«Al–Iksir, el Más Alto, Rey de los reyes de Arabia y uno de los cuatro más grandes soberanos de la Tierra en una época lejana, escrutaba el horizonte desde el alminar principal de su alcázar–palacio.
Esperaba con ansiedad la llegada del arquitecto. Miles de emisarios lo habían buscado por tierras de tres continentes, desplegándose por todo el orbe conocido. Pocas eran las jornadas que podían faltar, si alguna quedaba, para tener ante sí a Iskandar, en palacio. Entonces empezaría un camino de gloria para ambos».
Así comienza una de las historias más bonitas en lengua castellana, una novela con el espíritu de los antiguos poetas árabes, pero también con la capacidad para llegar al lector y disparar su imaginación de Gianni Rodari o Michael Ende, la economía de lenguaje de Hemingway y el simbolismo mágico en las palabras de Baricco. Gisbert es uno de los mayores maestros de nuestra literatura, y lo demuestra en una vasta carrera de 29 años y más de 60 libros. Sus impresionantes galardones enseñan de sobra quién es: el Premio CCEI, el Lazarillo, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Gran Angular, el Barco de Vapor en dos ocasiones o el Premio Cervantes Chico por el conjunto de su obra.
«Avanzaron después entre doscientos arbustos portentosos, cuyas flores tenían el color del fuego. Al–Iksir no los reconoció porque no los había visto nunca antes.
Les salió al paso un gran estanque de ónice blanco, con vetas negras y rojas serpenteantes, en cuyo perímetro había imágenes de animales de ámbar negro que arrojaban agua por sus bocas: leones, gacelas, águilas y panteras. El Emperador escuchó la canción del agua y dijo:
— Que el cielo me confunda si esto no es la antesala del paraíso».
Gisbert juega con la sonoridad de las palabras para crear imágenes portentosas. Toma las raíces del lenguaje y las actualiza en narraciones ágiles, de gran ritmo narrativo. Sus novelas son revisiones de las leyendas medievales que construyeron nuestra cultura, transmitieron los valores y perpetuaron lo bueno que hay en la sociedad. Son los cuentos con los que aprendimos a ser adultos y descubrimos lo compleja que es la vida.
Con ellos supimos que hay bondad, maldad, sacrificio, traición, esfuerzo y valentía, y cuáles son las consecuencias de unas decisiones u otras.
¿Cómo no vamos a adorar a los cuentistas como Gisbert?