Los Black Lips, banda de rock estadounidense de relevancia internacional, imagen del sello VICE y, según The Guardian el mejor grupo garage actual, tocaron en La Iguana el pasado miércoles 24 de noviembre ante 280 personas. Billy King no lo anunció. No lo necesitaba.
El evento consolida a Vigo en uno de los puntos cardinales de la cultura. La gira del último disco de Black Lips: «Sing in a world that’s falling apart», se presentó en cuatro ciudades españolas: Madrid, Valencia, Sevilla -donde fueron cabeza de cartel del icónico festival Alhambra Monkey Week- y en la ciudad olívica. El secreto de su presencia fue fruto del caos, los tickets se pusieron a la venta en mayo, cuando estaba prevista la actuación, y se agotaron en cuestión de horas.
La fecha se movió varias veces dadas las restricciones, por lo que los que se enteraron fueron los pocos que, fruto de la casualidad, entraron en la web en el momento adecuado y a la hora adecuada.
Seguidores de toda España llegaron a Vigo para ver a Black Lips
Así lo atestigua Ana, que compró dos entradas sin consultarlo con su amiga Irene, consciente que podría ser su única oportunidad. Y así fue: «Quise comprar para más amigos poco después y estaban agotadas». Ambas siguen la trayectoria de Black Lips desde sus inicios y consiguieron llegar a tiempo para estar en primera fila.
Ellas son viguesas, pero parte del público viajó desde otras provincias, como Arrate e Ibai, que llegaron desde Bilbao, o Jan y Rodrigo, que volaron desde Barcelona. Ellos, concretamente, bromeaban con cierta sobre su falta a la Ciudad Condal.
Vigueses y visitantes, extasiados por Zumi Rosow
En un directo impecable en el que tuvieron protagonismo todos los miembros del grupo, el momento álgido para buena parte del público, incapaz de contener su énfasis y entonar un grito, llegó a mitad del directo cuando tomó el primer plano Zumi Rosow, cuyo saxo sonaba hasta ese momento desde una discreta posición en el escenario.
Cuando la artista, modelo e icono feminista norteamericana, se acercó al público para entonar «Get it on time», consciente de su repercusión, dirigió su mirada directamente a sus seguidores, altiva e indiferente: «Fue demoledor» el mejor momento», coinciden Barry y su socio, que desde hace 5 años hicieron de «Bad Kids» parte de la banda sonora de su bar, tema que todos los asistentes echaron de menos.
Zumi Rosow: «Solo fotos, no me gusta hablar»
Ella, Zumi Rosow, actuó como la diva que es, eso sí, una diva inusual. Al terminar la actuación esquivó al público y subió directamente al backstage, a donde accedió VIGOÉ de la mano del guitarrista y miembro fundador de la banda, Cole Alexander, que se ofreció a llevarnos hasta su refugio: «¿No quieres conocer a Zumy, a ella no le gusta hablar».
Así fue. «Yo no hablo, solo fotos», advirtió al atisbar un rostro desconocido. Posó y, cuando ya abandonamos el espacio, se rió y exclamó: «Divertido, fue un concierto divertido».
Así fue la fiesta de Black Lips en Vigo
Los integrantes del grupo, salvo Zumi Rosow, se detuvieron durante horas a hablar con todo aquel que se les acercaba. Cuando intuían el interés de un medio de comunicación dejaban lo que estaban haciendo: firmar discos, recoger los instrumentos, sacarse fotos con todos aquellos que se lo pedían y, tras la pregunta en un inglés que distaba de ser perfecto, se disculpaban por «Venir a Vigo y no saber hablar Español».
Cole Alexander insistía en hacerse entender en nuestra lengua: «Mi madre es colombiana y mis abuelos españoles, me llamo realmente Cole Alexander Niño, mi madre quería que llevase una palabra española en mi nombre por mis raíces».
«Es la segunda vez que venimos a Vigo y quiero pasar tiempo en la ciudad, el ambiente en Churruca es muy rock and roll, la ciudad es dinámica y las playas paradisíacas». Lamentó no poder pasar más tiempo y conocer las Illas Cíes y las playas de O Morrazo, cuyas fotos había descubierto por curiosidad durante el viaje a la ciudad a través de internet: «Guau, increíbles».
Black Lips, cautivados con Vigo, imitan a Abel Caballero
«Me gusta tu suéter», en este caso era Joe Bradley, el primero en entablar conversación para contar lo a gusto que se sentía en ese ambiente y destacó lo abiertos y acogedores que somos en Vigo. No en vano se dirigió a la barra y se quedó charlando con los asistentes hasta bien entrada la noche. «Qué buen feeling siento aquí, no quiero irme», lamentó al despedirse de todos los grupos de vigueses de La Iguana, en los que rotaba y charlaba, integrado como un amigo más.
