«Había una vez un joven que deseaba conquistar el Deseo de su Corazón.
Aunque este principio no sea, en lo que a comienzos se refiere, demasiado innovador —pues todo relato sobre todo joven que existió o existirá podría empezar de manera similar—, sí que hallaremos en este joven y en lo que le aconteció muchas cosas inusuales, aunque ni siquiera él llegó a saberlas todas».
La acción de esta novela transcurre en Muro, una pequeña localidad inglesa situada «a más de una noche en automóvil» de Londres. Toma su nombre de una antiquísima pared de piedra que separa el pueblo de un amplio prado verde, más allá del cual se encuentra la fantasía.
El joven Tristran Thorn desea conquistar a la fría dama Victoria Forester, por quien suspira desde hace tiempo. Pero ella le pone una condición casi imposible de cumplir:
«—Si me traes esa estrella —dijo Victoria—, la que acaba de caer, no otra estrella cualquiera, entonces te besaré, y quién sabe qué más podría hacer».
Lo que Tristran no se podría haber imaginado en la vida es que esa petición le iba a conducir directamente al País de las Hadas, y en concreto a inmiscuirse en la herencia del octogésimo primer señor de Stormhold, en la lucha por la vida eterna de las tres brujas conocidas como las Lilim, o en su propio nacimiento, del que descubrirá cosas muy interesantes. Incluso la estrella no es como él la había imaginado, se llama Yvaine y tiene sus propios intereses, que no incluyen acompañar a Tristran para servir de adorno a ninguna dama inglesa.
Un viaje iniciático como el de Jasón en busca del vellocino de oro, como Arturo y Excalibur, y con un final magistral, de verdadero cuento de hadas.
Gaiman es un gran conocedor de las historias antiguas, y lo ha demostrado en libros como «American Gods», «La joven durmiente y el huso» o «Mitos nórdicos». Su extensa obra abarca cómics, álbumes ilustrados y novelas, siempre con la magia como fondo, pero una magia hermosa que hace soñar. Cuentan que su vocación nació de su época de entrevistador, cuando tuvo la ocasión de hablar con Alan Moore, uno de los mayores escritores vivos del mundo. Él fue quien le sirvió de tutor en sus primeros pasos en el cómic, y con él viajó a Estados Unidos, en la época en que DC Comics buscaba nuevos talentos y unos cuantos genios británicos reinventaron el medio.
Moore escribió «La Cosa del Pantano», «Watchmen» y «V de Vendetta», mientras que a Gaiman le debemos la maravillosa serie «The Sandman», «Orquídea Negra», «Los Libros de la Magia» o «Muerte: El alto coste de la vida». Sus novelas «Neverwhere», «Coraline», «El libro del cementerio» o «El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre» también se encuentran entre las más premiadas, adaptadas y leídas de las últimas décadas. De hecho Gaiman ha colaborado en varias de esas adaptaciones de sus obras a otros medios, como en los guiones de la serie «American Gods», basada en su libro.
«Stardust» también tuvo adaptación al cine, dirigida por Matthew Vaugh y protagonizada por Ian McKellen, Claire Danes, Charlie Cox, Michelle Pfeiffer y Robert DeNiro. Este es uno de los poquísimos casos de la Historia del Cine en el que la película está a la altura del libro original —y algunos críticos incluso afirman que lo supera, pero en eso no hay tanto acuerdo—.
En realidad «Stardust» fue primero un cómic de Gaiman y Charles Vess, después una novela, a continuación una película y quién sabe qué más. El propio Gaiman ha afirmado que tiene planes para una secuela, o por lo menos algunos cuentos derivados de la narración principal, situados en el pintoresco pueblo de Muro.
La historia de Tristran Thorn es la de la búsqueda, el viaje y el cambio, que hemos leído mil veces y nos sigue encantando, porque es el mismo viaje que realizamos todos a lo largo de la vida. Claro, que sin cruzar el Muro ni conocer el País de las Hadas. Por desgracia.