Por Jenny Andrea García
Andrea, trabajadora social de 31 años, vivía atrapada en una rutina agotadora.
Con dos trabajos que consumían sus días, sentía que nunca alcanzaba sus metas ideales. La monotonía la abrumaba, y la chispa de sus sueños parecía apagarse.
Sin embargo, en febrero de 2024, su vida dio un giro inesperado cuando conoció a Franklin.
Franklin era paz y coherencia. Su naturaleza cariñosa y comprensiva iluminó los días grises de Andrea. Aunque comenzaron a la distancia, Vigo se convirtió en el
escenario de su historia.
Pasearon por el majestuoso castillo de Soutomaior iluminado, se perdieron en la magia del paseo de Bouzas y encontraron serenidad en la playa de Samil. Cada rincón de la ciudad les hablaba de amor y esperanza.
En agosto, unieron sus vidas en una ceremonia sencilla pero profundamente significativa. En diciembre, celebraron su primera Navidad juntos, llenando de momentos inolvidables una temporada ya de por sí especial.
Fueron a Nigrán, al parque comercial Nasas, donde observaron cómo las familias hacían sus últimas compras navideñas. Luego pasearon por el centro de Vigo, donde muchas familias posaban para sus fotos del año. La magia se intensificó con la «papanolada» que se llevó a cabo frente a su piso en Coia, sumándose al ambiente festivo.
El 24 de diciembre, al intercambiar regalos, se abrazaron de una manera tan real y profunda que todo a su alrededor desapareció. En casa, junto a Toby, su fiel
compañero, celebraron una Navidad llena de paz y significado.
Andrea, que había estado atrapada en una vida sin rumbo, encontró en Franklin no solo amor, sino también el hogar que siempre había anhelado.
Vigo, con su encanto y escenarios inolvidables, quedó grabada para siempre en sus corazones como testigo de un nuevo comienzo lleno de amor y promesas.