La caricatura realizada por Evaristo Pereira de la Torre lo dice casi todo. Carlie Watts era considerado por muchas personas y por muchos admiradores del grupo británico Rolling Stones como un gentelman de buen carácter y de vida ordenada, todo lo contrario que sus compañeros, acostumbrados a los desmanes más extremos.
Su vida se ha terminado y se ha llevado parte de una época. Algunas personas incluso sacan la conclusión de que no vale tanto la pena llevar una vida ordenada porque otros, que lo han probado todo, aún siguen vivos y con un aspecto excelente para sus edades ya avanzadas. Charlie Watts era el que marcaba el ritmo de un modo inconfundible con su batería.
En 1964 le juró fidelidad a Shirley Ann Shepherd, la que sería el amor de su vida, una chica un poco mayor que él, algo que nunca le importó. Le fue fiel durante casi sesenta años, exactamente 57 y al principio, por una cuestión de imagen del grupo, tuvo que mantener la relación en secreto. Ahora, Charlie, a la edad de ochenta años, ha fallecido y la ha abandonado a ella, a sus compañeros de grupo y a sus admiradores.
Charlie era un hombre elegante y formal escondido tras una batería que ahora ya no volverá a sonar igual, salvo en sus numerosas grabaciones. Ahora Charlie ya es una leyenda del rock.