De repente, en el festival Noches de Cea se apagó la luz. Desde su propio escenario interpretaba La La Love You ‘Irene’, la sexta canción de la velada, y sobre los componentes de la banda y el público a sus pies se extendió la sombra, una situación incómoda a todas luces, dicho sin ironía, para añadir incertidumbre a una jornada festivalera que no empezó de la mejor de las maneras, más bien al contrario.
El Pazo de Cea, una construcción del siglo XVI con una bellísima casa solariega y unos espectaculares jardines que a buen seguro recorrieron con deleite Dámaso Alonso o Torrente Ballester cuando visitaban a la escritora Elena Quiroga, que allí vivió a finales del siglo XX, posee un encanto que pocos lugares en la provincia pueden igualar.
Sobre el papel, parece difícil dar con un espacio mejor para celebrar un festival. Sin embargo, el acomodo que encontró el público en las mesas dispuestas sobre el césped, al calor de una tarde soleada y extremadamente agradable y rodeado de food trucks y barras con cerveza fría actuó en sentido contrario a lo que se espera de un festival.
La Chata Soul y The Soulers
Muy al fondo, sobre el escenario reservado a los grupos que acompañaron a La La Love You, el cabeza de cartel, abrió la velada La Chata Soul, cuyo concierto funcionó casi como un hilo musical frente a un público totalmente desentendido de lo que allí pasaba. La gente paseaba por los jardines del pazo, se acodaba en las barras hablando de sus cosas o se sentaba a las mesas a cenar, en muchos casos de espaldas a los músicos, separados de sus intereses por una distancia oceánica. Más que un concierto, parecía aquello una de las suntuosas fiestas que Scott Fitzgerald ideó para El Gran Gatsby.
No corrió mejor suerte la banda asturiana The Soulers, cuyos esfuerzos por atraer a la gente a los pies del escenario fueron tan baldíos como los de La Chata Soul. El buen hacer de ambas formaciones, que hibridan con talento y buen gusto melodías nacidas de la música negra, con ritmos funk, soul y rhythm and blues, pasó prácticamente desapercibido hasta que The Soulers atacaron una versión de ‘Ain´t No Mountain High Enough’, de Marvin Gaye y Tammi Terrell. Lamentablemente, esa era la penúltima entrega del repertorio de la banda asturiana.
Más colao que el Colacao
Llegó entonces el momento de la noche: el concierto de La La Love You, y la gente se fue desplazando perezosamente hasta el escenario principal. Los muchachos de Parla abrieron el concierto con ‘Más colao que el Colacao’, tema de 2013, y siguieron con ‘Alucina vecina’ y ‘Lo siento, nena’, consiguiendo poco na poco que la gente entrase en calor.
Al pop-punk rápido y nervioso de este cuarteto habrá quién le reproche sus letras excesivamente azucaradas o el esquematismo de sus melodías, sin embargo esa es una apuesta consciente, no hay trampa ni cartón, más bien al revés. Y ahí radica su encanto, como le estaba ya reconociendo el público cuando se fue la luz.
Fueron 15 minutos, tal vez 20, que La La Love You, mientras los técnicos se afanaban por arreglar el desaguisado, resolvió con elegancia y buen humor. David Merino (guitarra y voz) sacó del bolsillo su teléfono móvil e iluminó su cara. Roberto Amor (guitarra y voz) sacó al escenario una guitarra acústica que no se oía. Y el público hizo el resto. Comenzaron a cantar a coro ‘El fin del mundo’, la canción bandera de la banda, y a ellos se unieron los músicos convirtiendo el desastre en un rayo de luz en medio de una deslucida noche.
A partir de entonces todo fue como la seda. Cuando los técnicos consiguieron recuperar luz y sonido, La La Love You hizo un guiño a su mala suerte y, tras apuntar que lo sucedido se debía que ellos son “muy gafes”, atacaron ‘Todo mal’.
La respuesta del público, entre los que abundaban los adolescentes pero también los jubilados, no pudo ser más conmovedora. Arroparon a la banda con entusiasmo y cariño: sacaron sus móviles para iluminar ‘Laponia’, escogieron a mano alzada entre Shakira y Piqué, se ofrecieron en masa para subir como cheerleaders al escenario y cantaron y bailaron como si no hubiese un mañana.
Para entonces no había en el Pazo de Cea ni una persona melancólica o aburrida. Contagiados todos de la simpatía y naturalidad del grupo, cuyos miembros están a años luz de la actitud del divo y a cuya entrega no cabe reproche alguno, se generó en Pazo de Cea un alegre ambiente de camaradería que convirtió el bolo en una noche mágica.
La La Love You versioneó a Pole, a Dani Costas, a Nena Daconte, y entregó hacia el final de la velada sus grandes hits, que fueron cayendo como puños en la mesa mientras la gente se divertía con dos pelotas de playa gigantes que iban botando sobre sus cabezas: ‘El principio de algo’, ‘Que nada nos pare’ y, por supuesto, ‘El fin del mundo’, broche final a un concierto que pudo ser un desastre absoluto y que acabó siendo una delicia.
Somoza Trío
Después, mientras de fondo seguía sonando Él fin del mundo’, el público se trasladó de nuevo al otro escenario, donde ya tocaba Somoza Trío, un grupo de excelentes músicos que se dedican a hacer versiones de canciones de los 80 y que para entonces ya estaban tocando ‘Another Brick in the Wall’, de Pink Floyd.
Fue la primera de una larga lista de versiones que la gente, sobre todo los que ya conocen las canas, cantó y bailó mientras siguió avanzando la noche y la madrugada envolvió el Pazo de Cea, un lugar con una magia singular.