Como aquel turrón que vuelve y vuelve, la banda barcelonesa Sidonie aterrizaron con su pop rock de efluvios sixties en el Mar de Vigo una vez más. Tres en el último año. El propio Marc Ros, vocalista, bromeaba: «Podemos tocar solo en Vigo, en el Mar de Vigo. Como Celine Dion: quien quiera verla tiene que ir a las Vegas, pues con nosotros, a Vigo». Cuando soltó este maravilloso despropósito él y la banda ya se habían metido al respetable en el bolsillo a base de actitud festiva, fina ironía y empatía desde las tablas.
Esa es la gran baza de Sidonie, saber equilibrar desde el escenario un buen ramillete de tópicos del live-rock con una actitud rebosante de desparpajo y humor. Ros se abraza a Jesús Senra (bajo y segundas voces) y le besa la mejilla, Axel Pi se sube al bombo de su batería, la banda salta y, es visible, goza de practicar su música sobre un escenario.
¿Es esa intensidad efecto colateral de una pandemia que tanto daño hizo, hace aún, al pop en vivo? Posiblemente algo de eso hay en la entrega de la banda, pero uno que los ha visto en sus inicios, en uno de los escenarios pequeños del festival de Benicassim allá por 2001, y puede certificar que el «mojo» les viene de serie. Menos irreverentes, menos locos, pero conservando las ganas de divertir y divertirse, los Sidonie actuales, mucho más populares que aquellos, evidentemente, persisten en cierto toque golfo, irreverente y a la vez sano, de, perdón por el tópico, buen rollito.
¿Y la música? Pues es su vida, como cantan en uno de los pegadizos temas de su último trabajo. Al ser esta su tercera fiesta en Vigo podríamos decir que no fue tanto una presentación de su último disco (El regreso de ABBA, 2020) como una celebración de la música (su música) en directo: sonaron pluscuamperfectas traslaciones de temas tan reconocidos y contagiosos como «Maravilloso», «El peor grupo del mundo», «El incendio», «Nirvana internacional», la propia canción «El regreso de ABBA» (je, ¿premonitorio?) o su último sencillo, «Verano del amor». Hasta colaron en los bises una cover de los Rolling Stones.
Sidonie tienen tantas balas en su pistola pop que se permiten lanzar uno de sus hits casi al principio del show: soltar «Fascinado» tan pronto (más o menos quinta o sexta posición en el setlist) tuvo un efecto directo en un público entregado, que responsablemente se mantuvo en sus sillas hasta que el propio Ros, igual de responsable, preguntó a la organización si se podían levantar sin abandonar el puesto, el lugar y silla asignados.
Y entonces la fiesta se disparó como champán agitado. Cada cual con sus gustos, podrán agradar más o menos, pero objetivamente cabe reconocer que el concierto de ayer en el hall del Auditorio Mar de Vigo fue una de las mejores recetas para volver a disfrutar de un directo pop rock, por ejecución perfecta, por carisma y desparpajo, por el mood totalmente positivo (pese a que las letras de Sidonie esconden mucha crítica, ironía y melancolía). Cuando nuestra vida es la música esto no tiene precio.