Sin embargo, él prefiere huir de ciertos tópicos, de la autoayuda y de la moda del ‘coaching’. Aunque leyéndole nos evoque a ese cóctel explosivo, él alega que se basa en algo muy sencillo: la ciencia y sus métodos. También en los resultados. Tras vender miles de ejemplares con sus tres primeras publicaciones, este viernes ha visitado Vigo para promocionar su nuevo libro: ‘Nada es tan terrible’.
Pregunta: ‘Nada es tan terrible’. Suena categórico y seguro que a muchos lectores se les ocurren muchas cosas terribles con las que cargar en la vida. ¿De verdad no hay nada que nos impida ser felices?
Respuesta: Puedes pensar que sí hay cosas terribles y así será para ti. Cada vez que imagines algo tremendo, experimentarás emociones bastante desbocadas. Hay gente, por otro lado, persuadida de que no hay nada terrible, ni siquiera que caiga un meteorito y lo destruya todo. Y viven mucho mejor.
En el libro sostiene que tener una enfermedad grave, quedarse en silla de ruedas o no tener empleo no son motivos para no ser feliz. ¿No corremos el riego de banalizar los problemas de la gente?
Ahora te ataca el mito de la preocupación. Crees que hay que preocuparse para ocuparse. Sin embargo, los grandes ejecutivos disfrutan organizando y resolviendo retos. La absurda bondad de la preocupación es un error porque te vuelve un ser temeroso. Además, la fuerza del disfrute es veinte veces más potente que la fuerza de la preocupación.
Perdone si la pregunta es demasiado fuerte, pero… ¿la víctima de ‘La Manada’ puede estar feliz ahora mismo?
En el libro ‘Un niño afortunado’, el juez de la Corte Internacional de La Haya, Thomas Buergenthal, explica su paso por el campo de exterminio de Auschwitz. No entró en depresión en ningún momento, ni siquiera cuando vio matar a su padre. Por supuesto que fue difícil, pero a diferencia de otros, él estaba dotado de una filosofía personal especial. Todos podemos adquirirla. Esta mentalidad te permite salir de los problemas mucho más fácilmente y mantener siempre en mente la voluntad de hacer algo hermoso por el mundo.
Propone una serie de métodos para ser feliz y casi todos pasan por la mente. ¿Debemos entrenar el cerebro igual que vamos al gimnasio a ejercitar el cuerpo?
Actualmente, la vida es tan exigente que a casi todos nos conviene más fortaleza emocional. El entrenamiento mental te hace más fuerte, como han comprobado ya deportistas de élite y grandes ejecutivos. Es lo que en la actualidad está marcando la diferencia. Estoy seguro de que dentro de 20 o 30 años, será lo más normal.
¿El psicólogo es, en cierto modo, el monitor del cerebro? ¿O esa figura está por descubrir?
Por ahora la gente común solo va al psicólogo si tiene una fuerte depresión o un trastorno de ataques de ansiedad, algo grave. Pero los grandes ejecutivos ya se benefician de la capacidad del entrenamiento mental para ser más fuertes y más capaces de felicidad. De hecho, se puede descubrir, por ejemplo, la vía del éxtasis: tener de manera regular experiencias extáticas, altamente armoniosas. Eso, además de hacerte muy feliz, te hace increíblemente creativo.
Le he leído decir que en tres o cuatro meses usted es capaz de hacer que alguien comience a ser feliz. Hace que parezca tan fácil que asusta.
Yo no soy capaz de eso. Simplemente, porque nadie puede hacer feliz a nadie. Sin embargo, si tienes las herramientas correctas -y con mucho esfuerzo por tu parte-, puedes producir un cambio radical en tu manera de ver el mundo. La psicología cognitiva, avalada por cierto por más de 2.000 estudios publicados en revistas científicas, te da esas herramientas, pero eres tú quien tendrás que cambiar de mentalidad.
¿Esto sería aplicable a una persona con depresión?
Bien tratada, la depresión se curará en un tiempo que irá de dos semanas a un año, dependiendo de las causas y la severidad del cuadro. En todo caso, habrá que trabajar duro. Pero si lo hacemos bien, la persona saldrá fortalecida de por vida.
La depresión es un tema que está empezando a dejar de ser tabú. ¿En qué punto cree que está la sociedad respecto a esta enfermedad?
Respecto a todas las enfermedades mentales, estamos mejorando la percepción. Eso es de celebrar porque el 30% de la población está mal. Por lo tanto, es estúpido ocultar el problema. Es mucho mejor abrirnos a ese hecho y trabajar duro e invertir en investigar las mejores soluciones reales.
¿Hay más casos de depresión que antes o es que se conocen más? ¿Tiene algo que ver con la sociedad actual?