«Amo esta ciudad porque siento que en esta ciudad me quieren, se expresan, me tratan como a un amigo». Cole Alexander Niño lo interrumpió, sacó el móvil y le enseñó las fotos de las playas de arena blanca y aguas turquesa rodeadas de vegetación. «Amazing». Ben Ebergaugh, más sobrio que sus compañeros, resaltó el auténtico «fan show» que percibió. Le gustó tocar en una sala: «Algo auténtico y puro que echaba de menos».
Charo, su seguidora, aprovechó la ocasión para enseñarles el fenómeno del mar de ardora y Bradley parafraseó sin ser consciente de la existencia de Abel Caballero: «Fascinante, todo está aquí, es el mejor sitio del mundo». Insistió en que La Iguana es un «super club» repleto de personas encantadoras.
Todo esto es tan «cool» que nos quedamos aquí cuando deberíamos estar durmiendo, mañana tocamos en Madrid, pero cómo nos vamos a ir con lo bien que nos lo estamos pasando en este sitio, con estas personas tan agradables.
Añadió un cercano Jared Swilley, batería de la banda, que se unió a sus compañeros por primera vez porque prestaba atención a todo aquel que le daba conversación. Y, sin saberlo, también parafraseó al regidor. «Vigo is the best city in the world», exclamó antes de continuar su charla entre risas con dos viguesas con una confianza que parecía antigua.
Aunque ninguno de ellos fumaba, entraban y salían del local con los fumadores, sobre todo Cole Alexander, que parecía un habitual de la noche de Churruca saludando a sus nuevos conocidos en la calle y el local, donde permanecieron durante varias horas. Se entregaron de tal manera que sus interlocutores se percataron de su ausencia con naturalidad. «¿Dónde está Cole?», preguntó un hombre de unos 40 años, así se despidieron de Vigo, como cualquier otro grupo de amigos que se retiran, conscientes de la hora y de sus responsabilidades.
Black Lips: Un giro a las raíces bañado en rock and roll
Los seguidores extrañaron los grandes éxitos de la primera década de 2.000, pero el nuevo álbum del grupo, suena en clave country bañada en rock and roll. Los asistentes lo elogiaron, Charo se reconoce fan y aunque reconoce que «No eran mi grupo favorito me ganaron con el directo, me encantó que recogieran la esencia musical country y ese giro que han dado retorciéndolo con su estilo propio».
Billy King fue contundente. «Me han devuelto la fe», confesó en cuanto la noche le permitió un momento para atender a la prensa: «Me encanta el último disco, han experimentado una fórmula a contracorriente del resto de bandas, todos intentan ser modernos e innovar y ellos miraron hacia atrás, suena rancio, pero es lo contrario a lo que marcan las tendencias.»
Valora la calidad del nuevo disco porque: «Estamos en 2021 y estos tíos han hecho algo oldie y han conseguido algo fresco e innovador, incluída su actitud. Sus referencias son obvias, pero suenan a nuevo, eso es muy difícil. Inspirarte en otras décadas y sonar vigente».
Pepe, más conocido como DJ Meteoro en la sala Mogambo rompió el aura de romanticismo y se erigió como voz crítica. «Creo que buscaron un repertorio fácil para salir del paso, a mí me gusta este grupo y hoy me recordaron a unos chicos cantando y tocando alrededor de una hoguera en un campamento de Boy Scout. Creo que ayer se han desfasado en Porto y han preparado algo fácil».
También hace autocrítica: «Quizás los he visto demasiado y los he seguido demasiado y he visto tantos grupos que han girado de esta manera que puede que la culpa sea de mis expectativas, no de la banda».
La crítica de Ana e Irene no fue tanto al nuevo álbum sino al hecho de que el público idolatraba a Zumi Rosow por encima de los demás integrantes, «cuando todos ellos son grandes intérpretes y vocalistas y entre todos han conseguido que el directo fuera un éxito», opina Ana. Irene matiza que el hecho de que ella sea una personalidad tan relevante y un auténtico icono debería separarse de lo musical.
El contraste de opiniones es, en cualquier caso, rico. El concierto, histórico, y las emociones que pueden empañar la perspectiva tras el directo probablemente reposada tomaran otro cariz. A juzgar por las imágenes, el público estalló en cada pieza insuflando energía a la banda internacional hasta el punto de terminar su espectáculo y ejecutar un simbólico “The show must go on”, atrapados por el ambiente porque, según Cole Alexander Niño: “Vigo es puro rock and roll”.