En abril has realizado la presentación de «Cuando los ojos no ven», y sabemos que también estuviste firmando ejemplares del libro en Sant Jordi. ¿Qué puedes contarnos de él?
«Cuando los ojos no ven» cuenta la historia de Vivi, el mote con el que todo el mundo conoce a Vicenta del Río. Más bien, es ella quien se la cuenta a su psiquiatra, pues su único objetivo es demostrarle que no está loca y que su ingreso no es sino un malentendido. Tiene un don, una capacidad especial, como ella lo llama, para hablar con los espíritus. Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que «le falte un tornillo». El doctor José María Manzano, Chema, es un joven recién licenciado al que le endilgan el caso que nadie quiere atender. Él, sin quererlo, se involucrará en la historia de su paciente y, poco a poco, descubrirá cuál es su verdadero camino conforme conoce mejor a su paciente.
Ésta es una historia muy especial, que te reafirma como uno de los grandes autores de la novela costumbrista moderna. ¿Qué es lo que tanto te atrae de este género?
Yo siempre digo que a mí, lo que me gusta, es hablar de señoras de pueblo. De lo que hacen, de lo que dicen, de cómo se comportan. Eso es lo que más disfruto, imaginándome escenas de un grupo de cuatro señoras tomando la fresca en la calle mientras critican a todo hijo de vecino que ose pasar por allí.
«Cuando los ojos no ven» es tu segunda novela. Ya obtuviste un enorme éxito literario y comercial con tu primera obra, «Entre turrones», ambientada en Jijona. ¿En qué se parecen? ¿Son historias independientes o habrá una continuidad?
Son historias absolutamente independientes. El único punto en común es que, en las dos, mis protagonistas parten de la Barcelona actual para comenzar su viaje. De todos modos, aunque no sería complicado hacer que se conocieran en algún momento, no sé si Pablo y Vicenta se llevarían muy bien. Por lo pronto, en mi cabeza, no los veo interactuando más allá de un relato corto. En cuanto a darles continuidad, es algo que no me planteo. De momento, me he despedido de Pablo y de Vicenta. Son historias cerradas para mí. Sin embargo, algo que me gusta mucho es que mis lectores divaguen (y me cuenten) qué piensan sobre cuál es el futuro de mis personajes. Cada cual inventa su historia, eso es verdad, pero eso significa que han conseguido conocerlos bien. Para mí, esa es la mejor de las recompensas.
He leído en tu página (https://linktr.ee/ruben_berrueco) que eres hematólogo pediátrico, otra profesión plenamente vocacional. ¿En qué crees que se parecen las dos ocupaciones? ¿Aprendes de una para la otra?
Esa es una buena pregunta. Parecer, se parecen. Las dos exigen dedicación casi diaria y mucho tiempo. De todos modos, bien sabes que sarna con gusto, no pica.
No sé decirte si una me sirve para la otra, es algo que no me había planteado, pero que meditaré. En realidad, retomé la escritura como ejercicio de evasión. No es que no me guste mi profesión, todo lo contrario, pero estoy seguro de que mucha gente entenderá que es necesario buscar pequeños momentos de desconexión fuera del hospital. Escribir es, para mí, una de mis válvulas de escape. De hecho, aunque mucha gente me lo ha pedido, no tengo intención de escribir historias relacionadas con la medicina ni con mi trabajo.
Eres un autor volcado en las nuevas tecnologías: tienes una página web en la que escribes, página de Facebook y también mantienes una actividad regular en Twitter. ¿Cómo crees que ha cambiado el trabajo de los escritores con las nuevas tecnologías? ¿Y la relación con sus lectores y con otros autores?
Después de publicar mi primera novela tuve claro que aparecer en las redes sociales era algo que iba de la mano con ser escritor novel. Puede que si ya eres un escritor consagrado no las necesites, pero el día a día me ha demostrado que son herramientas que, incluso a esos que ya venden sus novelas por miles de cientos, les son muy útiles. Fíjate en Espido Freire, en Màxim Huerta. Son asiduos en Twitter, Facebook, Instagram y eso no solo les ayuda a vender, sino a interactuar con su público que, en definitiva, es de lo que se trata. Ya no se trata de que el lector te ponga cara en la solapa de tu novela, quieren saber lo que lees, dónde vas, con quién estás…. (todo tiene un límite, no obstante).
