El festival arousano Atlantic Fest es de los más veteranos e importantes de Galicia, con una apuesta múltiple, mayoritariamente nacional pero con presencia de artistas internacionales, y con una relación ya estrecha con los granadinos Los Planetas. La banda de J (voz, guitarra) y Florent (guitarra) ha visitado la villa prácticamente con cada gira, así que el viernes se sentía como un reencuentro. Pero especial. Los Planetas no venían a defender un nuevo disco sino a, prácticamente, celebrar su nacimiento. O su puesta de largo: tras un excelente EP y mucho ruido en los programas radiofónicos más importantes de rock alternativo, entregaron en 1994 “Super 8”, un disco que demostró que en España (y en español) podía mirarse de tú a tú a grupos anglosajones que, siguiendo las enseñanzas de pioneros como Sonic Youth, The Jesus and Mary Chain o Dinosaur Jr. mezclaban melodías arrebatadoras y guitarras ruidosas. ¿Qué diferenciaba a Los Planetas de, por ejemplo, Urusei Yatsura, por citar bandas anglosajonas coetáneas? Que los de Granada eran mejores, quizá. Además la lírica de J, cantante y compositor de las canciones, consiguió la identificación de una nutrida feligresía “indie”, esa que, cumplidos ya los cincuenta, el viernes atestaba el Escenario Galicia del festival, con muchas camisetas de la banda y convirtiendo toda la jornada previa del Atlantic Fest en una suerte de prefacio al conicert(az)o de Los Planetas, a las 22 horas.
Antes ya habían desfilado por el festival el grupo de Florent (esto es, la guitarra planetaria volcando más inquietudes en su proyecto paralelo, Florent y yo), una maravillosa Silvia Pérez Cruz desafiando la lluvia, el macerado intransferible de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, el carisma escénico de Carlos Sadness, el burbujeante punk-pop de Cariño, el pop de Dani Dicostas o el gallego Luis Fercán. Un menú estilísticamente variado que prologó a los absolutos protagonistas del día. Cuando las pantallas de su escenario se iluminaron con el icónico guitarrista diseñado por Javier Aramburu para la portada de “Super 8” la explanada empezó a llenarse con velocidad.
Y puntuales salieron los granadinos al escenario a defender, sin sorpresas al respecto, su debut completo y en el mismo orden del vinilo. En el cierre (una atronadora y psicodélica “La caja del diablo”) Florent se acercó al micrófono. “Ya sabéis cuán viene ahora”. Por supuesto, nueve minutos de espirales que los connoisseurs asocian a Spacemen3. En realidad todo en “Super 8” recuerda a la seminal banda de psicodelia noise, pero también a las trombas melódicas de Bob Mould en Sugar o a los citados The Jesus and Mary Chain. Desde el feedback anárquico de “De Viaje” a la pegada pop de “Qué puedo hacer”, todos los temas del disco rubricaron en Villagarcía su condición icónica.
Ejecución perfecta (Los Planetas de ahora no son los novatos-y-geniales veinteañeros de entonces, lo comprobamos quienes hemos visto la defensa de “Super 8” entonces y ahora), un volumen poderoso, necesario para reverdecer la alquimia sónica de un disco fiero y enmarañado, vídeos sobresalientes recuperando la estética de la portada original, un J más cercano de lo que se le suele atribuir (con cariño se refirió a la villa, en este sentido), y unos bises donde no podía faltar “Nuevas sensaciones” y en los que además de iconos como “Segundo premio”, “David y Claudia”, “Nuevas sensaciones” o su mayor éxito mainstream, “Un buen día”, fue celebradísima la recuperación de “Mi hermana pequeña”, su primer éxito (indie, pero éxito al fin y al cabo), anterior a este disco, tema estrella de “Medusa EP” (1993), el primer trabajo de la banda.
La noche se prolongó con el rock arenoso y cálido, con raíces, de Depedro, y la alquimia fiestera de los londinenses Crystal Fighters. El viernes hubo una primera velada y Atlantic Fest se prolongó una jornada más (que acogió a, entre otros, nombres mayores como Sidonie y Mika). Difícil, sin embargo, que no quede para el recuerdo como aquella en la que Los Planetas nos llevaron “De viaje” a “Super 8”.