La charla con Daniel Lorca (Madrid, 1967), bajista de Nada Surf, transcurre en jueves, tres días antes del concierto en el Auditorio Mar de Vigo (20.00 horas) y dos antes de la publicación de la entrevista. Los tiempos no son aleatorios, vienen marcados por la complicada agenda del grupo, que solo se ha visto las caras una vez en 18 meses. Fue un encuentro fugaz, en mayo de 2021. Así que hay que engrasar toda la maquinaria. El jueves por la tarde Ira Elliot (batería) llega a Ibiza, donde vive Daniel, procedente de los Estados Unidos –de hecho, aparece en la casa mientras hablamos por teléfono- y horas después lo hará Matthew Caws (vocalista y guitarra) desde Cambridge. No dejarán pasar el tiempo. El anfitrión, cocinillas declarado y amante de la comida gallega, preparará algo para ponerse a ensayar esa misma noche. Servirá de calentamiento para un viernes de trabajo intenso y viajar a Vigo el sábado. Aquí pondrán fin a ese año y medio sin dar un concierto. El último fue en Manchester en marzo de 2020, la víspera de declarase el estado de alarma en España. Un parón inédito para Nada Surf al que pondrá fin el TerraCeo. El grupo renace el día que el festival cierra por 2021.
¿Cómo está? ¿Listo para volver a los escenarios?
Pues me pillas preparando todo para la gente. Están a punto de llegar Ira y Mateo [así llama Daniel a Matthew] y estoy poniendo a punto la casa. He tenido que ir a comprar y preparar las camas. Yo vivo en el campo en Ibiza y aquí pasaremos el jueves y el viernes para ensayar. Nunca habíamos estado tanto tiempo sin vernos. Nunca he estado un año seguido sin ver a Mateo desde los 5 años, cuando nos conocimos. ¡Y ya tenemos 54!
Llevan un año y medio sin tocar en directo. ¡Habrá ganas!
Todo es muy raro. En circunstancias normales pediríamos una hora extra de prueba de sonido para el primer concierto de la gira y sería suficiente, pero esta vez ensayaremos en Ibiza para prepararnos porque nunca hemos estado separados tanto tiempo. No estoy nervioso, pero sí tengo tantas ganas que me puede el ansia (se ríe). No sé cuánto tiempo nos van a dejar tocar. Espero que nos dejen tocar un buen trecho porque la lista de canciones que estamos preparando es larga y potente.
Con esto de la pandemia apenas han presentado su último disco en directo.
Hicimos un mes de gira en los Estados Unidos. Empezamos en Seattle, luego fuimos a la Costa Oeste y luego a la Este. Pero fue rápido, menos de un mes. Tuvimos una semana de descanso y después iniciamos la gira europea. Uno de los conciertos fue en España, en La Riviera. Cuando llegamos a París y Londres ya nos cancelaron los conciertos. En Francia no podía haber más de 1.000 personas y teníamos 1.600 entradas vendidas. Preguntamos a la sala si podíamos dar dos conciertos de 800 personas cada uno, porque desde el punto de vista logístico era el doble de curro para ellos. Y nos dijeron que sí. Cancelar en París, que es una ciudad que nos quiere y a la que queremos mucho, hubiese sido un disgusto. A partir de ahí, fuimos a Londres y Manchester. Era 13 de marzo y yo ya había oído que iba a haber un Consejo de Ministros en España y que nos iban a confinar. Además, me estaba llegando de primera mano lo que estaba pasando en Italia por una amiga médica. Nos tocaba ir a Dublín y Glasgow y de ninguna manera me quería quedar allí encerrado. Así que lo hablamos en el grupo y me cogí un avión a Palma. Y luego me hubiera vuelto nadando a Ibiza si fuese necesario. Desde entonces no volvimos a tocar.
Pero sí se han visto las caras.
Sí, en mayo nos pusimos a componer y hemos hecho 10 u 11 canciones. Aquí tenemos un equipo completo como el de Nueva York, con instrumentos y sitio para todos. Pero aún nos siguen cancelando eventos. Hace unos días suspendieron la gira por Francia. Y ya nos habían hecho lo mismo en Alemania, Austria, etc. Pero ahora viene Vigo, lo cual me encanta, por cierto.
¿Se acuerda de cómo fue el último concierto que dieron?
Me acuerdo mucho del de París, que tocamos dos veces en la misma noche. La gente se volvió loca.
