Nelson Villalobos Ferrer es el artista plástico cubano contemporáneo de mayor relevancia internacional y está afincado en España desde hace más de treinta años, de los que lleva más de veinte en la ciudad de Vigo, aunque realiza visitas periódicas a su tierra natal.
De origen humilde, es el tercero de cinco hermanos varones, además de dos hermanas adoptadas que ya han fallecido. Nació el 11 de diciembre de 1956 en Cumanayagua, una pequeña población cubana de unos cincuenta mil habitantes a doscientos cincuenta kilómetros de La Habana y perteneciente a la provincia de Cienfuegos, donde, curiosamente, está enterrado el abuelo de Pablo Picasso. Cumanayagua, cuyo nombre es de origen amerindio, ya existía en tiempos del descubrimiento de América y se convirtió en municipio en 1976.
Su madre, Elvira Ferrer Martí, descendiente del poeta cubano José Martí, le inculcó el contacto con la naturaleza y le regaló su primer libro, un diccionario Larrousse al que el amigo y poeta cubano Ángel Escobar, basándose en la ‘Oda al diccionario’, de Pablo Neruda, llamaba ‘Lomo de buey’. Ella fue la que le inculcó la cultura y quien lo apoyó en sus inicios artísticos.
Su padre, ya fallecido y con el que no tenía ninguna relación desde hacía varias décadas, era considerado un “alzado” —contrario a la revolución cubana—, y ese hecho provocó el retraso de su escolarización, que inició con catorce años, además de dificultades de expresión que dieron lugar a una difícil aceptación en el entorno escolar llegando a sufrir acoso, del que se defendía a golpes, según cuenta.
A pesar de la incomprensión de su padre, durante doce años realiza una formación artística que comienza en la Escuela Elemental de Arte de Santa Clara (Cuba) y después en la Escuela Nacional de Arte de la Habana y en el Instituto Superior de Arte de la Habana. Pertenece a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y a la Asociación Internacional de Artistas Plásticos. Ha ejercido la docencia en su país natal y en España, concretamente en Zaragoza y también en la ciudad de Vigo, en la Escuela Municipal de Artes y Oficios (EMAO).
Llega a España por primera vez en el año 1985, con la primera exposición colectiva de artistas cubanos llevada a cabo en un país capitalista, de la que también es el comisario. Años más tarde, en 1991, comienza a vivir en España, en Zaragoza, y en el año 1988 se traslada con su familia a la ciudad de Vigo.
Las obras de Villalobos han sido expuestas individualmente en Francia (París), en Cuba y en España, además de participar en numerosas exposiciones colectivas en varios países. Diferentes obras se han expuesto a lo largo de tres años en la Casa das Artes (2002, 2007 y 2012), en la ciudad de Vigo. Asimismo, ha realizado una muestra antológica en el Museo del Mar de Galicia (2020) bajo el título ‘Blanquísima su presencia’. En el año 2021 expone una antológica en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, de la Habana, de la que se publica un amplio catálogo cronológico de casi ochocientas páginas editado por Pablo Villalobos Leal con textos de X.L. Méndez Ferrín, Pere Gimferrer, Nelson Herrera Ysla, Francisco Ferrer Lerín, Enrique Juncosa, y el propio Nelson Villalobos.
Nelson Villalobos forma parte del contenido de la Wikipedia y ocupa un lugar destacado en las informaciones de internet, además de su propio blog, su página de Instagram, y un gran numero de referencias en YouTube.
VigoE.es tuvo la oportunidad de visitar y conversar con Nelson Villalobos en su discreto y amplio estudio de Vigo, el sanctasanctórum donde el artista cubano-vigués continúa con su incansable actividad creativa rodeado de cuadros, esculturas, pinceles, pinturas, objetos curiosos, y sus inseparables libros, muchos de ellos de poesía.
–Nelson Villalobos, ¿qué es para usted el arte?
-Para mí el arte es todo. Desde la familia, mi madre, mi mujer, mis hijos, los amigos, la naturaleza…, todo lo que me rodea, mis circunstancias, mi ser…, y sobre todo mi ser interior. Todo lo que he aprendido de ese ser interior, para mí es el arte.
–Usted es un artista multidisciplinar reconocido en varios países, ¿por qué decidió trasladarse a vivir a España?
