Empezando por sus títulos de crédito que parecen sacados de aquella época, pasando por la banda sonora cargada de música de sintetizadores. Algo así ya había hecho la película “Drive” hace un par de años, pero en aquel caso la película de Ryan Gosling transcurría en aquellos años. También coinciden ambas películas en el uso desmedido de la violencia sin motivo aparente.
En cuanto al personaje de David, a pesar de la genial interpretación de Dan Stevens (procedente de la escuela “Downton Abbey”), te pasas la película preguntándote qué objetivos tiene el villano para hacer las cosas que hace. Quizás las respuestas lleguen al final (o no) puesto que nos encontraremos con un desenlace que hará pensar y mucho.
Y ahí está lo mejor de la película, el tramo final, más ochentero que nunca donde el realizador saca lo mejor de sí mismo para rodar unas escenas legendarias que contrastan con el ritmo pausado del principio.
El resto del reparto, han elegido a los actores más anodinos que han podido, quizás nuevamente en homenaje a la forma de hacer películas en los 80, pero aun así el conjunto termina funcionando.
Quizás haya que ver la película una segunda vez para realmente disfrutar de la película sabiendo que el final será apoteósico y que el camino hacia este también está cargado de buenos momentos.
Sinopsis: Una familia perdió recientemente a su hijo mayor en la guerra de Afganistán. Cuando todavía no se han repuesto del todo, a su puerta llama un desconocido de nombre David, quien dice haber sido amigo del fallecido durante la guerra.