Según informó este martes Afundación, las propuestas educativas para «Salvador Dalí. Contador de historias» tienen, como siempre, el objetivo de acercar esta muestra al mayor número de público posible, así como presentar a los escolares de todos los ciclos educativos la obra de un maestro del arte pictórico contemporáneo. Para el alumnado de infantil y primer ciclo de primaria se elaboró el programa «Exploradores de sueños»; para segundo y tercer ciclos de primaria y primer ciclo de la ESO, «Dalí la fórmula de la genialidad»; para segundo ciclo de la ESO, bachillerato y C. F., «La vanguardia del surrealismo a través de la obra de Salvador Dalí». Además, esta exposición, debido a la mezcla de genios del arte y de la literatura se revela como una gran oportunidad para disfrutar de una visita guiada para público adulto, una forma de observar y descubrir todos los mensajes cifrados en la obra de Dalí. Así pues, se ofrecen visitas guiadas gratuitas todos los jueves a las 19.00 h.
Los programas diseñados para «Esencia dunha colección» se dirigen también a los diferentes ciclos educativos, con el objetivo de presentar a los escolares de una forma didáctica los contenidos de esta muestra de carácter semipermanente. Afundación trabaja por que la infancia y la juventud se involucren de manera notable en el conocimiento del panorama artístico gallego que, en esta ocasión, conecta de manera lineal con la historia de Galicia. Así pues, tomando como punto de partida estas dos disciplinas, el área educativa de la fundación ha diseñado dos programas didácticos orientados a promover el interés por el arte y la historia gallegas. De este modo, los escolares desde infantil hasta bachillerato y ciclos formativos pueden participar en alguno de los dos talleres o recorridos explicativos organizados para ellos. Para alumnos de educación infantil y primer ciclo de primaria se elaboró el programa «Pintafontes, pinta cores, pinta arte», en el que conocerán a un curioso y escurridizo personaje que se ha quedado fascinado por los cuadros que están en las salas; y para segundo y tercer ciclos de primaria, ESO, bachillerato y ciclos formativos se diseñó la propuesta «Una colección vista por dentro», en la que los escolares participarán en una simulación de las tareas de catalogación, embalaje, restauración o almacenaje, que conlleva todo montaje de una exposición.
Las dos exposiciones
La muestra «Salvador Dalí. Contador de historias» conformada por setenta y dos grabados y estampas pertenecientes a los llamados ciclos literarios de Dalí, períodos en los que su producción combina arte gráfico y literario dando lugar a ilustraciones evocadoras de algunos de los libros que más profundamente impresionaron al pintor de Figueres y que permiten un completo recorrido por la iconografía, la simbología y la fuerte personalidad de su autor. Las piezas que se presentan en esta muestra provienen de la Fundación Museo de Artes del Grabado a la Estampa Digital, que colabora con Afundación en la realización de un proyecto cultural que tiene como protagonista a una de las principales figuras del mundo del arte universal.
En esta ocasión, de la mano de Jesús María González de Zárate y Gloria Patón, en calidad de comisarios, y con la coordinación de Charo Sanjuán, Afundación centra la mirada expositiva en estampas y grabados que giran alrededor de Pantagruel de François Rabelais, Le bestiaire de La Fontaine y El ingenioso hidalgo don Quijote de Miguel de Cervantes. La exposición coincide con la celebración del IV centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote (1615-2015).
«Esencia dunha colección» es una muestra con carácter semipermanente articulada por sesenta y seis obras de la colección de arte de la fundación gallega que resalta la evolución del arte pictórico en Galicia, al tratarse de un discurso cronológico en que las principales figuras de la plástica están representadas. La muestra deja constancia, pues, de cómo desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, prestigiosos artistas gallegos consiguen darle a la pintura a brillantez que, durante el Románico y el Barroco, habían mantenido solo la escultura y la arquitectura. En este período los géneros protagonistas son el paisaje y el retrato. Con ambos se consolida la primera Escuela Gallega de Pintura, que recrea una Galicia a veces idealizada, a veces impregnada del realismo propio de la denominada Xeración Doente, que Ovidio Murguía de Castro abanderaba.
Denuncia y crítica social
En este período destaca también la pintura de denuncia y de crítica social, perfectamente representada por Castelao. El discurso expositivo continúa con la década de los años treinta que se caracteriza por la defensa de la tradición teñida de vanguardia por parte de los Renovadores en un proceso de universalización del arte gallego que desemboca en trayectorias personales como la de Laxeiro, Arturo Souto o Seoane. Estos años dieron luz también figuras como Urbano Lugrís ?que traduce el realismo mágico inherente al alma gallega en iconografía pescadora y colorista?, Maruja Mallo o Eugenio Granell que acercan riqueza al surrealismo con la exuberancia sudamericana durante los años del exilio.
Continúa el recorrido en la década de los cincuenta, momento en el que el arte refleja, a través del movimiento abstracto, el proceso de incipiente apertura al exterior por parte de España. Desde fuera de Galicia artistas como Caruncho, Lago Rivera o Labra conectan con iniciativas internacionales de abstracción tanto líricas como geométricas. Hoy por hoy destaca la figura del autodidacta Tino Grandío que integra la Escuela de Madrid, Manuel Mampaso que gana, con su informalismo, a I Bienal Hispanoamericana en 1951.
En Galicia la propuesta informalista evoluciona a experiencias tan interesantes como la de Leopoldo Novoa en los años setenta. Las nuevas tendencias expresionistas, formas orgánicas deformadas o sensaciones de ingravidez e irrealidad están patentes en obras como las de Jorge Castillo o Xaime Quessada. La globalización, los cambios políticos y una España que acaba de estrenar la democracia marcan los años ochenta en los que los artistas abandonan la denuncia social y la protesta para entregarse al placer de la creación. El movimiento Atlántica retoma el espíritu de las vanguardias de principios de siglo para hacer un arte fresco y oceánico, que mira hacia el norte de Europa y Nueva York.