«Londres, 1867.
Charles Dickens fue el culpable de la muerte de mi padre.
Cuando trato de esclarecer el momento en que mi vida pasó de la serenidad al horror, en que lo natural se convirtió en inenarrable, me veo sentada en el saloncito de nuestra pequeña casa cerca de Hyde Park, observando los bordes deshilachados de la alfombra ante la chimenea y preguntándome si ya era hora de comprar una nueva o de intentar remendarla. Pensamientos sencillos, domésticos. Aquella mañana caía una llovizna continua».
John Boyne es un veterano escritor irlandés que conoce a la perfección la literatura clásica británica. En esta novela le realiza un homenaje precioso y en concreto a Dickens, que no solo es el motor de arranque de la historia y la fijación de la protagonista y narradora, sino que es un modelo que sigue el escritor, como el alumno que se postra ante el maestro. Dickens es el espíritu que transmite cada página, tanto en sus obras costumbristas —que aparecen reflejadas en el comienzo del libro— como en las más terroríficas o de suspense —que veremos más adelante—. Si en «Motín en la Bounty», este mismo autor construía una de las mejores novelas de aventuras modernas, aquí plasma el espíritu británico con un acierto, una honestidad y una verosimilitud que no se encuentran fácilmente.
La protagonista de esta historia, Eliza Caine, es una joven maestra londinense de veintiún años, asustadiza y poco agraciada, sin fortuna y sin amigos, que solo aspira a vivir de su trabajo, ya que ningún buen caballero la corteja y sus posibilidades de matrimonio son escasas. Enseña a niñas en un elegante colegio tradicional y cuida de su padre, entomólogo y fan absoluto de Charles Dickens. Después de asistir a una conferencia del famoso escritor, el padre de Eliza sufre un empeoramiento muy grave de su estado de salud y fallece, dejando sola y sin porvenir a la muchacha.
Por casualidades del destino, ella encuentra un anuncio en el periódico que solicita una institutriz para la hacienda de Gaudlin Hall y, pensando que no tiene nada que perder, decide embarcarse en el reto. Por desgracia, Gaudlin Hall es la clásica mansión victoriana embrujada, donde ni los dos niños que viven allí ni la historia anterior a la llegada de Eliza son lo que se espera de ellos y harán que pase muy malos momentos. No es una historia de terror al estilo que estamos acostumbrados ahora, sino un verdadero terror victoriano, dickensiano incluso. Boyne maneja los tópicos de aquella literatura y los actualiza, los convierte en elementos de una novela moderna, dinámica y muy divertida.
John Boyne se hizo mundialmente conocido en 2006 por su obra «El niño con el pijama de rayas», pero ha escrito mucho más, tanto novelas para adultos como novelas para jóvenes y relatos. Es un maestro de la asimilación de elementos clásicos y un novelista tremendamente hábil, como ha demostrado con delicias como esta.