El club de fans de John Boy y otros grandes telépatas esperaban impacientes a Santi Balmes, el líder de la banda, y los no menos carismáticos integrantes de Love of Lesbian: Julián Saldarriaga, Jordi Roig y Oriol Bonet (batería). Les acompañaban Dani Ferrer (piano y teclados), Ricky Falkner (bajo) y Marc Clos (percusión) en su primer concierto en Castrelos tras la pandemia: «Hace apenas un año nuestros conciertos parecían una especie de extraño congreso de cirujanos, no os imagináis lo que significa para nosotros veros sonreír, ver cómo saltáis, cómo os abrazáis… nos recordáis por qué este es el mejor trabajo del mundo», agradeció el vocalista.
La expectación se encarnó en una inmensa cola que retrasó media hora el concierto. Eran las 22:20 cuando Abel Caballero salió al escenario para anunciarlo: «Todavía hay 2.000 personas a la cola que también quieren ver a Love of lesbian». Pasaba de las 22:30 cuando los aplausos del público acompañaron los primeros acordes de V.Y.H.N (Viaje Épico hacia la Nada), la canción que da nombre a su último álbum.
Los más de 20.000 seguidores de la consagrada banda indie nacional demostraron en el festival Vigo en Festas que se sabían tanto los nuevos temas del repertorio como los clásicos, que ya se configuran entre los mejores del S.XXI en su categoría. El espectáculo consiguió una perfecta comunión entre los artistas y el público, que respondía con efusividad cada vez que el vocalista los interpelaba, es decir, constantemente.
La voz de Santi Balmes no destaca técnicamente por su calidad pero tanto su pluma como su talento lo llevan al olimpo de la escena indie nacional. Las letras del líder de Love of lesbian son composiciones líricas de una suerte de poeta maldito posmoderno que ha conocido la fama y el abismo. No en vano el músico se autodefine en su libro ‘El hambre invisible’ como un «funámbulo psíquico» que iba andando sobre el hilo de la vida hasta que se cayó.
El tercer tema sonó entre el eco de las palmas de un público ansioso por escuchar sus temas legendarios: era ‘Noches reversibles’, de su álbum ‘Cuentos chinos para niños del Japón’. A continuación, Santi Balmes presentó al grupo y saludó a su público haciendo gala de su genuino sentido del humor: «Boas Noites, Vigo, es muy difícil levantar un show cuando el telonero es el alcalde».
El secreto de Santi Balmes para conseguir el entusiasmo del público
Cuando entonaron el siguiente tema, ‘El Sur‘, parte del público especuló con una hipotética aparición de Enrique Bunbury, tal y como lo hizo en un anterior concierto en Madrid, pero a lo que Balmes se refería era a que el público cantara como le habría correspondido exlíder de Héroes del Ailencio «esa canción que parece que habla de religión cuando realmente habla de sexo».
Sorprendido con la acogida, Balmes invitó a los presentes a viajar en el tiempo. Todos sabían a qué año lo harían: 1999, un tema emblemático que da nombre al disco que los catapultó definitivamente a la fama. Los conciertos de la banda consiguen una perfecta comunión con sus seguidores, entre otras cuestiones, por las continuas interacciones del vocalista con el público, a quien habló de sus experiencias en la ciudad y de la «operación antibikini» que perpetra en los restaurantes antes de subir al escenario.
El diálogo fue el eslabón que hiló la parte central del concierto, cuando se sucedieron los temas ‘Cosmos’, ‘Escuela de danza’, ‘Segundo asalto’, ‘Sesenta memorias’, ‘Belice’, ‘Maniefiesto’ e ‘IMT‘. Todos las coreaban, la mayoría se las sabía de memoria, pero con «Algunas plantas» las primeras filas del foso saltaron, bailaron y lo dieron todo.
«Incendios de nieve»
A continuación Balmes anunció que cantaría la «única canción buena del grupo» y el romanticismo de ‘Incendios de nieve‘ meció a una multitud suavemente a un lado y a otro a su compás. Algunos, muchos, se abrazaban. El vocalista aprovechó para dedicar unas palabras «a esas personas que se agarran, que se dedican miradas cómplices y que hace que los temas sean más suyos que nuestros y nos recuerdan que este es el mejor trabajo del mundo».
‘Allí donde solíamos gritar‘ no necesitó más que el primer acorde para ser alabada y cantada por los asistentes, el cantante les cedió el testigo para que cantaran sus primeras estrofas. Fue, quizás, la canción más emotiva del repertorio, aunque no la más esperada.
Despedida con ‘Planeador‘
«Este público es fan-tas-ti-co… nana na nana na naaaaa», y mientras Balmes tarareaba y gesticulaba los asistentes se agachaban siguiendo su compás. Hasta que los siguientes acordes ejercieron de resorte. Sí. Era ‘Club de fans de John Boy‘, sin duda el momento álgido del concierto. Qué feliz ironía.
‘Cuando no me ves‘ consiguió que los asistentes recuperasen el aliento para volver a perderlo con ‘Los irrompibles‘. Fue ‘Planeador’, una canción tan intensa como profunda y compleja, la elegida para despedirse de Vigo. Las primeras filas, los fieles, todavía seguían agarrados a la valla cuando los miembros de Love of Lesbian desaparecieron del escenario. En eso, tal y como dijo el propio Balmes en el concierto, consiste la alquimia de la música. Por una cuestión de fe «aún gritaban más madera»