Lleváis ya mucho tiempo sin tocar en Vigo. Volvéis con un concierto en una sala tan mítica como La Iguana.
Sí, desde que presentamos el disco hace más de un año en La Fábrica de Chocolate, no habíamos vuelto a Vigo (exceptuando un concierto junto a Havalina en el campus universitario) y ya teníamos muchas ganas. Después de los muchos conciertos que llevamos nos apetece muchísimo tocar aquí. Siempre se crea un ambiente especial tocando delante de familiares y amigos. Va a haber alguna sorpresa. Tocaremos temas de los anteriores discos y habrá algo diferente porque jugamos en casa. Será un día especial.
La Iguana es un local emblemático de Vigo. ¿Está unido a vuestra historia personal y a la del grupo? ¿Qué recuerdos guardáis de esta sala?
La Iguana es conocida en todos lados, no solo en Vigo. Para nosotros siempre ha sido una de las mejores salas, con diferencia. Está unida a nosotros incluso antes de formar el grupo. Hemos ido toda la vida a conciertos allí, es ese tipo de salas que siempre trae a grupos que interesan y que apetece ver, como algunos máximos referentes nuestros. Recuerdo especialmente un acústico de Nada Surf en el año 1998 o 1999. Era la única ciudad en España en la que hicieron acústico en aquellas fechas y La Iguana estaba a reventar. Me acuerdo de las piernas de la gente colgando desde el piso de arriba. También me acuerdo de otro de The Posies en 2001 y 2002 que fue muy especial.
Precisamente, a Nada Surf los teloneasteis más de una década después en Santiago. Supongo que sería un sueño cumplido.
Sí, quién lo iba a decir, que diez o quince años después de ver a ese grupo acabarías tocando con ellos. En el momento en que los ves, sueñas con estar encima del escenario. Luego, formas un grupo, empiezas a grabar discos y acabas tocando con ellos… Es Increíble.
Vuestros referentes son anglosajones. En vuestro sonido se perciben influencias de grupos como Weezer, Jimmy Eat World, Fountains of Wayne o los mencionados Nada Surf y The Posies. Ahora, en este tercer disco, os habéis pasado al castellano. ¿Qué grupos nacionales tenéis como referencia?
Nuestra principal influencia son grupos americanos, pero también hay un montón de grupos en español que nos gustan. Desde grandes clásicos como La Habitación Roja o Los Planetas hasta grupos más de ahora como Dinero, Pasajero, Perro o, por poner un ejemplo cercano, Eladio y Los Seres Queridos. O compañeros de sello, como Los Niños Mutantes (tocarán con ellos la próxima semana en Madrid), que también son de toda la vida. Escuchamos mucha música en español.
Has mencionado algunos grupos que arrastran muchos seguidores, que están en la primera división de la música en España. Vosotros cada día sois más conocidos. ¿Es el momento de dar el salto?
Es nuestro tercer disco, vamos haciendo trabajo de fondo. Poco a poco estamos haciendo salas y darle caña a esto a veces acaba dando sus frutos. Vamos asomando la cabeza. Pero para llegar al nivel de los grupos de los que estamos hablando aún hay que recorrer mucho, sacando discos y tocando un montón.
¿Os gusta la etiqueta de indie o alternativo?
Las etiquetas son interpretables. No te acabas de reconocer nunca en ninguna. En cada disco vas tirando más hacia un lado o hacia otro. Tampoco nos molesta.
En los noventa que te llamasen indie se consideraba un halago. Ahora está un poco denostado el término.
Quizás antes estaba mucho más claro lo que era un indie y ahora está todo como un poco difuminado. Una gente piensa que es una cosa y otra piensa que es otra. Pasa lo mismo con el estilo de música. La gente nos pregunta ‘qué estilo hacéis vosotros’ y acabas respondiendo que hacemos pop-rock. Y dentro del pop-rock hay infinidad de posibilidades. Definir algo con dos palabras es muy complicado.
Vais ya por el tercer disco, del que se suele decir que es el de madurez de los grupos.
En nuestro caso, habrá gente que piense que sí y otra que no. Puede que gente que solo escucha grupos que cantan en español crea que este es nuestro primer disco y que somos unos recién llegados. Hay para todo los gustos.
Lo que está claro es que el sonido ha sufrido una evolución, se percibe más contundencia.
A base de tocar uno va cogiendo una personalidad y un sonido propio. Eso es tocar, tocar y tocar y acabas estando a gusto con un sonido y con una gente. Acaban saliendo bien las cosas.
Una pregunta que supongo que nunca habéis respondido en el último año, ¿por qué os habéis pasado al castellano?
Es la pregunta del millón, nunca me la habían hecho (risas). Antes de grabar el disco, siempre tuvimos la curiosidad de cómo sonaríamos en castellano. De hecho, al principio teníamos un poco de miedo porque nuestro estilo y nuestras influencias son muy americanas y tampoco queríamos hacer un experimento y que sonase algo raro. Nuestra intención no era castellanizar nuestro estilo y que no sonara como tiene que ser. Cuando terminamos la gira del segundo disco, empezamos a hacer pruebas y le dimos a la gente que teníamos alrededor los demos para que los fuesen escuchando y nadie decía que no le gustaba. Al revés, decían que le gustaba mucho. La primera idea era no perder nada de lo que teníamos, como la fuerza de las guitarras. Al final, nos fue gustando a todos y la cosa ha salido bien.
¿Estáis componiendo nuevas canciones? ¿El cuarto disco ya está en el horizonte?
Todavía no estamos haciendo temas nuevos como grupo porque el último disco tiene apenas un año. Llevamos con este disco cerca de 70 conciertos y no hemos parado nada. El fin de semana que nos hemos quedado en casa, lo dedicas a descansar. De momento, no tenemos nada nuevo, pero ahora, que acabamos la gira y haremos un descanso en enero, seguro que empiezan a salir cosas nuevas. Eso no se elige, sale solo.
Supongo que no resultará sencillo compaginar las giras con vuestros respectivos trabajos.
Es muy complicado. Igual tienes que tocar un viernes en Valencia y tienes que pedir muchos días, te quedan muy pocas vacaciones para ti. Nuestras vacaciones son ir a tocar o grabar fuera. Somos cinco en el grupo y tenemos que compatibilizar los horarios. Es complicado pero se acaba haciendo. Nos lo tenemos que tomar como una diversión, no como trabajo.
Vivir de la música en España es casi una utopía.
Eso es casi imposible. Vas a los festivales por España y de los 300 grupos que tocan igual viven de la música menos de diez. En otros países es distinto. Te vas a Inglaterra, Francia o Alemania e incluso hay ayudas para músicos. Es un fomento de la cultura completamente distinto. Da igual que hagas música clásica o rock. Al final, esto es como una profesión más. Los kilómetros y el sudor que le dedicas es como tener dos trabajos.
¿Ves salida a la crisis que atraviesa la industria musical en España?
Estamos en un momento de cambios y en el que hay que adaptarse a nuevos formatos. Por un lado surgen un montón de festivales, pero por otro parece que la cosa va a peor. No lo sé. Está muy complicado.