-Vivo en España casi por casualidad. Llegué por primera vez en el año 1985 como participante y comisario de la primera exposición de artistas cubanos en un país capitalista. La exposición se hizo en Barcelona, en Valencia, en Madrid y en Zaragoza. En esta última ciudad conocí al arquitecto Joaquín Sicilia y a su esposa, Margó Venegas, que en aquellos tiempos eran propietarios de la galería Ponzano 16, en Zaragoza, y nos invitan a estar una temporada en Zaragoza. A partir de ahí las cosas se fueron alargando y estirando y nos quedamos allí ocho años, pero nunca hemos renunciado a Cuba, pues tengo doble nacionalidad.
–¿Por qué decidió afincarse en Vigo? ¿Cuántos años lleva viviendo en Vigo?
-Fue un golpe de suerte. Vivíamos un año sabático en un pueblecito de Zaragoza y un día dijimos, esto se está acabando, hay que buscarse otra. Montamos todo en un camión y dijimos, tenemos una propuesta, Valencia o Vigo. Y decidimos dárselo a la de tres: uno, dos y tres. Y todos dijimos Vigo al mismo tiempo. Pues para Vigo. Montamos y vinimos para Vigo. Y aquí estamos muy contentos.
–¿Ya tenían los dos hijos?
-Sí. Nuestra hija nació en Cuba y nuestro hijo nació en Zaragoza.
–¿Qué recuerdos tiene de su Cuba natal?
Los recuerdos de mi Cuba natal son casi los recuerdos de mi infancia y de la época de estudiante. Porque después, cuando me gradué, ya vine para acá y perdí el contacto de vivencia terrenal. Pero bueno, siempre estuve en contacto con Cuba y nunca he perdido el vínculo de lo cultural. Además del recuerdo de mi infancia y de estudiante, que es cuando aprendí todo lo que soy ahora, con los maestros que tuve, con los amigos…, que es lo que te hace.
–¿Cuándo descubrió su vocación por el arte?
-Desde niño. Cuando tuve uso de razón ya me gustaba dibujar y pintar y quería ser pintor. Tenía un hermano que dibujaba mucho mejor que yo y para mí fue la primera competencia. Fue mi primer gran reto y, a lo mejor, ese competir con él fue lo que me llevó a ser lo que soy ahora.
–¿Conserva sus primeras obras?
-SÍ. En ese tipo de cosas soy muy riguroso. Tengo guardado desde mis orígenes hasta ahora, y después de descubrir a Picasso me doy cuenta que he hecho lo mismo, que he guardado toda la obra. Siempre he sido muy celoso con la obra y la tengo muy bien organizada, firmada y fechada. Ahora son mis hijos, Deisy y Pablo, los que están reorganizando toda la obra, sobre todo Pablo.
–Háblenos de su formación artística.
-En la formación artística en Cuba hay varios niveles. Yo empecé a estudiar el arte como tal cuando iba a cumplir quince años. Empecé en el nivel elemental, nivel medio y nivel superior, allí son tres niveles. Entonces empiezas en provincias, donde tú naces, y te pasas dos o tres años. Después pasas para La Habana y entras en la Escuela Nacional, luego en el Instituto Superior de Arte, que son cinco años. Hice toda la carrera, que son doce años y que se dice muy rápido. Esos doce años te permiten conocer muchos materiales, conocer mucha gente, hacer muchos amigos como los poetas Rito Aroche y Caridad Atencio, todo lo humanamente necesario para hacer la obra.
–¿Cómo fueron sus comienzos profesionales?
Siempre he sido muy trabajador y en la carrera me propuse tener la nota máxima en mi especialidad. Cuando era estudiante ya tenía un nombre entre los profesores y compañeros, la gente me reconocía. Una vez que te gradúas eso te sigue acompañando. Por eso, cuando me gradué tuve buena acogida porque ya hacía exposiciones mientras era estudiante. En fin, vengo haciendo exposiciones desde que me gradué y mi tesis constituyó una exposición importante en la Habana. No he parado hasta ahora.
–Usted domina el dibujo, la escultura, la pintura, la serigrafía y la fotografía. ¿Qué artista o artistas elegiría de referencia?