Ese concierto fue el 11 de marzo de 2020 y se convirtió en noticia por el inicio de las restricciones y cómo las solventaron.
Fue un acto muy bonito de colaboración con la gente de la sala, que tenía que trabajar doble. También el público cooperó de forma fantástica. Les pedimos que vinieran al primer concierto y que si se quedaban fuera porque ya habían entrado 800 personas, que esperaran al segundo. Porque si todos venían al segundo iba a ser imposible. Al día siguiente, tocamos en Londres y luego en Manchester. Allí tuvimos una reunión los miembros del grupo. Me decían que era un exagerado y que lo que quería era volverme a Ibiza (risas). Pero lo que no quería era quedarme de cuarentena en Dublín o Glasgow. Aunque son ciudades que me encantan, eh. Son unos descosidos, como yo.
¿Qué recuerdos le sobrevienen de esos conciertos un año y medio después?
Eran momentos muy guays. Como en la gira anterior, tocábamos el disco entero, luego nos tomábamos una pausa de 15 minutos y a continuación dábamos un concierto normal. Acabábamos tocando casi tres horas. ¿Sabes qué pasa? Que cuando haces la lista de canciones la mitad del trabajo es quitar temas. Porque no los puedes tocar todos. Y si te dejan tocar 18 canciones, genial. Pero has quitado antes catorce. Ahora este disco lo hemos tocado muy poquito. Yo creo que aunque acabásemos un nuevo disco pronto no lo sacaríamos hasta hacer gira de verdad con éste. A mí me gusta muchísimo y estamos muy orgullosos. Tiene canciones con las que me lo he pasado fenomenal en vivo. Nos hemos quedado con las ganas de tocarlo a fondo. Por eso, si nos dejan en Vigo lo tocaremos casi entero. Y luego un montón de cosas más.
¿Se hace duro para un grupo estar tanto tiempo sin dar un concierto? ¿Hay abstinencia?
No sé… Te vas acostumbrando a las cosas. Ha cambiado todo mucho. Yo si antes me quería largar unos días a surfear, me iba a la otra punta del mundo. Ahora con irme a Galicia, Portugal o Canarias me basta. La sociedad ha cambiado su forma de ser. Y el grupo, igual. Aprendes que las cosas cambian y no pasa nada, no hay que preocuparse demasiado. Nunca he pensado que el grupo se fuese a acabar por dos años sin tocar. Nos conocemos mucho; tenemos confianza y paciencia.
Son muchos años juntos…
Sí. Mira, después del primer disco y del éxito de ‘Popular’ nos metieron mucha prisa para lanzar el segundo álbum lo más rápidamente posible. Y estaban deseando que nos gastáramos un pastizal en un estudio para venderles a la discográfica que el disco había sido caro y había que recuperar la inversión. Pero Mateo y yo tuvimos una conversación y dijo: “Dentro de diez años nadie se va a acordar de si el disco salió en febrero o en septiembre pero sí se van a acordar de si el disco es guay o es una mierda”.
“Me genera mucha ilusión tocar en Vigo; estoy como si fuera la primera vez que toco en un concierto”
Con esto te quiero decir que esta paciencia que tenemos influye mucho en cómo nos comportamos. Esto es duro pero para nosotros es más fácil. Si solo hubiéramos hecho un par de años de gira a lo mejor sería insuperable, pero nos han pasado ya tantas cosas que nos lo tomamos con bastante calma. Y sé que ha sido muy duro para mucha gente pero tenemos esta suerte. Por ejemplo, somos dueños de todos nuestros derechos de autor y los sellos que tenemos en cada país son contratos de distribución, distintos a los normales. Nos podemos apañar y superar esto.
¿Durante este año y medio ha visualizado cómo sería el regreso al directo?
No, más bien lo contrario. Desde que ha empezado la pandemia no miro ni dónde vamos a tocar porque sé que nos van a cancelar el concierto. La gente me dice que soy altivo porque parece que me da igual dónde vamos a tocar. No es eso, es simplemente que no sé por qué he de perder tiempo pensando en eso. Pero ahora esto de Vigo sí va a salir y me genera mucha ilusión tocar ahí. Estoy todo flipado pensando las canciones, como si fuera la primera vez que toco en un concierto.
¿Y cómo surgió lo de venir a Vigo? Porque fue algo inesperada su incorporación al cartel y el concierto está en medio de la nada en su programación. De hecho, es el único en Europa.