Además, diriges un Club de Lectura on–line («Club de Lectura de la Sala de Espera»). ¿En qué consiste? ¿Qué puedes contarnos de él?
El Club de lectura nació de forma casi natural. Uno de los puntos que yo repito constantemente en mi blog es que «no es tan complicado sacar un rato para leer cada día». Soy un poco pesado, pero es que le he demostrado a mucha gente que es verdad. Te explico: mucha gente me pregunta cómo hago para tener tiempo para todo. Yo les digo que no tengo hijos y duermo poco (eso es verdad), pero también araño el tiempo y busco mis momentos. Yo leo todos los días de camino al trabajo, por ejemplo. Son veinte minutos que son míos.
Es tan simple como encontrar un ratito, diez minutos. De media, se lee una carilla por minutos, diez carillas al día son trescientas al mes. Y eso, señoras y señores, son las páginas de una novela media. Entonces: leer una novela al mes es posible. Esa es la filosofía del Club de lectura. Animar a que la gente lea una novela al mes. Y se ve que gusta, porque ya somos más de 500 personas. Una vez más es una pequeña inversión, pero está resultando ser muy enriquecedora.
Defiendes la lectura y promueves el descubrimiento de muchos autores. ¿Pero cuáles son tus lecturas favoritas? ¿Y quiénes son tus influencias a la hora de escribir? ¿Son las mismas o diferencias tu parte de lector de la de escritor?
A mí me gusta leer lo mismo que escribo, pero no me cierro a otros géneros. No creo que me lea «Juego de Tronos» pero disfruté muchísimo con la «Crónica del asesino de reyes» (de Patrick Rothfuss), por ejemplo. No obstante, en general, me gusta leer novela realista y costumbrista. Soy fanático de Ignacio Martínez de Pisón, Espido Freire y, últimamente, también de Màxim Huerta. Julia Navarro también me gusta mucho.
¿Libro digital o en papel? Mójate.
Mixto. Tengo temporadas. Este último año he leído más en papel, pero el año pasado el ochenta por ciento de las novelas que leí están todavía almacenadas en mi biblioteca digital. De hecho, y esto te va a sorprender, la comodidad del libro electrónico hace que lea muchas novelas en el móvil (sí, en el móvil). Como lo llevo siempre encima puedo leer a cualquier hora y en cualquier momento. No obstante, el libro en papel también tiene su encanto, sobre todo que no me dejo los ojos. Además, muchos proceden de la biblioteca de mi madre (gran lectora a la que debo, a ella y a mi padre, el amor por los libros).
¿Cuál es el último libro que has leído? ¿Y te ha gustado?
Pues acabo de terminar «Sentido y Sensibilidad», de Jane Austen. No, no soy tan pedante como para decir que solo leo clásicos, todo tiene una explicación. La primera, que tenía curiosidad porque nunca había leído nada de ella y, la segunda, que es la autora del mes de mayo en el club de lectura. La verdad es que me ha sorprendido, sobre todo porque he descubierto a una autora costumbrista en su faceta más pura. Y es que ser mujer en la Inglaterra del siglo XIX no tuvo que ser nada fácil. Me ha encantando la ambientación de la historia y cómo ha conseguido absorberme hasta el punto de que, en algún momento, creí ser un personaje más cuchicheando a las espaldas de las hermanas que protagonizan la novela. Repetiré, imagino, pero Ignacio Martínez de Pisón acaba de sacar nueva novela, así que será mi próxima lectura.
¿Algo más que quieras contarnos? Tienes libertad absoluta.
Pues me voy a poner algo melancólico y te contaré una historia. Ya lo he comentado, pero si yo leo, es porque copié a mis padres y a mis hermanos mayores que, como ellos, también leían mucho. Si leo, es porque mi padre venía muchas noches a leer conmigo a la cama. Mi pequeño homenaje comenzó por dedicar «Entre Turrones» a mi madre. Señoras, padres, abuelas, madres, señores, abuelos… lean con sus hijos y nietos. Es el mayor regalo que les podrán hacer. Se lo digo como lector, escritor y, ¡qué leñe! ¡También como pediatra!
Gracias por tu amabilidad. Te deseamos lo mejor y esperamos que sigas creando muchas historias más. Y que sigas hablando sobre lectura, sobre costumbrismo y sobre lo que te apetezca. Estás en tu casa.
Gracias a vosotros, y a ti en particular, por hacerme un pequeño hueco para ello. Un abrazo.