Cuando yo empecé a estudiar psicología el índice de depresión era de alrededor de un 6% de la población; ahora es del 15%. Y todas las demás patologías han crecido de igual forma. Si comparas las exigencias del hombre de hoy con las de nuestros abuelos, lo flipas: “estar delgado”, “tener estudios”, “ser extrovertido”, “haber viajado”, “tener una casa bonita”, “ser elegante” y diez mil cosas más que a ellos se la repampinflaba. El ser humano no está hecho para tal lucha.
Habla de un 80 por ciento de éxito en sus pacientes. ¿Qué sucede con el 20 por ciento restante?
No mejoran lo que desearíamos. Mi trabajo diario es intentar hallar fórmulas que sí lleguen a ellos. Es mi misión como investigador en Psicología. Seguramente, dedique toda mi vida a ello.
¿Ha sentido alguna vez la decepción de saber que no podrá ayudar a algún paciente?
Por supuesto. Y es algo que, en algunos casos, es doloroso. Por ejemplo, yo he tenido dos suicidios de pacientes y es un trago. Durante unos días deseas dejar esta profesión. Pero forma parte de nuestro trabajo que, por otra parte, es súper hermoso. Los casos no exitosos te persiguen siempre: piensas qué será de ellos y cómo, con lo que vas avanzando, quizás podrías desencallarlos ahora. Pero, en conjunto, es una profesión apasionante.
En su libro hace referencia a electroestimulación intercraneal. ¿De verdad llegará el día en el que le demos una orden a nuestro cerebro y éste la cumpla sin más? Sería el fin del insomnio, la anhedonia y tantos otros problemas.
La vida cambiará mucho cuando seamos capaces de cambiar los estados anímicos a voluntad y muchas otras facultades mentales. Si no destruimos antes el planeta, se producirá un cambio brutal porque seremos pacíficos, amorosos, creativos, etc. Pero, ¿sabes? Yo, como Stephen Hawking, estoy convencido de que no llegaremos a tiempo. Lo cual tampoco me preocupa porque todo lo que empieza debe acabar. Pero el control mental total es una posibilidad perfectamente factible en el futuro. Mientras tanto, tenemos la psicología cognitiva profunda.
He de confesarle que soy un poco escéptico con las frases idílicas y los consejos proverbiales que cada día inundan más nuestro entorno, y su libro me ha transmitido mucho de eso. ¿No se nos está yendo la mano con el idealismo vital, las frases y relatos de Paulo Coelho y la filosofía de consumo rápido?
Como sucede en Medicina, existe también una pseudo-ciencia de la Psicología. Yo le recomiendo a todo el mundo que se acoja al método científico, a lo comprobado con estudios. Elucubrar, trabajar con hipótesis no comprobadas, echar a volar la imaginación sin detenerse a analizar los resultados de forma objetiva, es muy fácil, pero se cae en la superchería. Los crecepelos tienen éxito porque ofrecen resultados mágicos. Y, a veces, hasta son iatrogénicos: esto es, perjudiciales para la salud.
Se basa usted mucho en eliminar necesidades para ser feliz y habla de la “renuncia” como concepto. ¿En qué se diferencia eso de ser conformista?
La “renuncia alegre” consiste en darte cuenta de que nunca necesitaste tener pareja para ser feliz o ser actor en Hollywood. ¡Qué liberación! Ahora bien, ¿por qué no plantearse retos? Podemos intentar llegar a un sitio, pero sin presiones locas. Verás que desde esa postura, hasta rindes mucho más que antes.
¿Si elimino mis necesidades no corro el riesgo de estancarme y no progresar?
Al contrario. Viajarás libre, sin presiones. Es como tener erecciones: sólo si disfrutas del proceso, las tendrás. Las obligaciones, el temor, la presión, las broncas… son un combustible muy mediocre. La alegría, el juego, la diversión, el amor, la sugerencia (y no la exigencia) son, en comparación, energía atómica.
Supongo que no estará muy al tanto de la actualidad viguesa pero en nuestra ciudad tenemos mucha gente enfadada. El presidente del Celta está muy enfadado con el alcalde, el alcalde se enfada continuamente con el presidente de la Xunta, el presidente de la Xunta saca muy malos resultados electorales en Vigo… Desde luego, se les podría ver más contentos. ¿Algún consejo para ellos?
Habría que ver si de verdad están tan enfadados o es una percepción suya. En todo caso, enfadarse es siempre una forma de neurosis. Es mucho mejor, aceptar que el universo nunca será perfecto ni falta que hace. Por ahí hay países que funcionan mucho peor, como India, y hay menos depresión. De hecho, en el terreno material, estamos en la mejor época de España: tiramos el 30% de la comida que se compra cada día… Nunca antes se había tirado tanto. Señal de que nos quejamos demasiado.