Después de dos aplazamientos que mantuvieron en vilo a sus seguidores, finalmente llegó el ansiado momento de disfrutar del directo del cantautor sevillano Beret. Este evento marcó el cierre de la temporada de conciertos de verano organizados por el Concello de Vigo.
Quizás debido a la fresca noche de agosto o al atractivo partido de leyendas en el estadio de Balaídos, que tuvo lugar a escasos metros en el parque de Castrelos, el concierto de Beret congregó a alrededor de 12.000 personas, convirtiéndose en el concierto de menor afluencia de este ciclo de verano.
Este sevillano, que ha transitado desde el rap hacia el mainstream, se ha posicionado como uno de los músicos más llamativos de la escena actual. Sí, ahora mismo los más puristas dirán que Beret nunca ha hecho rap y es cierto, pero Beret no llega desde Compton, lo hace desde Pino Montano y también es cierto que a lo largo de su trayectoria en cada single ha ido alejándose cada vez más del underground y abrazando, sin tapujos, el pop mainstream. Un cambio de dirección ha generado el reproche de muchos, pero es innegable que ha catalizado su llegada a un público masivo gracias a sus baladas y letras cargadas de emociones.
Desafía las barreras
A pesar de su transición musical, Beret ha mantenido un elemento distintivo, ese fraseo tan personal, que lo vincula a sus días iniciales en la escena. Una manera singular de frasear desafía las barreras entre géneros, estableciendo un terreno musical único en su tipo.
El concierto comenzó con ‘Te Echo de Menos’, que desató la locura de las primeras filas, que hicieron suyos los temas del hispalense igual que si fuesen salmos de una eucaristía. Desde el primer tema fue evidente que el directo que Beret ofrece difiere sustancialmente de los sonidos que podemos encontrar en las plataformas. Esta situación genera una dualidad de impresiones: por un lado, es comprensible que aquellos que buscan una réplica de su sonido puedan sentirse desilusionados; por otro lado, aquellos que llegan simplemente a disfrutar del espectáculo con la mente abierta a las nuevas direcciones sonoras quizás conecten de manera más íntima con Beret.
Montaña rusa emocional
El repertorio presentado por el artista andaluz en Vigo resonó profundamente a nivel emocional, incluso llevando a algunos espectadores a derramar lágrimas. Temas emblemáticos como ‘Vuelve’, ‘Desde Cero’ y ‘Ojalá’ se convirtieron en un torbellino de sentimientos, guiando a sus seguidores a través de una montaña rusa emocional. Esta conexión entre el músico y la audiencia trascendió las palabras y tocó el alma de aquellos en las primeras filas, a las que incluso cantó el cumpleaños feliz.
Sin embargo, un aspecto nos dejó un tanto desconcertados durante el concierto: la ausencia de la segunda voz, una característica fundamental en la carrera de Beret, marcada por colaboraciones con diversos artistas. La falta de esta voz secundaria, y su inclusión pregrabada, generó una experiencia híbrida que dejó a los asistentes en un limbo difícil de gestionar. ¿No hubiese sido más conveniente un refuerzo de una segunda voz que acompañara a la del hispalense? Como se hizo en ‘Desde Cero’ donde su corista ocupó el lugar de Melendi. Sin duda, habría hecho la experiencia más gratificante para aquellos que asistieron con curiosidad al concierto.
Reprogramación de Beret
El cierre de los conciertos estivales empañó ligeramente el ciclo de conciertos de verano. Las modificaciones de fechas que precedieron al evento y el enfoque musical de Beret cargado de melancolía y nostalgia dejaron un sabor agridulce en un ciclo que congregó a miles de personas en el Auditorio de Castrelos. Suponemos que la idea original del Concello era un final de fiesta lleno de humo, luces, confeti y mucho baile, como fue el concierto de David Guetta. Sin embargo, al reprogramar a Beret, el final se convirtió en un tránsito a través del desamor y la añoranza. Un cierre con un sentimiento de melancólica tristeza que se apoderó suavemente de la atmósfera.
Emociones
En definitiva, el concierto de Beret en el Auditorio de Castrelos fue una noche en la que las emociones fluyeron libremente, la música acarició los corazones de sus acérrimos fans y las reflexiones resonaron en cada acorde. A pesar de algunas imperfecciones, la esencia de Beret, a través de sus letras cargadas de emotividad, fue capaz de establecer un vínculo con su público y dejar una marca profunda en su comunidad de seguidores que seguramente perdurará mucho después de que las luces del escenario se hayan apagado.