Tenemos amigos en Vigo. Nuestro sello español, Ernie Records, está ahí. A Josiño [Carballo] y Celia [Arcos] los conocemos de toda la vida. Esto me recuerda que tengo que comprar un regalo antes de ir a Vigo. Nos lo propusieron y nos encanta tocar en España. Y de Vigo en particular tenemos unos recuerdos fantásticos. Enseguida me puse a ver billetes. Me apetece un montón.
¿Qué recuerdos son esos?
Para que te hagas una idea de lo que quiero Vigo, te cuento una cosa. Hace tiempo leí un artículo de un ortodontista que es una eminencia, que fabrica sus propios artículos en Suiza y hace unas prótesis que son la leche. Y dije: “Este es el dentista para mí. Me cojo un avión y me voy a Vigo”. Porque los dentistas en Ibiza son caros y malos, no conozco a nadie que esté contento. Le llamé, me dieron cita y me pasé cuatro días en Vigo. Yendo a la lonja, comiendo bien… Me hice amigo de los de Mariscos Bouzón y me traje 300 euros en marisco. Monté una fiesta en casa. Mi perfil de WhatsApp es un bogavante gallego de tres kilos (se ríe).
¿Y de las veces que han venido a tocar?
Nosotros siempre hemos sido muy inocentitos y recuerdo que una vez en La Iguana unos chicos nos riñeron porque no entendían que los miembros de un grupo de música no hubieran probado nunca algunas drogas. Yo fumé porros durante cuatro meses teniendo 17 años pero resulta que soy alérgico al THC y me sienta muy mal. Así que lo dejé. Me tomo las cervezas que quieras pero nada más. El caso es que nos echaron una bronca y se reían de nosotros porque no podía ser que una banda de música como la nuestra no probara los porros o los tripis. Fue un cachondeo y esa noche acabé descolgando de la pared de La Iguana una bandera de Mahou y poniéndomela de capa, como Superman. Y ellos y unas chicas nos llevaron de copas por un montón de bares.
“Es un gilipollez ponerse filtros para vivir una realidad que no existe; nos hemos convertido en canales de televisión”
Al final decidí que me marcharía en avión, así que salió nuestro autobús y yo me quedé. El problema es que me habían guardado la cazadora, que estaba en el camerino, en el autobús. Y no llevaba nada encima. Nada. Me quedé sin carné de identidad, sin pasaporte, sin tarjeta de crédito… Y el que nos organiza las giras en España consiguió que me subieran a un avión de Iberia sin documentación. No llevaba nada. Le prometió a una persona de la compañía unas entradas para un concierto de Julio Iglesias, que tocaba por allí, para que me dejaran subir al avión. Todo esto sin haber dormido. Cerramos todos los bares de Vigo.
Menuda anécdota.
Sí, subirse a un avión indocumentado va en contra de todo.
Bueno… si es delito, ya habrá prescrito.
Esperemos que sí (risas).
Y el público de los conciertos en Vigo siempre ha respondido.
Nos llevamos bien, es un sitio especial. Siempre hago la misma comparación. Cuando venimos a España es como llevar a tu novia a cenar a casa de tus padres. Quieres que todo salga bien. Con Vigo nos pasa eso. No es que no me fastidie si tocamos mal en Berlín, pero si tocamos mal en Vigo sí que me fastidia de verdad.
No sé si les han comentado el tipo de escenario en el que se va a desarrollar el concierto. Es en la azotea de un edificio, con vistas al mar, con la puesta de sol… Todo muy idílico.
Lo miré cuando ya parecía que el concierto iba a ser, la semana pasada, y el sitio es increíble. “Parece que esto va a ocurrir”, pensé. Porque hay muchas cancelaciones. De hecho, cuando voy al dentista alquilo un apartamento que está al lado del mar, al lado del puerto, que me encanta. Ojalá haga buen tiempo porque tocar ahí fuera puede ser brutal.
Hay grupos que, al ser un concierto con el público sentado, han optado por un formato más acústico. ¿Sería este el caso o mejor ir a lo seguro?
Yo creo que vamos a tocar en eléctrico. El acústico está bien pero más para salas pequeñas y en interior. Es un poco raro lo de estar sentado. Tocamos en Murcia en un teatro espectacular y forzaron a la gente a sentarse pero había los típicos fans que ni de coña. Se pudieron a bailar y les echaron. Encima los conocíamos porque allí también tenemos muchos amigos. Pero volvieron a entrar, les echaron otra vez y así todo el rato. Al final los de la sala se tuvieron que rendir. No era por la pandemia, eh, solo porque se había decidido hacer el concierto sentado. Con el público sentado, también hemos tocado en iglesias. Y nosotros nos teníamos que poner donde estaba Cristo. En Nueva York, en Philadelphia, en Alemania… Tocar delante de gente que está sentada será raro pero tenemos tantas ganas que hay que dar una alegría. Estamos pasando unos tiempos muy raros.