-Los primeros artistas que tomo de referencia son los anónimos, los primitivos que pintaron en las cuevas prehistóricas, que no sabemos quién lo hizo concretamente. Anónimos que en su conjunto yo creo que son los artistas más completos que hay. Pero los artistas que me han influenciado ahora son muchos, porque parto de la historia del arte. Voy a poner cuatro ejemplos: Pablo Picasso, Francis Picabia, Paul Klee, y Wifredo Lam, pintor cubano amigo de Picasso al que le hice un busto en vida. Son los artistas donde hay más referencias en mi obra, unas referencias que se pueden asociar también con otras, porque normalmente parto de la historia del arte desde lo más primitivo hasta el arte contemporáneo. Hago lo que aquí se dice una paella, mezclando muchos ingredientes.
–¿Dónde encuentra usted la inspiración?
-La inspiración la encuentro en mi familia, en mis amigos, en cada momento, en un detalle, en una hormiga que camina, en algo que me rodea, en lo mínimo, en las cosas que la mayoría de la gente no observa. Sobre todo en la naturaleza. Y también en lo artístico, o sea, en los ismos: en el cubismo, en el impresionismo, en el dadaísmo… Y también en el renacimiento, en el arte griego, en el arte etrusco, en el arte maya, en el azteca… Es que para mí, la cultura es el primer punto de partida para hacer la obra.
–Cuando usted crea una obra, ¿realiza primero algunos bocetos o la va desarrollando sobre la marcha?
-Bueno, aquí hay dos cosas que hay que diferenciar. El dibujo es una cosa que me gusta mucho, es lo que me permite estar en contacto con la naturaleza que me rodea. Siempre ando con una libreta de dibujo y tengo una gran colección, con apuntes. Pero cuando estoy frente al cuadro primero tengo una idea muy general que puede ser un toque de color, una linea, una forma… Y una cosa me va llevando a otra y el cuadro se va formando en el lienzo. Pero siempre sigo un concepto y por eso trabajo en serie. Cada serie implica un concepto y cuando cambio esa serie es porque viene otro concepto diferente, pero también es porque hago más dibujos. Todo va engranando como una gran mezcla donde aparece todo tipo de materiales, la manera de pintar, los conceptos, los ismos…
–Actualmente usted está más centrado en la pintura. ¿Por qué decidió especializarse en la pintura?
-Bueno, no es que esté más concentrado en la pintura, aunque lo que más expongo es pintura. En esta exposición retrospectiva que hice en La Habana, en el centro Wifredo Lam, presenté muchas esculturas y muchas instalaciones, pero las esculturas son objetos grandes y difíciles de guardar, por eso me tienen reticente, aunque me gusta mucho la escultura. En estos momentos, desde hace unos diez años, la pintura es lo que me persigue, por la luz y el color. Con la edad que ya tengo lo que estoy buscando es luz, y eso me lo da el color.
–¿Prefiere el gran formato o el pequeño formato?
-No tengo preferencia. Aunque se vean grandes formatos, tengo muchos formatos pequeños. Me gusta mucho el papel, dibujar sobre papel y pintar sobre papel, sobre cartulina, que son obras que casi no se han visto y que las tengo guardadas, porque las exposiciones que he realizado hasta ahora son obras de grandes formatos. Esta exposición que hice ahora en Cuba es la primera en la que aparecen pequeños formatos, y la que hice en A Coruña, en homenaje a Picasso, es donde más collages hay. Es la primera vez en mi vida que expongo collages, aunque desde los años 77 o 78 hago collages. Debo tener unos cuantos miles de collages para exponer.
–De todas sus obras, ¿cuál considera más representativa del conjunto de su trabajo?
-Me considero un grupo que se llama “ruptura” y definir una obra o una serie me resulta difícil. Soy el primero que me sorprendo cuando veo la obra. Yo soy el primer espectador y el primer sorprendido. A los dos o tres días me pregunto, ¿y cómo pude yo hacer eso? Entonces siempre me acuerdo de Carlos Oroza y digo, eso debe ser la otredaz, que es la que lo ha pintado, y yo creo que tiene razón. O sea, que el que pinta es otro, como si fuera un mecanismo que lleva esa otredaz a que tú pintes. Me cuesta mucho trabajo elegir una obra o una serie. Yo no me enamoro mucho de mi obra, prefiero más el dibujo. Conservo los dibujos porque me permiten continuar con ellos, pero una obra que para mí ya está terminada, como la pintura, considero que ya no me pertenece. Me gusta la mezcla pictórica o la unión entre la cultura que me rodea en Europa, en todo lo que he visto en los museos, porque he visto muchos museos, con mi cultura. Cuando aparece esa unión es como mejor me siento con la pintura. Pero no tengo preferencia.
