En el parque de Castrelos, más de uno de los seguidores de Leiva no sabía que se llama José Miguel, pero lo que tienen claro es que hace tiempo que su apodo tiene, si no más, la misma fuerza que el nombre de Pereza, el grupo con el que llenó estadios y se subió a los escenarios más importantes de España.
Este jueves por la noche presentó en el Vigo en Festas su nuevo disco, ‘Cuando te muerdes el labio’, en una parada que calificó como “una de las más bonitas de la gira” en su cuenta de Twitter.
Vigo lo recibió con ánimo festivo en un evento multitudinario de adultos entre los que se respiraba un fervor propio de fans adolescentes cuando el cofundador de Pereza empuñó su Telecáster y apuntó los primeros acordes de ‘Terriblemente cruel’ a los miles de fans que lo esperaban. Los gritos de sus seguidores estallaron en una ovación sin precedentes. En el Blanco.
Las palabras con las que Leiva conmovió a los vigueses
El artista madrileño descargó los temas de su repertorio sin apenas interrupciones. Disparaba sus canciones como balas que impactaban en el público encendiendo una furia digna de una Guerra Mundial, la pieza más aclamada del primer tercio del espectáculo junto a ‘La lluvia en tus zapatos’ y ‘Animales’, cuya coda fue un potente solo de guitarra que encadenó con ‘Lobos’, un éxito del disco ‘Nuclear’.
Precisamente presentaba este trabajo cuando dio su último concierto en la ciudad olívica en 2019, y fueron los éxitos de este álbum los que arañaron la fibra de sus espectadores en 2022 -pandemia mediante.
Eran las 22:30 cuando dejó de tocar para presentarse: “Boas noites, Vigo, hola, hola, hola, hola, hola, hola”. Los asistentes gritaban emocionados, pero se rindieron a sus pies cuando confesó lo extraordinario que era tocar en el auditorio al aire libre: “Tocar aquí no es como tocar en otros sitios porque hay un extra de vibra increíble que no encuentro en otros sitios, realmente es una cosa muy extraordinaria y estoy muy agradecido de que nos hayan vuelto a invitar”, confesó.
Continuó su discurso dirigiéndose al públicos: “Gracias a todos los que habéis pagado la entrada, quería transmitiros que nosotros nos hacemos cargo de la dimensión, el valor y el esfuerzo que conlleva pagar una entrada a día de hoy, es acojonante, somos súper privilegiados estamos estamos muy agradecidos; también tiene este recinto es que muchos también tenéis la oportunidad de verlo de manera gratuita y eso a mí me parece hermoso así que buenísimas noches. Espero estar a la altura del recinto, del lugar, del amor, de la vibra y de la energía”.
Algunos le hicieron una reverencia y a otros se le empañaron los ojos mientras la multitud, esa inmensa variedad de almas, aplaudía.
Los aullidos de lobo Leiva ante un Vigo enloquecido
El compositor, con 22 años de trayectoria a sus espaldas, demostró con una lozanía atípica que sigue actuando como si de su primer concierto se tratara. Los vigueses coreaban cada tema con los brazos en alto enloquecidos. Se sabían todo el repertorio, incluido el nuevo disco. En las casi 2 horas de concierto a artista le dio tiempo de interpretar 21 temas incluyendo una versión de ‘El equilibrio es imposible’ que suele cantar con un Iván Ferreiro ausente en su ciudad natal.
El impresionismo de las letras de Leiva bebe en sus últimos discos de la influencia innegable del maestro Sabina, con quien graba, compone, arregla y comparte largas temporadas en la casa del genio de Úbeda en Zahara de los atunes. Cuando no están juntos utiliza la app de notas del móvil para escribir los primeros versos de futuras canciones.
Más que cantante es cantautor, su referente es Leonard Cohen, y en su etapa en solitario aspira a divorciar sus letras de las melodías para convertirlas en poemas sonoros que se sostienen sin más acompañamiento que la imaginación.
Las estrofas cantan solas y casi son capaces de dibujar, como demuestra en Godzilla cuando describe a esa chica que va dejando luces encendidas, huesos por pisar, baja desde el pecho a la garganta, se desliza hasta la tráquea y se agarra a sus costillas. Por supuesto que la tocaron, por supuesto que la corearon, por supuesto que se emocionaron.
La banda se cubrió de gloria con piezas como ‘Sincericidio’, ‘La llamada’ o ‘Superpoderes’ y pasaron de puntillas sobre ‘Breaking Bad’, ‘Flecha’ e ‘Histéricos’. Un setlist tan eficaz como repetitivo que dejó poco espacio a la improvisación y que no ofrecía nada personal al espectáculo de Castrelos aunque la profesionalidad de los músicos, eso es innegable, consiguió un efecto demoledor.
Pereza resucita en Vigo de la mano de Leiva y los suyos
El directo potente y vitalista de Leiva contrasta con su carácter introspectivo, cuando canta los temas de Pereza recuerda a Rubén Pozo, el cofundador del grupo y su primer referente, vecino y un amigo cuyo vínculo decidió anteponer al dinero y a la fama. Es por estos gestos por los que Leiva no necesita más palabras que las necesarias, las guarda para escribirlas en la galaxia interna donde escribe y perfila sus canciones, un universo tan rico como brillante.
Rubén no estaba, pero el grueso de la banda de Leiva lo acompaña desde sus primeros años en su primer conjunto.
Los momentos más intensos del concierto se vivieron al ocaso de este, cuando cantó los temas más conocidos de aquella primera banda apoyados por la narrativa de la pantalla, consciente del fenómeno ‘Nuclear’ los intercaló con temas de este álbum para conseguir el éxtasis de un público al que ya tenía en el bolsillo.
“Estas canciones van por los viejos tiempos”, anunció, y comenzó a cantar ‘Como lo tienes tú’, a la que siguió ‘Estrella polar’, con un paréntesis en el que entonó ‘No te preocupes por mi’ dio paso de nuevo a una de sus canciones más conocidas: ‘Como si fueras a morir mañana’.
Cerró el espectáculo con el éxito sin precedentes de su antigua banda: ‘Lady Madrid’. Su hermano Juancho, líder de Sidecars y fiel acompañante en sus giras, lo acompañó en la voz y los miembros de la banda se reunieron en círculo y celebraron la pieza como en una suerte de ritual solo apto para melómanos. Se hicieron tanto con el escenario como con el ímpetu de unos seguidores que parecían esperar con rabia este tema sedientos de él. Leiva se despidió con un riff de guitarra y una recomendación hedonista: “Vigo, vivid como si fuerais a morir mañana, por favor”.
Fueron ellos, sus seguidores, quienes lo emocionaron al cantar unas letras que el artista diseccionó a lo largo de un espectáculo que dignificó al denostado género pop demostrando que sus estribillos pegadizos no solo funcionan sino que consiguen segregar un chute de endorfinas que consigue que el público rebose entusiasmo y energía. Poca empresa se le antoja más loable a la autora del artículo mientras redacta todavía con la euforia a flor de piel.