El contexto se presta bastante a fotos y vídeos. ¿Qué piensan de la moda de registrarlo todo con el móvil? ¿Preferimos capturar la experiencia y compartirla antes que vivirla?
Si hubieses empezado la entrevista con esa pregunta todavía seguía hablando de este tema. No lo aguanto, no lo soporto. [En ese momento llega Ira a la casa y Daniel se discupa para saludar pero sigue con nosotros]. No tengo Instagram. Me tuve que hacer Facebook por obligación porque alguien suplantó mi identidad y tuve que crear una cuenta propia para que la red social certificara que era yo y que a esa otra cuenta le cambiaran el nombre por ‘Fans de Daniel Lorca’. Odio todo esto. Es una gilipollez. Hay gente que se pone filtros para estar más guapa y vivir una realidad que no existe; nos hemos convertido en canales de televisión. Y todas esas multinacionales ganan pastizal a tu costa.
¿Ha tenido algún encontronazo en algún concierto?
Sí. Alguna vez he dicho: “¿Queréis dejar de grabar y prestar atención? Si lo está filmando la organización. Ya saldrá mañana el vídeo del concierto y os mandamos el link”. Me pone histérico. A veces veo a cien personas delante y todas con su móvil. Normalmente cuando decimos algo o hacemos un comentario, siempre de forma relajada, la gente reacciona bien. Pero es que se distraen. Y es una adición. Y hay que pensar también en los niños. Me parece un disparate. Mira, en Silicon Valley, los hijos de los expertos en tecnología no ven una pantalla hasta los 12 años. Y sobre todo en el colegio. Nada, sin móvil y sin tableta.
¿Notan que al público de sus conciertos le van saliendo canas? Tengo la sensación de que los fans somos esos que les descubrimos con ‘High/Low’ y poco a poco nos hemos hecho mayores. ¿O están consiguiendo renovar el público?
La verdad es que me he quedado alucinado porque hemos podido ver en primera fila a gente de todo tipo. Ellos creen que no les vemos, pero yo me fijo. Como mínimo, miro hacia adelante unos 15 metros. Y si veo a una pareja besándose mientras tocamos ‘Inside of Love’, flipo. Y si veo que alguien está cantando letra de ‘Looking Through’, me encanta. Y me gusta mucho ver gente mayor que yo y gente muy joven.
«Si veo a una pareja besándose mientras tocamos ‘Inside of Love’, flipo»
Mira, me pasó una cosa hace poco. Cuando hicimos la gira del 15º aniversario del ‘Let Go’ se me acercó un chaval con aspecto de ‘rockandrollero’. Tenía 14 o 15 años. Muy bien vestido, muy ‘cool’, y pensé que era músico fijo. Me pidió que le firmara el disco a pesar de que él sabía que a mí no me gusta firmar discos. Antes ya le había dicho que no a diez personas, que mejor les invitaba a una cerveza. Pero el chico me dio el disco y no pude evitar decirle que sí. Cuando iba a firmar, de repente veo que ya estaba firmado por mí. “Oye, ¿pero cómo es esto? Si yo no he hecho ninguna firma esta noche”, le pregunté. Y me dice: “Es que este disco es el original, no la reedición del 15º aniversario. Se lo firmaste a mi madre cuando estaba embarazada de mí. Mi primer concierto fue vuestro, cuando no había nacido aún y me lo dedicaste en aquel momento”. Habían pasado unos 15 años. Y el chico era batería. Su canción favorita era ‘Killian’s Red’. Se me caían las lágrimas. Yo creo que sí hay una renovación.
La canción favorita de este chico era ‘Killian’s Red’. ¿Y la suya?
Bufff… No sé… Ésa es una de ellas. Pero esto va cambiando, que es lo bueno. La suerte que tenemos de llevar tanto tiempo como grupo es que si no estamos convencidos de una canción, no la metemos en un disco. ‘See These Bones’ o ‘The Fox’ me encantan y se escribieron al mismo tiempo pero tardamos siete años en incluirlas en un disco. Pero no me da pena porque sabemos que al final verán la luz. Del último disco, queda muy bien en directo ‘Looking For You’ pero ‘Something I Should Do’ también mola mucho. Con esta le dije a Mateo que se montara una diarrea mental para quejarnos de las redes sociales y de tanta tontería en internet. Y lo hizo. Es una canción que mola mucho en directo. Posiblemente ahora mismo sea mi preferida.
