Madrileño de nacimiento, vigués de adopción y miñoto de profesión, pero sobre todo, con alma de escritor. Gabriel Romero de Ávila (Madrid, 1978), médico en A Guarda y colaborador en la sección de Cultura de VIGOÉ, tiene nuevo libro. «El cazador de tormentas» (Los Libros del Salvaje. Vigo, 2021) es la tercera obra de su saga de aventuras que inicio con «Nilidiam» (Editorial Universo. Madrid, 2014) y continuó con La reina demonio del río Isis (Editorial Trymar. Vigo, 2016).
«Yo soy claro y lo que ofrezco siempre son relatos de aventuras porque me parece lo más interesante», asegura. Con una cuarta entrega ya en marcha, Gabriel vive con pasión su amor por la lectura y escritura. «Esto hace 30 o 40 años era impensable, las redes sociales, internet, Amazon, Google…, aunque estén muy denostados creo que han abierto una puerta a muchos escritores noveles y a gente que puede poner su trabajo al servicio de los demás», añade.
-¿Desde cuándo vives en Vigo y cómo llegas hasta aquí?
-He viajado mucho, es mi pasión. Nací en Madrid, estudié medicina y llevo aquí trabajando 17 años y muy contento. Xa falo galego y todo! Nací el día 9 de diciembre de 1978 con la Constitución. Trabajé en Inglaterra, Tenerife y Pontevedra tanto en la sanidad pública como privada. Acabé afincado en Vigo, que es una ciudad maravillosa. Tiene un poco de todo, tamaño intermedio, que te permite los lujos de una gran ciudad y la cercanía de los pueblos. Tiene playa, montaña, asfalto, pero tiene campo, es una mezcla extraña y curiosa y cada vez hay más sensación de vigués, ese orgullo de ser vigués que no existía hace 20-30 años y que ahora cada vez da más gusto decir que vienes de Vigo, que eres de Vigo.
-¿Dónde nace tu amor la escritura y la lectura?
-Llevo escribiendo siempre, me recuerdo escribiendo toda la vida. Facultad, instituto, siempre compaginaba una cosa con la otra. Mis cuadernos y mis escritos guardados que algún día soñaba con que llegaran a alguna parte, sin muchas esperanzas, pero tanto como lector o como escritor ha sido una pasión grande y muy cultivada. Supongo que también venía un poco de mi padre que era un gran lector y hacía sus pinitos como escritor. Él es de un pueblito de La Mancha, La solana en Ciudad Real. Para la Mancha un pueblo pequeño pero para Galicia sería un gran pueblo porque tiene casi 20.000 habitantes. Para la Mancha no es nada porque son pueblitos más recogidos, no tienen la dispersión geográfica que hay en Galicia y son entonces menos pueblos pero más compactos.
A mi padre le gustaba mucho dejar por escrito las historias y anécdotas de la gente. Era médico internista y mi madre enfermera. Viví la pasión de la sanidad y de las letras en casa. Había muchos libros en casa y me crié con ellos. Él se crió con libros porque no había televisión. En su época empezaba la radio, era el gran despliegue. Yo me crié con televisión y con cine y ahora los chavales se crían con móviles. El mundo cambia de generación en generación pero en aquel entonces lo que teníamos eran los libros, yo con la novela de aventuras, con Salgari, con Verne, con Stevenson con toda esa gente que en aquella época era muy popular, novelas juveniles que se vendían en todos sitios y se consideraba que era la forma de educar a un chaval, era lo más idóneo para que soñaras con lugares exóticos, aventuras, héroes y crecí con eso y con cómics.
-¿Cómo es ese paso de escribir en casa o en tu blog a editar una novela?
-No te sabría decir exactamente porque todo ha sido muy progresivo. Cuando escribía en el instituto y en la facultad le daba a leer a mis amigos lo que había hecho, luego pasé a una salida muy buena que existe desde hace unos años que es internet, pasé a publicar en blogs, páginas web de aficionados, fanfiction y cosas así que es un mercado muy bueno para probarte a ti mismo y ganar práctica, porque en el fondo esto tiene mucho de práctica, de ensayo y error. Tienes que darte muchos tortazos para llegar a ser bueno, si consigues llegar alguna vez. De ahí pasé a publicar en papel, algo que sí que es una actitud humilde en ese sentido, pues lo que tú solo has creado pasa a ser de todos, entonces tienes que tener las espaldas muy anchas y aceptar la críticas porque si no no se aprende en esta vida.
