Un maestro con la música y un cautivador con la palabra. Ara Malikian, el gran genio del violín conquistó este miércoles al público vigués con una doble sesión en la que se desquitó del concierto frustrado en Castrelos en 2019. El libanés demostró que no solo es único con las cuerdas sino que también es ingenioso sobre el escenario. Su directo lleno de vitalidad, brío y nervio hizo vibrar a los espectadores durante casi hora y media, pero también mostró su lado más humano y empático para hacer brotar sus sonrisas.
El Teatro García Barbón está ya muy cerca de convertirse en centenario y a lo largo de sus 94 años de historia ha acogido a talentos de todas las artes. Pero muy pocas veces habrá vivido una noche de música tan diferente como la que ofreció Malikian. La pandemia ha servido para que vea la luz su nuevo disco y tenga ya otro a punto de ver la luz.
Su gira ‘Royal Garage World Tour’ se vio cortada en marzo de 2020 y ahora recupera aquellas fechas perdidas. Este martes estuvo en A Coruña, anoche en Vigo y mañana acudirá a Ourense para cerrar su periplo por tierras gallegas. «Me encanta estar con vosotros, me encanta esta ciudad», aseguró antes de reconvertir uno de sus temas y anunciarlo como «Rapsodia viguensa» entre las risas del público.
Conexión con la platea
Y es que su concierto estuvo plagado de una energía que cautiva a través de su violín y mediante su conexión con la platea. Cada parada, cada descanso para recuperar el aliento y reponerse a los esfuerzos titánicos que realiza con su instrumento, es un auténtico monólogo en el que el humor brota de forma natural con anécdotas inventadas. «Os voy a decir la verdad, hay alguna cosa que os he dicho que no es cierta», confesó entre carcajadas a punto de acabar la segunda sesión del día.
Malikian viaja acompañado por otros cuatro músicos maravillosos: Georvis Pico a la percusión, Dayan Abad a las guitarras, Iván Ruiz Machado al bajo y contrabajo, e Iván ‘Melon’ Lewis al piano. Todos ellos se convierten en la mezcla perfecta par combinar con el despliegue del violinista. Imparable, como un torbellino sobre el escenario, su buen estado físico es obligatorio para soportar la exigencia que requiere.
Desde Chopin a Bowie
La gama de registros que utiliza el libanés de origen armenio es infinita. Desde Chopin a David Bowie y desde una nana a una rapsodia, el violinista ofrece todo tipo de recursos para interpretar temas que de forma permanente enlace con sus vivencias. Así, a lo largo de la sesión narra sus experiencias, desde su llegada como emigrante a Alemania cuando tenía tan solo 15 años hasta su paso por Cuba o Londres. Tampoco se olvida de su familia, con piezas como «Calamar robótico» dedicada a su hijo Kairo hasta la composición para sus hermanas que residen en Francia.
Como no podía ser de otra forma, el público acabó en pie ovacionando no una sino dos veces al músico. Como despedida «Alien’s Office», un grito a la libertad y los derechos de los migrantes, y «Nana arrugada», en recuerdo de las personas fallecidas durante la pandemia. El Teatro García Barbón disfrutó como nunca. Un genio pasó por Vigo.