¿Y cuál es la que más les piden en los conciertos?
‘Killian’s red’ nos la piden mucho. Y hay gente que no tiene muchas ganas de escuchar ‘Popular’ y otra que todo lo contrario. Una vez en Seattle, que son muy sibaritas para la música, una persona pidió ‘Popular’ y le abuchearon. Y eso que a nosotros nos encanta esa canción. La tocamos menos que otras pero bueno… Por ejemplo, no hay un concierto en el que no hayamos tocado ‘Inside of Love’. Siempre la hemos tocado desde que se escribió.
«Hemos tocado con Coldplay varias veces y… ejem… no voy a decir nada más»
Pero, mira, yo siempre digo que tenemos fans muy buenos. No se fijan solo en una canción, les gusta escuchar un disco entero. Un día me metí en un lío porque dije que si tú ves la colección de discos de un fan de Nada Surf que tenga todos los nuestros, comprobarás que es gente con buen gusto. Y si haces lo mismo con Coldplay, el resto de discos será una aberración. Es algo que me imagino yo, a lo mejor no es verdad. Pero a nosotros no nos ponen en supermercados o en ascensores. Y eso para mí es una suerte. De hecho, hemos tocado con Coldplay varias veces y… ejem… no voy a decir nada más.
¿Cuál diría que es el mejor disco de Nada Surf?
Ahora mismo, me quedo con el último. Pero, no sé… ‘Lucky’ también me encanta. Es que no sacamos un disco si no nos gusta. Pero el último me encanta. Por eso nos hemos quedado con ganas de tocarlo más. Estoy muy orgulloso de él.
Están preparando un nuevo álbum. ¿En qué punto está? ¿Qué podemos esperar de él? ¿Alguna fecha de lanzamiento?
No, qué va. En mayo vinieron los chicos a Ibiza y estuvimos currando. Tenemos unas once cancioncitas. Aquí se trabaja muy bien. Yo creo que probablemente lo grabaremos en Gales, donde el último disco. Es un estudio que solo por respeto a toda la gente que ha grabado ahí, como The Cure o Echo & The Bunnymen, tienes que hacer algo que te ponga la piel de gallina.
¿Cuál es el proceso creativo del grupo y la dinámica de trabajo que siguen en momentos como éste en los que los miembros están muy distanciados?
Nos reunimos y aportamos lo que haya. A lo mejor a Ira se le ocurre algo, lo graba en su casa y nos lo manda. O Mateo crea unas melodías de guitarra o yo me invento un bajo y luego nos juntamos. Tenemos mucha facilidad, tocamos muy bien juntos. Me recuerda a un sketch… ¿Conoces ‘Muchachada Nui’?
Sí, claro
Pues es como en ese sketch en el que Joaquín Reyes imita a Ferrán Adriá (risas). Dice: “Es que soy creativo, no puedo evitarlo, de repente se me ocurren unas chorradas…”. Pues algo así, se nos ocurren chorradas y enseguida puede salir algo o no. Pero siempre con esa tranquilidad de saber que si no es para hoy, es para mañana. Eso sí, lo grabamos todo y luego nos encontramos con tres horas de grabaciones con muchas tonterías. Pero de repente das con algo interesante que luego puede convertirse en una canción que mola.
¿Escuchan mucho Nada Surf?
(Risas). Normalmente, no. Muy poco. A veces hay gente que me dice que lo ponga y les pido que me dejen en paz. Pero tengo aquí un niño de 4 años al que le flipa la versión de Niños Mutantes de ‘Blizzard of 77’ y una de sus canciones favoritas es ‘See These Bones’. Ahora, como estos días tenemos que ensayar para preparar el concierto de Vigo, me he hecho una playlist de 40 canciones para refrescar.
«Si McDonald’s nos pide usar una canción para un anuncio, tendríamos que estar muy jodidos para decir que sí»
Pero fíjate si escucho poco Nada Surf que una vez en Seattle, durante un concierto, pasé mucha vergüenza. Estaba con una conocida y nos fuimos a pedir algo a la barra, que estaba en una zona aparte y tenía una música diferente. Estábamos hablando de gustos musicales y yo le intentaba explicar los míos pero no era capaz. Le estaba diciendo lo que no me gusta y de repente al llegar a la barra escuché unos sonidos y le dije: “Esto, por ejemplo, me gusta”. Poco después me di cuenta de que estaba sonando ‘The Plan’ y lo pasé mal. Ella se había dado cuenta desde el principio pero yo no, y me llamó pedante.