-¿Has tenido muchas críticas??
-Sí, las tuve.
-¿Dolorosas?
-Sí, a ver claro, todos tenemos nuestro ego, ¿no? Y el escritor sobre todo. Hay una de las coñas de Facebook que dice que “cómo se suicida un escritor: se sube a su ego y se tira”, claro es que es la mejor forma, el ego del escritor está ahí, es una realidad. Yo creo que todos los artistas somos un poco creídos en ese sentido, tú crees que has creado algo que hay que dar al mundo. ¿Pero tú de verdad crees que el mundo necesita lo que has hecho? Ayer, por ejemplo estuve con una amiga que es escritora y publicó su primera novela y ponían en redes qué consejo le darías a alguien que publica su primera novela, pues darte cuenta de que es mala, ¡claro!, lo primero es que hay que ser consciente, lo decía Hemingway, toda primera obra de un escritor y toda primera versión de un libro es mala y tienes que entenderlo. Cuando aceptas esa autocrítica y que ya mejorarás o no, que hay quien lo consigue y quien no.
Yo no sé si estoy en el lado de los que mejoran, pero bueno la idea es que lo intentes por lo menos. Cuando tú aceptas esa autocrítica, esa realidad, de que hay gente que escribe mejor que tú y tú tienes que tender a mejorar, eso te hace más humilde y creo que eso es bueno.
-Tu primera novela fue «Nilidiam», pero antes ya habías escrito numerosos artículos. ¿Cómo construyes tus relatos?
-«Nilidiam» fue la primera novela, pero antes escribí artículos de ficción y relatos en revistas y ficción en internet. Tuve una idea en el 2008. Gané el certamen de relato corto del Concello de Nigrán. Hay un concurso de relatos en gallego, yo con mi gallego terrible que no sé cómo no tuvieron el detalle de decirme, mire oiga esto es infumable porque en aquel entonces yo no tenía los cursos de Celga, pedí ayuda a una amiga maestra, pero lo gané con una idea fundamental que era inventarme un país. Me inventé un país que era Nilidia que existía entre Libia y Túnez y me interesaba mucho el tema de cómo todas revoluciones nacen con un sueño de mejora básicamente y como la inmensa mayoría acaban en la misma situación inicial de la que partieron o peor, que es un poco la idea de “Viva Zapata”, la película de Anthony Queen, que me embarcó esa idea de pequeño.
Me inventé un país para mostrar todo eso, revoluciones que acababan en desastre para la población, y de ese relato inicial salieron todas las demás novelas, porque me pareció una idea muy curiosa. El hecho de tener un país propio que compartiera todas las circunstancias de esa región, que tuviera colonialismo europeo, invasiones otomanas, repúblicas corsarias, todo lo que mola de las novelas de aventuras y luego poder cambiarlo y poder utilizarlo a tu antojo. Me parece algo muy interesante en el sentido de la verosimilitud y el apego a la realidad pero luego poder mezclarlo con la fantasía.
-¿Puede considerarse una trilogía?
-Es más bien una saga, una serie de épocas diferentes. Cada novela transcurre en una época diferente y con una temática distinta en la misma región, en puntos distintos del país, o bien en años diferentes de manera que todo lo que escribo es independiente y se puede leer sin saber nada más.
-¿Qué nos vamos a encontrar en «El cazador de tormentas»?
-El lector se va a encontrar una novela de aventuras. Yo soy claro y lo que ofrezco siempre son relatos de aventuras porque me parece lo más interesante, me parece que en cualquier época pero sobre todo en ésta que necesitamos diversión y evasión y que la gente tiene muy poco tiempo para leer de manera efectiva, para relajarte, para desconectar de tu vida. Yo no pretendo arreglarle la vida a nadie ni dar lecciones de vida, no las tengo ni tampoco claves para afrontar nada, pretendo divertir a la gente, que se entretengan con 180 páginas, que se les pase en un suspiro y que quieran más, eso creo que es lo que me mueve a escribir.
