Las hermanas Olaia y Sabela Maneiro y Aída Tarrío subieron al escenario del auditorio al aire libre de Castrelos para convertirse en Tanxugueiras y así llegar a las raíces de sus 40.000 seguidores para obrar el milagro: conseguir que cantasen al unísono y henchidos de orgullo el folclore gallego.
Se quedaron a las puertas de ir a Eurovisión pero su triunfo, lejos de ser flor de un día, permanecerá en la historia de la música. Las pandereteiras, armadas con sus instrumentos tradicionales, su potencia en escena y su autenticidad, consiguieron que toda España cantase en gallego e inventar una suerte de neofolclore absolutamente personal con notas urbanas entre las que destacan el pop, el punk e incluso el trap.
El torrente de voz del trío es tan limpio y poderoso que convierte su causa y sus mensajes combativos en himnos revolucionarios con ritmos de alalá. Emerge de una forma casi gráfica del estómago como un puño, como una raíz, como un grito. Su batalla es la de todos: los derechos, el amor, el feminismo, la libertad, la dignidad, la igualdad; por eso los temas de Tanxugueiras consiguen unir a todos los coros voces en un mismo pentagrama y poner todas las carnes de gallina.
La valla estaba forrada de carteles con mensajes para las artistas, que se alzaron cuando los focos apuntaron al público e, impresionadas, rompieron a llorar. El aforo completo del anfiteatro de Castrelos impresiona per sé; pero comprobar que un repertorio que se apoya en las ideas en lugar de en los mercados y en la sangre en vez de en las cifras y consigue, no solo despertar emoción sino la más pesada y soñolienta de las cualidades, la conciencia (¡La conciencia social!), bien, romper a llorar parece hasta naif.
Uno de los momentos más emocionantes del concierto llegó cuando desplegaron la bandera arcoiris sobre el escenario: «Familia, nunca vos avergoñedes de ser quen sodes. Cada quén pode querer a quen queira, eso non é malo ¡Viva o amor!«, exclamaron ante los aplausos de un público que, a pesar de no saberse muchas de sus canciones, no bajó la guardia en ningún momento.
Uno de los temas más aclamados de un repertorio dividido en tres actos fue «Averno«, entonado en el primer tercio del espectáculo. Abrió el segundo bloque, marcado por las canciones tradicionales y contestatarias: «Emociona esta parte na que a xente se une para amar a nosa arte», declararon las pandereteiras antes de interpretar canciones como «O querer» «Muñeira de Sísamo» o «Pano Corado». Temas como «Midas», «Seghadoras» o «Malquerenza» dieron fuerza al cierre del espectáculo cuyo broche, como no podía ser de otra manera, fue «Terra«.
Se despidieron con una promesa: «¡Vamos, Vigo, que viñemos pra quedar!«