El escritor y director de la Editorial Galaxia, Francisco Castro, escribe «siempre» pensando en la gente joven y por eso en su nueva novela, «El cementerio de barcos», este vigués de verbo desbordado se mete de lleno en una historia con el amor jaula y la memoria histórica como los pilares que marcan la trama.
Lo hace, cuenta a Efe, porque es «terrible el desconocimiento que tienen de nuestro pasado reciente» y porque le resulta un «sinsentido» que, pese a que cada vez se habla más de ese «amor malentendido» que tienen muchas jóvenes, las estadísticas sobre violencia machista en esta edad no dejan de subir. Por eso «El cementerio de barcos» (Siruela) es un libro que también deberían leer «muchos adultos».
En concreto es la historia de David y Lucía, él un «chaval lector que se enfrenta a críticas por leer» y ella una chica enamorada de Lito, un «antipático» que hace que confunda el «amor jaula» con el verdadero. Dos vidas que se unen en un pueblo gallego durante los meses de verano y que acabarán convergiendo para investigar un caso con el que Castro abre el melón de la memoria histórica.
«Estamos sometidos a una amnesia desde hace 80 años, algo que no ha ocurrido en otros países como Alemania donde supieron acercarse a su realidad hasta el punto de que algunas acciones como levantar el puño están penadas. Aquí parece que hay una tolerancia donde no tiene que haberla», critica
La tolerancia
Y tanta es su indignación ante esta situación que considera que hay que ser tolerante «excepto con el que no lo es»: «En España hay tolerancia cero con formaciones políticas abiertamente homófobas y que satanizan cualquier clase de inmigración, pero en realidad es aporofobia, odio al pobre, porque a nadie se le ocurre llamar a Messi sudaca, por mucho que defraude a la hacienda pública».
Además, en «El cementerio de barcos» reivindica con la figura de David y el de una bibliotecaria la importancia de la lectura: «Ella es la que sabe buscar en los documentos el dato que le falta a David. La lectura es una virtud positiva y hay que fomentarla». «Soy crítico con las campañas de lectura que se limitan al 23 de abril, es como la miss que desea la paz en el mundo. Son frases huecas y lo que hay que hacer es tomarse en serio el papel de la lectura porque eso es tomarse en serio la fortaleza de la democracia», matiza.
Respecto a su protagonista, Lucía, en este libro el lector podrá ver la evolución que tiene gracias a su amistad con David, una transformación que va teniendo esta joven que al principio no ve nada negativo que su chico «rompa cosas». «Estoy muy interesado en transmitir esa nueva masculinidad, los hombres tenemos que reivindicarnos como grandes llorones, yo lo soy, y David representa ese hombre sensible, empático, frente a Lito», agrega.
«Remover conciencias»
Convencido de que estos temas deben llegar a «mucha gente», Castro también desea que con este libro logre «remover conciencias», y que las chicas que lo lean se «planteen que la relación que tengan tiene que ser sana», así como que los chicos se «impliquen en cuestionar sus propios valores».
«Voy a los colegios y les pido a los chicos que se reivindiquen feministas, porque tienen que querer un mundo igual, porque así será mejor. Y también les cuestiono sobre la memoria histórica porque hay heridas del franquismo que siguen ahí y que seguirán si no hacemos un ejercicio», expresa.
Pero Castro lo hace no solo con este libro, sino con otros como «Tantos años de silencio», donde lleva a su personaje a aceptar dirigir una excavación en unas fosas comunes de la Guerra Civil en el denominado Pazo de Flavia. «Mi literatura tiene un punto político, desde punto de vista griego de la polis», concluye.