El cannabis y el cine tienen una larga historia juntos. El establecimiento del cine como medio de comunicación de masas ocurrió casi al mismo tiempo que la primera criminalización del cannabis por parte del gobierno federal de EE. UU. alrededor de la década de 1930. A partir de ese momento, la marihuana en las películas ha aparecido representada en la pantalla de diversas formas curiosas y, a menudo, contradictorias. Tan pronto era una droga asesina que podría hacerte enloquecer o incluso matarte, como era vista como una puerta a un mundo creativo de libertad onírica. Otras simplemente era esa sustancia que te hace ver mucho más genial.
Por supuesto, también es muy posible ver cómo la contracultura influyó en la aceptación temprana del consumo de cannabis. Y cómo fue parodiado de muchas maneras a lo largo del camino. Hoy en día, cada vez más películas y programas de televisión modernos han comenzado a abordar los problemas relacionados con toda esta temática, desde la legalización hasta el humor fumeta revisitado y actualizado.
Los años treinta – un baile de propaganda con el diablo
Hay varios productos de este período de tiempo que no dejan dudas sobre su visión del cannabis. Con títulos como «Marihuana: la hierba del diablo», es difícil dejar espacio para la imaginación.
Reefer Madness es otro clásico de la época. Coloreada, rehecha y referenciada en musicales y parodias, nunca morirá y seguirá dando vueltas en la web como un muy buen ejemplo de una película de propaganda terriblemente mala. Financiado por un grupo de la iglesia, originalmente fue producido como una película “educativa”.
Aunque todavía se presenta como ajeno al uso generalizado de los adultos, las primeras representaciones convencionales de los impactos del uso de drogas, incluida la marihuana, provienen de esta época.
Los 70, el inicio de la comedia con “hierbas”
En la década de 1970, las drogas en general y el cannabis en particular llegaron a un período extraño. La marihuana aparece con más frecuencia en la pantalla, pero frecuentemente como elemento desencadenante de las acciones de la trama, sin peso real en ella. El ejemplo más conocido sería “El Expreso de medianoche” (“Midnight Express”, Alan Parker, 1978), una película sobre un estudiante estadounidense que es atrapado por sacar hachís de contrabando desde Estambul y que termina en prisión.
La tendencia de advertir a las personas sobre el uso de drogas duró cómodamente durante al menos una década, e incluso más. Las pocas excepciones a este período retrataron el cannabis de otras formas más imaginativas. Uno, desde el punto de vista de la comedia, fue el enfoque de Cheech y Chong. Utilizando una multitud de estereotipos, incluida la raza, el dúo cómico utilizó la marihuana como centro de su humor durante la mayor parte de los años 70. Algunos dirían que las películas de Cheech y Chong fueron probablemente las primeras películas sobre fumetas que existieron.
En películas como “El club de los cinco” (“The Breakfast Club”, John Hughes, 1985) el cannabis seguía relegado al perfil del personaje solitario supuestamente condenado al ostracismo. En un terreno de comedia ligera, aparecían temas que no eran realmente humorísticos e intentaban romper el estereotipo de partida de la trama. En ese grupo de elementos estereotipados a revisar, el cannabis comenzó a aparecer en la pantalla grande nuevamente desde puntos de vista diferentes.
Los 90 y el revisionismo
A mediados de los noventa, culturalmente hablando, se estaba en medio de la discusión sobre la legalización. “Miedo y asco en Las Vegas” (“Fear and Loathing in Las Vegas” Terry Gilliam, 1998), finalmente se convirtió en una película. El libro de Hunter S. Thompson había formado parte de este debate fuera de la pantalla desde que lo escribió. La realización de la versión cinematográfica fue el comienzo de la representación realmente moderna del cannabis.
A medida que se acercaba el nuevo siglo, las películas sobre el uso de drogas tendían a ir en dos direcciones diferentes. Había películas sobre yonquis como “Requiem for a Dream” (Darren Aronofsky, 2000), o “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996) que venían firmadas por realizadores de gran proyección y con un manejo de la estética cinematográfica capaz de producir un discurso amplio y lleno de matices. La otra dirección, que no era de adictos, eran películas como “El gran Lebowski” (“The Big Lebowski”, Joel Coen, 1998) o “Dazed and Confused” (Richard Linklater, 1993), que mostraban a los fumetas como personajes pintorescos en camino de posiblemente terminar marginados de la sociedad, pero con un buen sentido de la vida, propio y lleno de humor.
Cuando “American Beauty” (Sam Mendes. 1999) mostró el uso de la marihuana como una forma de salir de la pesadilla estadounidense, hizo sonar campanas culturales que indicaban que la imagen de la sustancia podía aportar mucho más a la pantalla que simples estereotipos.
El nuevo siglo
El sexo, las drogas y el rock and roll han sido durante mucho tiempo parte de la cultura de Hollywood. Tanto es así que es difícil entender realmente cómo separarlos. Sin embargo, ha habido un nuevo cambio definitivo hacia el cannabis en particular durante la última década.
Películas como “El jardín de la alegría” (“Saving Grace”, Nigel Cole, 2000) y “Superfumados” (“Pineapple Express”, David Gordon Green, 2008) abordaron el tema con humor, pero no a expensas de los usuarios. Documentales como “Super High Me” (Michael Blieden, 2007) también comenzaron a analizar las fuerzas políticas que mantienen controversias sobre esta temática.
Y, por supuesto, la importancia cada vez mayor de las series de televisión hará que la marihuana encuentre en la ficción en streaming nuevas formas de representación, quizás más variadas y matizadas, en el entretenimiento digital en el futuro durante al menos la próxima década. “Descolocados” (“Disjointed”, serie con dos temporadas:2017, 2018), la nueva serie de comedia de Kathy Bates sobre una tienda de marihuana en Los Ángeles ha dado ya dos temporadas con un total de 20 de episodios.
Desde esta perspectiva parece razonable esperar ver cómo el consumo de cannabis se representa de otras maneras. Aunque lo más probable es que esta etapa se inicie con más ejemplos de series que consistan en una broma estereotipada tras otra en busca de un respaldo de la audiencia que las haga rentables. Sin embargo, es esta misma competencia por la mirada del espectador la que probablemente propicie la aparición de otros enfoques más novedosos.
Mientras tanto, la información real sobre el cannabis, o los beneficios del aceite de CBD estarán más presentes en portales de distribución segura y legal como Justbob, que en la ficción de la pantalla, grande o pequeña.