Los protagonistas de la exposición, que se inaugurará a las 20:30 horas del viernes, son grandes mansiones que en su día fueron hogares habitados física y emocionalmente, escenarios de calor, protección, seguridad ….y de familia cuya presencia parece estar en estado latente, explica la comisaria de la muestra, Rita Ibarretxe.
Casas a menudo símbolos de una época en que el tiempo pasaba más despacio y de una determinada clase social que mostraba toda su influencia y poder a través del esplendor de sus residencias y jardines. “Al entrar en un abandono por primera vez, un cúmulo de sensaciones se apoderan de mi”, señala Matilla. ¿Emoción? ¿Curiosidad? ¿Sorpresa ante lo desconocido? … ¿o todo de golpe a la vez? Ni el mismo lo sabe, pero sobre estos sentimientos existe un compromiso del autor no escrito: no dejar más que huellas, mantener en secreto el lugar y no llevarse más que fotos. Belleza de espacios inmóviles, en decadencia, siempre acompañados de nostalgia y melancolía, que nos obliga a preguntarnos más por el pasado que fue, que por el presente, fotografías que nos invitan a imaginar vidas, momentos, personas, historias, épocas …y donde ahora solo hay quietud y silencio. Lugares dormidos, que se fotografían para resistir en la memoria, evitando su paso al olvido, concluye el texto de Ibarretxe.
La muestra, que se enmarca dentro de la programación del XXXIV Outono Fotográfico, podrá contemplarse hasta el 12 de diciembre de lunes a viernes de 10:30 a 14:30 horas y de 16:30 a 20:30 horas y los sábados de 12 a 14 horas.