¿Están mayores? Sí. ¿Barrigudos y canosos? También. ¿Conservan sus voces? No todos ¿Todavía saben divertirse? Absolutamente todos. Y es que en el caso que nos ocupa habría que variar la famosa frase para afirmar que «los viejos marchosos nunca mueren».
Sobre el escenario de Castrelos había personajes talluditos, pero tanto en la zona de pago (completa tres cuartas partes) como en el abarrotado anfiteatro también estuvieron presentes generaciones completas que en la década de los 70 y 80 recorrían todos los bares (¡qué lugares, tan gratos para conversar!)» de Vigo.
Se arrancó Nacho Campillo (Tam Tam Go) con «Manuel, Raquel» y a partir de ahí la noche fue cogiendo vueltas hasta acabar sin freno con el público cantando el «Miudiño». Desde el impasible Jaime Urrutia (Gabinete Caligari) hasta la locura desatada de Pablo Carbonell, pasando por el showman Javier Gurruchaga, el «sonrisas» Nacho García Vega o el maestro de ceremonias Alejo Stivel.
Coti se coló claramente en la fiesta. Su música, mucho más actual, encontró el aliado perfecto en su compatriota Stivel para redondear la fiesta. Todos comenzaron por separado, pero acabaron compartiendo temas, primero en dúos y alternándose para acabar la fiesta con los siete sobre el escenario.
«Camino a Soria”, “El calor del amor en un bar”, “Me vuelvo loco”, “Otra vez”, “Antes de que llegue el sol”, “Atrápalo”, “Viaje con nosotros” o “Ponte la peluca” fueron algunos de los éxitos más coreados, incluido «La chica de ayer», dedicada al irrepetible Antonio Vega. Pero Castrelos entró en delirio en dos momentos puntuales.
Primero fue la «Agüita amarilla», con Carbonell en pleno éxtasis, y luego «Salta», con Stivel haciendo botar a todo el parque de Castrelos. Sin duda, una noche movida. Sin duda, no es el concierto que muchos esperaban para las grandes fiestas de Vigo. Pero, como diría un compañero, un buen show de nuestra adolescencia.