¿Por qué firma sus obras como Villalobo, en singular?
-Desde el principio tomé Villalobo como firma artística. Nuestros padres nos inscribieron en Cuba como Villalobo, pero cuando llegué a España, como eso no existía como apellido, tuve que usar Villalobos. Pero la firma artística ya la dejé así, aunque el apellido real ahora es Villalobos.
–Usted tiene una hija y un hijo, Deisy y Pablo Villalobos Leal. ¿Han seguido sus pasos en el mundo del arte?
-Bueno, sí han seguido, pero cada uno en su terreno. Mi hija estudió artes plásticas, pero después se dedicó a la poesía. El otro, Pablo, se dedica al cine. Los dos trabajan con imagen, una imagen es metafórica, que es la poesía, y el otro trabaja con la imagen del cine, que es en movimiento. Y yo soy el único parado, o sea, que pinta una imagen fija.
–Usted ha conocido, entre otras, a personalidades tan destacadas como Miquel Barceló, Pere Gimferrer, Méndez Ferrín, o el poeta Carlos Oroza, de quien se va a cumplir el centenario de su nacimiento. Háblenos, concretamente, de sus recuerdos de Carlos Oroza.
-Para mí, hablar de Carlos Oroza es hacer uno de los cantos más bonitos que me han pasado en mi vida. Primero, porque Carlos Oroza lo tuvimos viviendo en mi casa. Se convirtió en el abuelo de mis hijos que no tuvieron nunca, porque yo he vivido aquí solo con con mi mujer y mis hijos y a penas han conocido sus abuelos. Oroza para mí es un genio, uno de los grandes poetas españoles de todo el mundo y que aún está por descubrir. Tenerlo allí cerca fue una especie de bálsamo para mí. Yo creo que conocer a Oroza ha sido una de las cosas que más me han influido como creador. Fue y sigue siendo el ser más libre que he conocido en mi vida. La libertad que tenía, su manera de ser, y no de mayor, sino de siempre, porque siempre fue así, creo que no la voy a encontrar mientras viva.
–¿Usted cree que el arte influye de algún modo en la sociedad, o son los cambios sociales los que influyen en la inspiración artística?
-Yo creo que en eso hay un juego. Para mí, lo primero que cambia lo artístico es el desarrollo, la tecnología, y a partir de esa tecnología se determina lo social y también lo artístico. O sea, que no hay uno primero y otro después. Y en el momento que vivimos es complicado todo esto porque ahora no sabemos dónde termina el arte y dónde comienza. También hay una cosa que no se mencionó, que es la parte comercial y que no tiene nada que ver con el arte. Eso mueve bastante y crea muchos globos y también muchas verdades, pero muchos más globos que verdades. Creo que ahí la tecnología y los cambios sí funcionan. Por otra parte, no creo que la ideología cambie el arte, eso fue en momentos determinados, pero en estos instantes yo creo que el arte tiene más apertura que en los años sesenta, por ejemplo.
–¿Toda su obra ha sido expuesta?
-Sólo una mínima parte, del orden de un veinte por ciento.
–¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
-Seguir trabajando y pintando, haciendo escultura y todo lo que me permitan. Sobre todo, dedicarme sólo a eso y no tener más preocupaciones (risas).
–¿Cuándo será la próxima exposición de Nelson Villalobos en la ciudad de Vigo?
-Imagino que para dentro de un año. Lo más rápido que pueda (risas). A mí me gustaría que esta exposición dedicada a Picasso se trajera a Vigo porque cuando Picasso salió de Málaga en barco con destino a Coruña, la primera tierra gallega que pisó fue Vigo. Parece ser que el padre se mareaba en el barco y decidieron bajar en el puerto de Vigo. Quedaron una noche y luego tomaron un carretón de aquellos antiguos para marchar a Coruña. Ya por ese hecho me gustaría hacer esa exposición aquí, en Vigo.