Entre el aluvión constante de estrenos cinematográficos y de series, algunos productos con menos cobertura mediática quedan ensombrecidos. Sin embargo, en algunos casos se trata de joyas indebidamente olvidadas. Altered Carbon: Reenfundados es una de esas.
En 2002, el historiador y profesor universitario Richard Morgan decidió dar el salto profesional a la literatura con una novela que lo haría famoso en todo el mundo: Carbono modificado. Se trata de una historia cyberpunk ambientada en un universo futuro en el que los terráqueos se han extendido por diversos planetas y han logrado la digitalización de la conciencia humana en forma de pequeños discos llamados pilas corticales. De esta forma, cada pila es susceptible de ser almacenada o colocada en distintos cuerpos, lo que supone una completa pérdida de valor de la carne —de hecho, ya no se habla de cuerpo, sino de funda— y también que la vida humana se prolongue de manera indefinida si la persona tiene con qué pagar esa reencarnación, que recibe el nombre de reenfundado. La existencia ha cambiado por completo: los difuntos pueden regresar a la vida si sus seres queridos compran o alquilan una funda en la que meter su conciencia digital, las víctimas de asesinato pueden volver para testificar contra su asesino y la muerte solo es real si se daña la pila.
Morgan obtuvo el Premio Philip K. Dick en 2003 por esta novela —algo muy adecuado teniendo en cuenta la ambientación cyberpunk que comparte con la legendaria ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?— y dio comienzo a un universo propio que luego seguiría con otras dos historias: Ángeles rotos y Furias desatadas. La adaptación a serie se produjo en 2018, con un sonoro estreno en Netflix que la convirtió en uno de sus productos estrella.
El protagonista central de esta saga es Takeshi Kovacs, nativo del planeta Harlan y el último miembro vivo de las Brigadas, un grupo paramilitar que se opuso en tiempos al gobierno intergaláctico del Protectorado y que por ello sufrió una dura represión. Desde entonces, ha estado llevando a cabo trabajos puntuales como guardaespaldas, detective y mercenario a sueldo de los grandes señores del crimen, siempre rodeado de enormes dosis de violencia que le han obligado a cambiar de cuerpo de vez en cuando. De hecho, han sido varios los actores que han interpretado al personaje, según la funda que ocupara en cada momento: Joel Kinnaman en la primera temporada, Anthony Mackie en la segunda y Tatsuhisa Suzuki y Ray Chase como actores de doblaje del anime. Cada uno aporta un matiz diferente, pero siempre con el mismo estilo de perro viejo castigado por el tiempo, la guerra, las drogas, la pérdida de muchos compañeros y la clase de vida en la que se embarca siempre. En un universo entregado por completo al capitalismo, donde la vida y la muerte han sido las últimas barreras que el dinero ha comprado, Kovacs desea vivir por encima de todo, y eso le lleva a aceptar trabajos duros para los que no valdría nadie más.
En 2020, llegó a Netflix la segunda temporada de la serie, y casi a la vez se estrenó un anime que servía de precuela. Altered Carbon: Reenfundados se sitúa cientos de años antes de la temporada inicial, y el protagonista es un Takeshi Kovacs que ya ha vivido la destrucción de las Brigadas y que salta de funda en funda según los encargos que reciba. En este caso llega al mundo de Latimer, un lugar de clara ambientación japonesa, donde lo reclama uno de los señores de la yakuza, el veterano Hideki Tanaseda. Su misión será defender a Holly, una niña que trabaja como tatuadora del clan Mizumoto, y que está recibiendo ataques de unos misteriosos ninjas de origen desconocido. Los tatuajes forman parte de un ritual de larga ascendencia dentro de la yakuza por el cual, tan pronto como se ha llevado a cabo la ceremonia de traspaso de poderes entre un jefe del clan y su hijo, la tinta se destruye y se lleva consigo la pila del patriarca, por lo que la herencia exige la muerte real del progenitor. Esto hace pensar en que los ninjas forman parte de una guerra interna por el liderazgo a la que se unirá Takeshi Kovacs, con la valiosa ayuda de Gena, miembro de los Comandos de la ONU.
Altered Carbon: Reenfundados es pura acción salvaje, sangre, tiros, amputaciones y brutalidades diversas. En sus escasos 75 minutos de duración, el enfrentamiento entre guerreros de los distintos bandos se vive en escenas sorprendentes y espectaculares, un desmadre de violencia desatada entre soldados que dominan todo tipo de armas, y que están dispuestos a ponerlas en práctica para alcanzar la victoria a cualquier precio. Aunque llenen de sangre el planeta entero.
Esta aventura no posee el enorme contenido filosófico de la primera temporada, ni su empeño en explorar las distintas connotaciones del asunto de las pilas –dónde reside la naturaleza humana, si es moralmente aceptable que todos sobrevivan a la muerte o qué papel tiene la religión en ello—, pero tampoco sufre los recortes de presupuesto de la segunda temporada, que marcan una diferencia tan obvia. La saga de Takeshi Kovacs sigue en esta precuela, que responde a cuestiones tales como a qué se refería un anciano Hideki Tanaseda al decir que Kovacs ya había trabajado para él siglos antes, o qué fue de Reileen Kawahara, la hermana del protagonista, después de la destrucción de las Brigadas a manos del Protectorado.
Netflix ha probado otras veces a ampliar una determinada franquicia mediante animes —como con The Witcher: La pesadilla del lobo o con la futura The Witcher: Sirens of the deep— y aquí lo hace con una historia dura, rápida y violenta firmada por Dai Satô, guionista de Ghost in the Shell, y que puede disfrutarse incluso sin tener la más remota idea de qué va la serie madre. Pero que juntos forman una de las mejores sagas de la ciencia ficción moderna, con elementos de serie negra, temática bélica y filosofía existencialista como para contentar a los paladares más variados.