El último y homónimo trabajo de los boirenses Triángulo de Amor Bizarro («oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ», publicado en marzo de 2020) supuso dos cosas. Por un lado rubricó que la banda, con casi veinte años a sus espaldas, se mantenía inquieta y era capaz de reinventase sin renunciar a sus signos distintivos. Y por otro era un disco que pedía a gritos su puesta en directo, dadas las novedades (muchos sonidos electrónicos y ambientes más asfixiantes que explosivos). Y entonces… el coronavirus.
En definitiva, a la vista del generoso lleno en el TerraCeo ayer, estaba claro que había ganas, en Vigo, de ver a los autores de himnos indie rock como «Estrellas místicas», y el grupo se subió puntual al escenario, a eso de las nueve de la tarde no sin la presentación ―siempre algo onírica― del alcalde vigués: TerraCeo es un artilugio del Concello (carteles y una proyección gigante se encargaron de recordarlo permanentemente) y ya se sabe que por tanto «el telonero» (ya le llaman así cariñosamente… o no, va por parroquianos) va a abrir la gala.
El show se apoyó lógicamente en los temas nuevos, canciones con mucho soporte electrónico, ritmos fracturados y sonidos que les acercan a Big Black, vapores funk y óxido industrial. Resulta curioso ver a Rodrigo Caamaño y a Zippo manejando teclados y cacharrería, y olvidando las guitarras mientras Isabel Cea canta sin pulsar su bajo. Sin embargo la capacidad de asfixiar el ambiente permanece intacta, vibrante.
Con una Isa mayúscula como vocalista y un Rodrigo crooner-punk de lujo. Punk que por supuesto comandó la velada, con trallazos marca de la casa como «Canción de la fama» (demostración de que Triángulo de Amor Bizarro experimentarán y retorcerán sus sonido, pero no pierden su capacidad para sonar brutales cuando se lo proponen) o clásicos como «El himno de la bala». Y para himnos, cayeron algunos, muy coreados por un público respetuoso con la normativa Covid, como el shoegaze «De la monarquía a la criptocracia» o, de su último trabajo, un muy New Order «Vigilantes del espejo» (en su maravillosa versión en galego).
Milimétricos, abrasivos y sutiles al tiempo, cómodos en el escenario (¡y cómo gusta ver sonrisas sobre las tablas en estos tiempos de mascarillas sempiternas!), el cuarteto formado por Rodrigo Caamaño (voz, teclados y guitarra), Isabel Cea (bajo y voz), Zippo (teclados y guitarra) y Rafael Mallo (increíble, incendiario batería) vuelven a pisar los escenarios en un nuevo, sí, marco para los directos: sentados, enmascarados, como extras en un capítulo de Watchmen… pero da igual, Triángulo de Amor Bizarro nos liberan por dentro, a golpe de volumen intenso y rock imbatible.
Hoy, en el totum revolutum cuanto menos curioso que está siendo este TerraCeo, Mocedades pisarán el mismo escenario.