Esta es un novela de aventuras situada en 1546 en el norte de África y trata sobre la llegada de las invasiones otomanas. En aquel tiempo eran naciones más o menos independientes que se basaban en la actividad corsaria de la costa mediterránea y bajo la supervisión más o menos explícita del Imperio Otomano. Pero aquí el Imperio Otomano decide que ya han hecho mucho por su cuenta y lanzan sus ejércitos contra el territorio de Nilidia y vemos una tribu nómada un poco perdida en ese mundo, porque ellos viven en su desierto sin saber muy bien quién gobierna y quién no, ni en qué año están, para ellos un día es igual que el siguiente y se guían por las estrellas y por las estaciones y el tema de reyes, sultanes, imperios…no lo comprenden muy bien, y es un poco esa historia, de esa sensación un poco de pérdida o de qué es lo que pasa, por dónde vienen… y luego hay mucho más.
-¿Le ayudó la pandemia a escribir?
-Sí, en el sentido de tener más tiempo para uno mismo. Yo creo que a todos nos ha ayudado a pensar un poco más en nosotros mismos, en quienes somos, en qué queremos hacer, tienes más tiempo y a veces eso no es muy agradable.
-¿Ese encierro le ha permitido concentrarse más en su obra?
-Yo tengo una enorme suerte, soy una persona muy afortunada. He estudiado lo que he querido, he trabajado de lo que he estudiado, vivo con unas condiciones buenas porque no falta trabajo. Ahora mismo médicos hacen falta y encima en una situación tan terrible como ésta he podido salir de casa, seguir unas rutinas bastante habituales. Mis horarios fueron los mismos con la diferencia de que no podías salir de casa entre turnos, pero esto también me ha ayudado mucho psicológicamente. La mayoría de la gente ha tenido la sensación de desubicación por pérdida de horarios, de rutina, sensación de encierro. Yo no he llegado a tener ese problema pero sí he tenido más tiempo para estar conmigo mismo, con mis escritos y poder organizarlos de acuerdo a unos horarios y una rutina.
Y sí, esta novela ha nacido en el confinamiento, la escribí entera, en este año maldito y yo creo que sí un poco tiene que ver con eso, con la temática general en la que escribimos todos, esa incertidumbre, esa desubicación y esa sensación de encierro. El protagonista es un niño que tiene que pasar su prueba de madurez y se encuentra con una invasión otomana de frente. Él sólo tiene que ir a por un otomano, matarlo, despellejarlo y traer la piel al poblado para ser aceptado y entonces pasar esa prueba de madurez sí que tiene mucho que ver con las tribus reales, era un poco lo que te decía, poder aunar en cosas fantásticas con cosas reales. Los Masai a día de hoy tienen que estar un año fuera y cazar un león y traer la piel del león para ser aceptado, si no tienen que estar un año fuera de la tribu.
-¿Consideras posible vivir de la escritura en el panorama literario de Vigo?
-No escribes para vivir de esto, creo que es una concepción errónea. Yo sigo mucho a Teo Palacios, maestro, no sólo de la literatura, si no de la docencia en literatura y que vive aquí en Cangas, y contaba, hace relativamente poco, que sólo el 4% de los escritores viven de lo que escriben, no de sus novelas, quiero decir, de colaborar con periódicos, de asesoramiento, conferencias, charlas… No creo que debas afrontarlo de esa manera, no escribes para ganarte la vida, lo haces para servir a la historia, a la narración que tú quieres contar, única y exclusivamente para eso. El escritor sólo es un artífice, sólo son las manos que lo escriben pero tienes que intentar vincular una historia y servir a la historia no al mercado editorial, no a las ventas, no a ganar dinero porque así estás traicionando un arte.
