistas como músicos las consecuencias del coronavirus han sido nefastas. Yo he podido seguir trabajando, pero un músico, una compañía de teatro… la situación es muy preocupante.
-Respecto al proyecto “Vigo ciudad de color”, ¿se mantiene, habrá más campañas en nuestra ciudad?
-Sí, en septiembre. Bueno, esto va a concurso y lo gestiona una empresa privada, y se ha pasado para septiembre pensando en que vienen artistas extranjeros… pero bueno, no sé si se acotará a artistas que pueden trasladarse, de cercanías, vamos, o si de venir un rebrote se paralizará… Desde luego llegas a un punto en que del miedo al virus pasas a querer pasarlo de una vez y poder trabajar con tranquilidad.