Decía Homero que la juventud tiene el genio vivo y el juicio débil. Este domingo en Navia se constató lo primero, pero se puso en seria duda lo segundo. El Octavio se apoyó en sus jugadores más bisoños para superar la prueba más exigente de la temporada. Borja Méndez (18 años), Rubén Figueirido (18) y Dani Bernárdez (17) fueron los héroes de un partido en el que el conjunto vigués desconcertó y desquició a su rival, que seguro que no se imaginaba muchas de las cosas que iban a suceder sobre la pista.
Jabato demostró que había estudiado a su rival a conciencia. Conoce el balonmano de Quique Domínguez a la perfección y supo contrarrestarlo con fórmulas imaginativas y arriesgadas. Dinamismo defensivo, recursos ofensivos poco previsibles y valentía para otorgar mando en plaza a los más jóvenes. Estas fueron las armas del Octavio ante un Teucro demasiado tozudo en sus planteamientos y que no supo sacar partido a su profundo banquillo.
Los pontevedreses, no obstante, comenzaron mandando en el partido con un parcial de 0-2 de salida. El Octavio se apresuró a ajustar en defensa y Cerillo inició un pegajoso marcaje al hombre al ex académico Dani Hernández, al que ‘secó’ durante casi todo el encuentro. Pronto se comprobó que Borja Méndez estaba inspirado. Fue él el que tiró del carro en los primeros compases y pasado el quinto minuto puso el empate en el electrónico (3-3). Un nuevo parcial de 0-3 (3-6, min. 8) obligó a Jabato a pedir tiempo muerto. El Teucro quería marcharse en el marcador, no permitir que se le subiera a las barbas un rival teóricamente inferior, y encontraba con asiduidad a el ex rojillo Edu Moledo en el extremo.
El Octavio comenzó a carburar en ataque y a sacar provecho a su intensidad defensiva. Rubén Figueirido tomó el relevo de Borja Méndez. El juvenil parece no tener miedo a nada ni a nadie. Se lanzaba una y otra vez como un ‘kamikaze’ contra la robusta defensa teucrista. Jabato añadió más leña a la hoguera dando entrada en la pista a Dani Bernárdez. El pivote, a sus 17 años, tiene un futuro espléndido por delante. Cuando consiga moldear del todo su cuerpo, podrá llegar a ser imparable. Cada vez que sus compañeros lograban encontrarlo en los seis metros, el descosido en la defensa del Teucro era monumental.
Un gol de Diogo Oliveira en el minuto 21 logró equilibrar de nuevo el encuentro (12-12). Desde ese momento hasta el final de la primera mitad se produjo un intercambio de golpes del que nadie salió vencedor (16-16).
Gran inicio de segunda parte
Se estaba viviendo un combate intenso y plagado de alternativas, pero lo mejor estaba aún por llegar. El inicio de la segunda parte del Octavio fue fulgurante. Esta vez la pareja arbitral gallega -muy criticada tras su actuación en el encuentro ante el Bordils- no se convirtió en enemiga. En estos primeros minutos excluyó a dos jugadores del Teucro, lo que permitió que los vigueses jugarán algunos segundos con un par de hombres más. Supieron aprovechar esta superioridad numérica. Dos tantos consecutivos de Figueirido les dieron una pequeña renta (18-16) que supieron administrar e incluso aumentar. Pumar tomó la responsabilidad en el Teucro, pero se encontró con la respuesta del capitán Cerillo, algo desdibujado en ataque hasta ese momento.
El milagro era posible. En el minuto 43, tras un tanto de Óscar Silva, el electrónico de Navia reflejaba la mayor ventaja local de todo el partido (25-21). Los de Jabato habían destapado el tarro de las esencias en ataque. Corrían con criterio y también sabían jugar con pausa. Pero hubiera sido un despropósito pensar que el Teucro ya estaba muerto. Con mandíbula de cristal no se puede liderar con tanta solvencia la categoría. Le quedaba una última bala. Quizás por el cansancio, tal vez por la responsabilidad o puede que simplemente porque el rival subió sus prestaciones en defensa, al Octavio le empezó a costar un poco más batir la portería de Amerigo. Un parcial de 2-5 provocó que el partido se volviese a igualar pasado el minuto 50 (27-27).
Llegaban los minutos de la verdad, aquellos en los que suelen triunfar los equipos más maduros y expertos. Y, contra todo pronóstico, el que los supo jugar mejor fue el Octavio. Un tiempo muerto de Jabato sirvió como perfecto despertador para sus jugadores. A Méndez y a Figueirido todavía le quedaban fuerzas para lanzarse contra la defensa rival, Jabato se guardaba en la manga una defensa mixta intensísima y, por si esto fuera poco, Lloria también se sumó a la fiesta con un par de paradas clave.
Tras los goles de los mencionados Méndez y Figueirido y un par de exclusiones, una por bando, el Octavio llegó a los últimos cuatro minutos de partido con una renta de tres tantos (31-28). Quique Domínguez pidió tiempo muerto, pero era ya imposible parar al conjunto académico. Alentado por su público, disfrutó de lo lindo en esta recta final ante un Teucro impotente. La victoria se quedaba en Navia. Una nueva proeza rojilla y la permanencia cada vez más cerca.
Academia Octavio: Lloria; Óscar Silva (3, 1p), Juan Carlos Quintas, Germán Hermida (2), Borja Méndez (8), Cerillo (6), Álex Conde -siete inicial-, Diogo Oliveira (3), Rubén Figueirido (8), Toni Corcera, Dani Bernárdez (3) y Tate Batán (1).
Sociedad Deportiva Teucro: Ricardo Amerigo; García Pichel (3), Adrián Pumar (7), Marcos Dorado (1), Borja Fernández (6), Dani Hernández (3, 2p), Edu Moledo (7) -siete inicial-, Víctor Rodríguez (2), Iván Fernández y Gonzalo Carró.
Parciales: 2-3, 4-7, 6-9, 10-12, 13-14, 16-16 -descanso-, 19-17, 22-21, 25-22, 27-26, 30-28 y 34-29.
Árbitros: Portela Fernández y Rodríguez Mondelo (Galicia). Excluyeron dos minutos al local Germán Hermida; y a los visitantes Gonzalo Carró, Marcos Dorado (2), Borja Fernández y Adrián Pumar.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 19ª jornada de División de Honor Plata disputado en el pabellón de Navia ante unos 1.000 espectadores.