Tenemos las espectaculares fotografías de María Mariñas en Arte K3, la divulgativa «Out to sea?», en la Fundación Barrié; los Horizontes de Xaquín Chaves en el Museo del Mar o la rancia expo del aniversario de Anfaco con fotos del sempiterno Pacheco.
Por eso crear inspirándose en el mar es valiente y arriesgado y un éxito cuando el resultado es bueno. Como es el caso de Ucha y Álvaro Rguez, que presentan «Historias de mar», un mano a mano divertido y reflexivo en la sala de arte Apo’strophe.
Un ejercicio dadaísta de «objet trouve» en el que Ucha da volúmenes escultóricos y Álvaro capta lo efímero con el objetivo de su cámara. «Y Dios le dio poder al hombre para enseñorearse de todos los animales y plantas…», afirman en la Biblia. Y el ser humano, que es tan listo como para inventar un ordenador que cabe en un bolsillo, pero tan tonto como para no ver más allá de la longitud de su nariz, sigue usando al mundo como su patio de recreo. Sobre esto me hace reflexionar «Historias de mar», tanto como «Out to sea?», aunque ésta última sea más científica qué artística.
Ucha presenta una serie de esculturas potentes de gran formato qué rentabilidad esos objetos estúpidos por el mar convirtiéndolos en grandes piezas expresivas que sin dejar la abstracción se acercan a lo figurativo. Me impactó la obra «Arriba hay luz», una columna cuajada de marcos, qué según su explicación un poco existencialista, simboliza la vida y su camino. Y que pese a su pesimismo, qué no deja de parecerme un optimismo experimentado, nos anuncia en su título que al final, arriba hay luz.
La fotografía de Álvaro Rguez es fresca y de situación, casi documental. No sólo juega con la composición y la luz, sino qué también explota el recurso del agua y como su presencia distorsiona la imagen original del objeto. Sobre las diferentes superficies qué presenta la costa (arena, roca, piedras, conchas) me comentaba Álvaro en la inauguración que lo curioso de este trabajo era llegar a la playa con un concepto pero sin nada en las manos, para, a lo peor, marcharse igual por que la marea esa noche no había arrastrado nada.
Las fotografías invitan a la participación a través de microrrelatos realizados por Colinas Baldwin, Elena Bangueses, Miguel A. Alonso Diz, Paula Cabaleiro y el propio Álvaro. Y dejan la puerta abierta para que el público escriba a través de la página de Facebook de la sala de arte Apo’strophe.