A una orden de Driza, los esclavos abrieron los odres de vino y la alegría se generalizó. Los bardos empezaron a entonar Yılan —«serpiente», en turco—, una vieja canción de guerreros que se dirigían a la batalla. Desde ese momento, el viaje se convirtió en una fiesta.
⸺Hace mucho, la tierra
estaba unida en un reino grandioso,
gobernada por una única reina,
consorte del dios del mar.
El señor de las aguas la amaba
y creó de la nada un paraíso.
Diez reinos para sus diez hijos gemelos,
rodeados por la serpiente del mundo.
La tierra era una y estaba rodeada
por la serpiente que se muerde la cola,
guardiana de los secretos del mar,
que conoce lo que está por venir.
Pero la serpiente es caos
y no aceptó aquella vida.
Tentó a los hombres del reino único
y les otorgó el poder de los dioses.
Ah, con qué facilidad
los hombres cayeron en el engaño,
y el reino único se hizo añicos
y los pueblos se desperdigaron por la tierra.
Jhebbal Sag es la unidad de los pueblos.
Es la hermandad de hombres y animales.
Él conoce la Lengua Antigua del Mundo,
con la que todos se entienden.
Él es el rey de los hombres.
Es el caudillo de la verdad.
Él no flaquea ante la serpiente.
Él es más fuerte que cualquier tentación.
Únete a mí, hermano,
canta la canción de Jhebbal Sag.
Recorre el mundo tras sus pasos
y sé libre al fin.