El diseño de la portada de sus discos siempre es muy original y diferente. ¿Quién es el responsable? ¿Intervienen ustedes en ello?
Yo soy programador, me dedicaba al diseño gráfico. He trabajado en revistas en Estados Unidos y como programador en Wall Street. La portada del primer disco es una foto que le hice yo a mi hermano pequeño cuando se tiraba a la piscina en bicicleta. La hice con una cámara Nikon F, película de 400 ASA.
Muy chula esa portada.
Sí, todavía tengo el negativo por ahí. La imagen del segundo disco, ‘The proximity effect’, salió de una foto de una revista de ciencia, Scientific American, que pertenecía a Time Warner. Pero no nos dejaron usar la original. Así que me compré un programa de 3D, aprendí a usarlo e hice una recreación del experimento que hicieron. Hablé con un abogado, que me dijo que si usábamos colores distintos ya no nos podían poner un pleito. Y eso hicimos. Luego, la raya blanca que aparece surgió porque mi ordenador se quedó colgado cuando renderizaba la imagen. Se lo enseñé a Mateo y nos moló cómo quedaba la línea. Y en este último disco, la imagen es una acuarela de una amiga que hace unas obras preciosas. Mateo estuvo un día cenando en su casa y cuando la vio, le gustó.
Ha mencionado antes la canción ‘The Fox’, que está dedicada a la cadena de televisión Fox News, que es claramente de derechas y cae en la desinformación, la propaganda e incluso los bulos. ¿Le preocupan este tipo de situaciones, que propician el auge de populismos y de la extrema derecha?
Por supuesto. Sin ir más lejos, el Washington Post y el New York Times han destapado la existencia de unos ‘superusuarios’ en Facebook, cuentas que tienen muchos seguidores y a las que no se les aplican las mismas herramientas para controlar los bulos. Porque cuanta más cizaña se mete, más tráfico va a haber. Si consiguen que la gente esté dándose golpes en internet, no va a estar disfrutando por ejemplo de una puesta de sol. De eso va la canción que te he dicho antes. Y ‘Popular’, lo mismo. Surge de un libro sobre la etiquetación y los modales. Te explica todas las chorradas que decimos en la canción. Es una crítica social. Y en definitiva pasa lo mismo con algo tan potente y que está por todas partes como internet. Yo no he entrado en Facebook desde hace al menos diez años. Y sería incapaz de comprar acciones de Facebook. Igual que si McDonald’s nos pide usar una canción nuestra para un anuncio. Tendríamos que estar muy jodidos para decir que sí.
En España la desinformación se ha convertido en un grave problema especialmente a partir de la irrupción de partidos como Vox. Usted que tiene raíces españolas y ahora vive en Ibiza, ¿está al tanto de lo que está sucediendo? ¿Le preocupa?
A mí Vox me da ganas de vomitar.
¿Le pasaba algo parecido con Trump? Aunque ahora al menos ya no está.
Bueno, su base sigue allí y son peligrosos.
Las noticias que llegaban desde Estados Unidos durante la pandemia no eran muy buenas. ¿Cómo vivió la situación que se vivió en Nueva York, la ciudad de Nada Surf?
Tengo muchos amigos en Nueva York que estaban muy fastidiados y deprimidos. Se pasa muy mal si vives en un apartamento de 35 metros cuadrados que te cuesta 3.000 pavos al mes y te suspenden pagos en el trabajo. Me siento muy privilegiado por vivir en el campo. Me he dedicado a plantar cosas y soy muy cocinillas. Aquí ha habido solidaridad, yo le he hecho comida a gente que no podía o estaba enferma. Yo pillé el coronavirus en enero. Estuve mal durante diez días pero sin tener que ir al hospital. La verdad es que han pasado cosas alucinantes durante la pandemia. De repente, entraron los delfines en el puerto de Ibiza. Es un aviso. Tenemos que tener más cuidado. No hace falta tanta historia. No todas las fiestas tienen que ser de 200 personas. Espero que nos haya cambiado el chip en general a todos. Pero al mismo tiempo a veces pienso que no hemos aprendido nada y que no hay manera de cambiar.