Ha trascendido estos días la noticia de que el pasado 29 de julio falleció Antonio Vera Ramírez, una de las más importantes leyendas de la literatura popular española, a los 90 años recién cumplidos. Su obra incluye más de mil cien novelas, que publicó sobre todo bajo el seudónimo de Lou Carrigan, pero también como Angelo Antonioni, Lou Flanagan o Crowley Farber.
Nació el 2 de julio de 1934 en Barcelona, se formó como perito mercantil y empezó a trabajar en banca, pero desde siempre tuvo claro que su pasión era la escritura. En 1959 publicó su primera novela: Un hombre busca a otro hombre, un western típico de aquellos tiempos de quioscos y libritos de a duro. La literatura popular llenaba los establecimientos y la imaginación de los lectores, con grandes firmas como Marcial Lafuente Estefanía ―que ya había popularizado las historias del Oeste desde unos años atrás― y Corín Tellado ―especializada en novela romántica―. De hecho, estos dos autores habían debutado en la editorial Cíes, situada en Vigo, que fue la que instauró en los años cuarenta la distribución a quioscos, de tan enorme éxito y que copiaron otras grandes como Bruguera.
En 1962, el mercado era tan floreciente y Antonio Vera había obtenido tan buenos resultados con su obra literaria ―que ya pasaba de la veintena de novelas cortas―, que decidió abandonar su empleo en banca y lanzarse por completo a la tarea de escribir. Estuvo en activo durante cuarenta años, con una producción total en torno a los mil cien títulos, lo que se traduce ―según cálculos de tiradas del propio autor y sin contar ediciones piratas, que en esa época fueron numerosas― en más de doscientos millones de volúmenes firmados por Vera, casi siempre como Lou Carrigan. Escribió novelas de aventuras de todos los géneros en boga: Oeste, ciencia ficción, románticas, eróticas, artes marciales, bélicas o de terror. Y trabajó para las editoriales más significativas, como Bruguera, Ceres, Ediciones B o Salvat.
Su serie más longeva y que disfrutó de una mayor popularidad fue la de Baby, la espía, que Vera presentaba del siguiente modo: «Brigitte Montfort es una periodista profesional que trabaja para el prestigioso Morning News, ganadora del Premio Pulitzer, y reconocida a nivel profesional dentro del mundo del periodismo internacional. Vive en un lujoso apartamento en el piso veintisiete del Crystal Building de la Quinta Avenida, frente a Central Park de Nueva York. Integrada en la alta sociedad neoyorquina, recibe numerosas invitaciones a toda clase de recepciones de alto nivel, donde se la tiene en muy alta estima por sus muchas y elevadas cualidades. En resumen, todo parece indicar que la señorita Montfort lleva una vida despreocupada, cómoda, feliz, y aparentemente egoísta, pero la realidad es que Brigitte Montfort es también una espía independiente de alto nivel que suele trabajar para la C.I.A., con el nombre clave de Baby. Experta en Artes Marciales y en el uso de diferentes armas y vehículos, domina varios idiomas, entre ellos el francés, el alemán, el italiano, el ruso, el español y el portugués. Bajo las órdenes directas de Charles Alan Pitzer, jefe del sector neoyorquino del espionaje y contraespionaje norteamericano, recibe en ocasiones órdenes directas de Mr. Cavanagh, jefe absoluto del Grupo Mundial de Acción de la C.I.A., quien convoca a Brigitte en su despacho en Langley, utilizándola siempre en las más arriesgadas misiones del espionaje mundial».
De Baby escribió la cifra redonda de 500 novelas, lo que la convierte tal vez en la serie literaria más larga jamás escrita, por lo que su autor llegó a presentar una petición ante el Libro Guiness de los récords para que le fuera reconocido ese mérito. La fama que adquirió este personaje rompió fronteras y décadas, sobre todo en Brasil, donde contaba con innumerables seguidores.
Estos días hemos sabido que Antonio Vera falleció el pasado 29 de julio, pero nos deja un legado de enorme producción literaria y de una maravillosa influencia a nivel internacional. El género de la novela de aventuras debe grandes honores a creadores rápidos y dotados de la chispa del genio, que cada semana producían una epopeya singular y lo mismo emocionaban a sus lectores con abordajes piratas, viajes por el tiempo, combates en el ring o amores trágicos. Fueron ellos los que hicieron posible que toda una generación de españoles se aficionase a la lectura y, semana tras semana, acudiera al quiosco en busca de diversión.
Descanse en paz, maestro.