“Aquel año vino Muse”, dirán las efemérides algún día: “El mismo día en el que murió la reina de Inglaterra. Y dio un concierto antológico en Vigo”. Lo registran las crónicas y también lo recordará el mundo. Por diferentes razones.
Los que no fueron al concierto de Balaídos decían que las entradas habían volado, que se vendieron en cuestión de minutos y que en reventa llegaron a los 2.000 euros. Colas desde primera hora de la mañana. Público de 14 nacionalidades diferentes. Una alerta meteorológica extrema amenazaba al concierto. Salió el sol y hacía bueno. El estadio latía fuerte.
En la cola del concierto algunos recordaban que los Rolling Stones tocaron en el mismo sitio, que Madonna también estuvo allí, que los Dire Straits afinaron una Fender en el campo del Celta. Ocurrió el 8 de septiembre de 2022: Muse dio un concierto antológico ante 17.000 almas embravecidas y Matt Bellamy se desangró en un directo implacable. Llamó a la insurrección a su público el mismo día en el que murió lsabel II y presentó en Balaídos ‘Will of the people’, su noveno álbum.
Muse toca los primeros acordes de God Save the Queen
Antes de que el vocalista saliera al escenario comenzaron a ovacionarlo desde las gradas, estaba tocando los primeros acordes de God Save the Queen y el ambiente se empañó de un sentir colectivo extraordinario. No se trataba de congoja, en muchos casos ni siquiera de respeto a pérdida de la persona, lo que ponía los pelos de punta era la sensación de participar junto a miles de personas, y no de manera individual, a un acontecimiento histórico de tal magnitud. Tal y como señalaron los medios británicos, hay muy pocos seres que recuerden el mundo sin la reina Isabel, y allí, en aquel estadio, Muse nos hizo partícipes de su sensibilidad el día que murió su reina. Con ese gesto, consiguieron una conexión íntima con los asistentes.
El vocalista salió al escenario a contraluz, entonces sí, desató la ‘hysteria’. Abrió con la llamada a la insurrección de ‘Will of the people‘, y los coros clamaron sus lemas contestatarios y antisistema justo ese día, fue un momento épico, muy significativo. Bellamy provocó un estallido de euforia con su potencia escénica y un directo impoluto. Tras el ardía una estructura que daba forma a las iniciales de su nuevo disco. La multitud levantaba los puños enfervorecida.
Empezó con la potencia esperada y Bellamy desplegó por el provocador (la pasarela que avanza desde el escenario entre el público) su virtuosismo a la guitarra y tocó ‘Hysteria’ al comienzo del show. Se inclinaba hacia sus seguidores seduciéndolos con esa pose que los guitarristas pueden permitirse, sobre todo si son los mejores del mundo y la crítica los comparan con Jimi Hendrix.
‘Preasure’ y ‘Won’t Stand Down’ y ‘Psyco’ fueron los platos fuertes de la primera mitad de un espectáculo soberbio en el que Bellamy corrió por el escenario y saltó sin fallar un acorde de los riffs más brillantes del rock actual. Dominic Howard se ponía en pie y daba palmas mientras tocaba la batería. Los fans de Muse pasaron de la pasión a la admiración ante la demostración de talento que los encaja en la categoría de grupo de culto.
Un espectáculo de vértigo
Fuego y adrenalina sobre el escenario cuando las llamaradas que emergían de él enfatizaban los momentos álgidos de los temas legendarios de Muse. La inmensa máscara articulada, icono de su nuevo disco, era el telón de fondo del escenario y se movía tras los músicos potenciando el dramatismo del momento. Estaba flanqueada por una narrativa audiovisual deslumbrante que apoyaba la interpretación de los británicos.
De entre las nuevas canciones destacó el apoyo de ‘Compliance‘, pero fueron los temas históricos los que hicieron temblar los cimientos del estadio. El cantante calló para sentir el calor de un público que conocía la letra de ‘Uprising’ mejor que el propio artista. Los fans bramaban “Oe oe oe oeee”, cada vez más empapados de la épica de un concierto histórico. Pedían bises y los tuvieron: el primero, ‘Kill or be killed‘, ofreció a sus seguidores una perfecta muestra del respeto de la formación y sus fieles por los orígenes metaleros de Muse. Con el segundo, ‘Knigts of Cydonia’, se consagraron, lo saben, por eso lo convirtieron en el tema con el que suelen cerrar sus espectáculos.
Aquellas 17.000 personas que consiguieron su localidad no sabían que entraban a un estadio que se convertiría en templo. Desconocían la cantidad de veces que podrían contar que cuando murió Isabel II ellos estarían allí, a los pies de un escenario asistiendo al momento en el que un grupo de culto británico tocó pocas horas después de morir su reina los primeros acordes de ‘God Save the Queen’.