Primero fue el momento de Thought Forms, trío de Bristol apadrinado por los mismísimos Portishead. Su música, sin embargo, poco tiene que ver con el trip-hop o con los sonidos arenosos y sofisticados de aquellos.
Espirales psicodélicas sostenidas sobre círculos concéntricos de feedback y una batería metronómica hacen pensar, ante la banda, en un cruce entre Spacemen 3 y Can, o en unos Bardo Pond con menos pasión por el ruido (que tampoco faltó, claro). Referentes que dan pistas para una música hipnótica, donde la voz oscura (no diremos gótica) de Charlie Romijn resultaba el imán necesario para una música ingrávida. Colocón legal.
Tras su show se cambió el escenario, que se llenó de cacharería electrónica, guitarras y amplificadores. Muchos amplificadores. Necesarios para causar la tormenta de post rock de 65daysofstatic.
Con una trayectoria de quince años a sus espaldas, el cuarteto de Sheffield subió al escenario con la intención de no tomar prisioneros y ganar la batalla con energía y entrega. El líder natural de 65days, Joe Shrewsbury, apareció sobre el escenario sin pronunciar palabra pero gesticulando, pidiendo con gestos que la gente se acercase al escenario. Acercarse a la trampa: en su laberinto de percusión volcánica, samples a go go, teclados planeadores, bajo monolítico y guitarras sulfúricas se tejía un muro de volumen feroz, potencia arrolladora, ritmos enfebrecidos y paisajismo lírico. Entre el IDM y el post rock, entre Aphex Twin y Mogwai, el cuarteto trituró prejuicios musicales con una puesta en escena poderosa, sin artificios pero con una entrega abrumadora: constantes cambios de instrumentos, contorsiones espasmódicas, concentración extática y buen feedback banda/público.
65daysofstatic demostraron que existen intersecciones posibles entre lo extremo y lo disfrutable, con una energía y con un volumen (insisto, en ocasiones daba miedo) inauditos en el panorama musical de Vigo.
Hicieron reverberar el MARCO con “Retreat!, Retreat!” o “Unnmake the White light”, donde el post y el math se codean con adornos electro. Sonaron evocadores y casi impresionistas con “Radio protector”. Y en los bises sonó “Monolith”, quizá hoy por hoy su tema más conocido por comandar la banda sonora del famoso videojuego “No man’s sky”: una sinfonía evocadora y muy space de la que sonaron más piezas durante el concierto, como “Supemoon” o “Asimov”.
Sinsal siguen acercando a Vigo la música que nadie (o casi nadie) más se atreve a acercar a la ciudad más grande de Galicia. Sin ellos, esto sería el Edén de las radiofórmulas. Con Sinsal, Vigo sigue siendo, afortunadamente, un lugar en el que también caben los sonidos más arriesgados, vanguardistas y realmente trascendentes.