Eso lo dice también Aramburu, tienes que decidir a quién sirves, al mercado editorial, pues entonces escribes otra historia de zombis, de sadomaso… y puedes vivir muy bien. Marcial Lafuente Estefanía sacaba otra novela de vaqueros y muy bien, me parece muy admirable, o puedes decidir servir a la narración, aportar algo aunque suene muy creído, muy ególatra, aportar algo al mundo. Pero realmente tienes que servir a una profesión que es más antigua que tú, es de las más antiguas de la historia. Eso lo dice Harari, que realmente la humanidad empezó a ser un pueblo gracias a las historias que los unían alrededor de una hoguera y los convertía en evolucionados, dejaron de ser simios para a través de la imaginación, las historias, convertirse en un pueblo unido.
Y el contador de historias es la profesión más antigua que existe y la que realmente sirve al pueblo y tienes que ser eso, un contador de historias, que es tan bonito, tan inútil, tan innecesario porque ni cazas para la tribu, ni haces fuego ni podrías sobrevivir en una isla desierta…, no sirves para nada, pero es así de bonito y creo que es lo que tienes que aportar. No pretendas vivir de esto, es lo que le diría al que pretenda escribir, hazlo bien para ti y para la narración, que tenga sentido, que los personajes estén bien, que hagan lo que tienen que hacer por sí mismos, no por lo que tú quieras ni porque se vaya a vender bien, que eso los lectores lo perciben, no son tontos. Un lector sabe cuándo has hecho algo para que el libro se venda o porque te lo han dicho, porque te lo han censurado y cuando lo has hecho porque de verdad lo sientes y porque tiene sentido y esa honestidad creo que es muy importante, y en todo, en la profesión de la medicina, en los políticos, periodistas. Hemingway lo decía, el escritor tiene que ser honesto y decir las verdades aunque duelan.
-¿Qué le recomienda a cualquier persona que quiera autoeditarse?
-Que no se rinda. Vigo vive una época buena. Esto hace 30 o 40 años era impensable, las redes sociales, internet, Amazon, Google…, aunque estén muy denostados creo que han abierto una puerta a muchos escritores noveles y a gente que puede poner su trabajo al servicio de los demás. Antiguamente existían las revistas, los periódicos que aceptaban relatos y podías mostrárselo a la gente. Internet es una ventana al mundo inimaginable. Los que hemos vivido sin internet sabemos lo que era eso, el acceso al conocimiento, a la diversión, al ocio, a la afición es increíble, ha cambiado el mundo para siempre. Hoy en día existen muchas posibilidades para autoeditarse, para publicar en antologías, para contactar con editoriales pequeñas, medianas e incluso grandes, y eso es muy bueno. También exige mejorar tú, el que haya mejorado el acceso es muy bueno pero tú no puedes rendirte en tu autocrítica, en tu obligación de mejorar como escritor. Si tú de verdad crees que puedes aportar algo al mundo tiene que ser algo digno de que el mundo te escuche.
Yo, por ejemplo, gracias a internet , pude contactar con Fran Zabaleta, con su editorial e incluso iniciar una amistad que sigue ahí. Soy muy amigo de las nuevas tecnologías, del mundo en el que estamos y creo que hay que sacarle partido.
-¿Tiene ya en mente su siguiente obra?
-Sí, la he empezado. El ansia no se pierde. Yo no sé vivir sin escribir. Los días que no escribo se me nota muchísimo, estoy cabreado, mal carácter, contesto mal a la gente… lo reconozco. Necesito escribir. Publicar un libro es algo accesorio, lo prioritario es escribir. Publicar un libro es una consecuencia, un gusto, la satisfacción de ver el trabajo terminado pero mi objetivo es escribir y seguir escribiendo.
Estoy muy contento con Vigoé por la posibilidad de escribir artículos, historias y anécdotas extrañas. Creo que lo importante es estar en comunicación, mejorar la comunicación entre todos y aprender cosas todos de todos. Estoy muy satisfecho por la posibilidad que he tenido en la vida de escribir relatos, novelas y espero que la gente sobre todo lo disfrute, ya no sólo lo haces para ti sino para compartirlo y lo que deseo es que la gente se divierta con mis novelas y si lo consigo seré el hombre más feliz.