Desde A Guarda, un municipio con poco más de 10.000 habitantes, el Club Balonmano Atlético Guardés ha logrado lo que pocos imaginaban: convertirse en uno de los equipos más destacados del balonmano femenino español.
Fundado en 1967, este club ha sabido superar las limitaciones de su ubicación geográfica para posicionarse como un referente en la Liga Guerreras Iberdrola, la máxima categoría del balonmano femenino en España. En la última década, su ascenso meteórico, su competitividad constante y su capacidad para adaptarse a los retos que le han surgido a lo largo de este camino han consolidado su nombre en el panorama nacional e internacional. En Vigoé nos hemos atrevido a intentar descubrir cómo el Guardés ha transformado su historia en un relato de éxito, apoyado en hitos deportivos, apoyo comunitario y, sobre todo, una visión estratégica.
Un ascenso que marcó el inicio de una nueva era
El punto de inflexión para el Atlético Guardés llegó en la temporada 2011/2012, cuando logró ascender a la División de Honor. Este hito no solo supuso un salto cualitativo en lo deportivo, sino que marcó el comienzo de un crecimiento sostenido. Sin embargo, el momento más glorioso llegaría en la temporada 2016/2017, cuando el equipo se proclamó campeón de la Liga Loterías DHF (como se denominaba entonces). «Ganar la Liga en 2017 y conseguir el segundo puesto en la temporada siguiente y en 2020/2021 han sido hitos clave», explica Elena, del equipo de prensa del Guardés. Este título no solo fue un reconocimiento al esfuerzo colectivo, sino que también abrió las puertas a competiciones europeas, llevando el nombre de A Guarda más allá de las fronteras españolas.
La plata en la Women’s EHF European Cup en la temporada 2022/2023 se convirtió en otro logro que da muestra de esta meteórica evolución. “Poder jugar en Europa fue una revolución para el club en su momento y una recompensa al trabajo de los años anteriores”, añade Elena.
Estos éxitos han permitido al Guardés competir con los grandes clubes del balonmano femenino, demostrando que la ubicación geográfica no es un obstáculo cuando hay talento y determinación.
Infraestructuras y profesionalización, base del éxito
El crecimiento del Atlético Guardés no se entiende sin las mejoras en sus recursos e infraestructuras. En los últimos años, el club ha dado pasos firmes hacia la profesionalización, un aspecto esencial para mantenerse competitivo. «La obra de mejora de las instalaciones del pabellón de A Sangriña, completada hace dos años, dotó al equipo de un gimnasio propio, una enfermería y nuevos vestuarios para la base», detalla Elena. Estas reformas, que incluyeron desde una mejor iluminación hasta un sistema de anticondensación para la pista, han optimizado las condiciones de entrenamiento y juego.
Además, el club ha reforzado su estructura técnica. La incorporación de un fisioterapeuta, un preparador físico, una psicóloga (ahora sustituida por una coach) y un programa específico para estadísticas de juego ha elevado el nivel de preparación del equipo. «La principal diferencia es que el cuerpo técnico se dedica ahora única y exclusivamente a sus funciones específicas sin tener que asumir tareas adicionales como pasaba antes», subraya Elena.
Esta profesionalización ha permitido que la entrenadora, Ana Seabra, y su equipo técnico centren sus esfuerzos en dirigir al equipo, un cambio que se refleja en los resultados de la temporada actual 2024/2025, donde el Guardés aspira a consolidarse en lo más alto.
El desafío del talento juvenil y la conexión con la comunidad
El Atlético Guardés ha apostado por el desarrollo de jugadoras desde sus categorías inferiores, aunque no sin dificultades. «Contamos con una amplia base desde alevín hasta sénior territorial, pero el flujo al primer equipo nos está resultando muy complicado», reconoce Elena. Muchas jugadoras abandonan el club tras la etapa juvenil para estudiar fuera de A Guarda, lo que dificulta mantener un suministro constante de talento local al equipo de División de Honor. A pesar de esto, el club sigue fomentando el balonmano entre los más jóvenes con iniciativas como visitas a colegios de la zona, buscando sembrar la semilla de futuras generaciones.
La conexión con la comunidad ha sido otro pilar fundamental. En un municipio de poco más de 10.000 habitantes, el Guardés es un símbolo de identidad. «Hemos vivido un aumento de la masa social que sigue al club, también en la actual temporada gracias a los buenos resultados», destaca Elena. Este respaldo no solo se traduce en gradas llenas en el pabellón de A Sangriña, sino también en un apoyo al equipo en el día a día convirtiendo en parte de la comunidad más allá de los partidos.
Un camino hacia nuevos retos
El respaldo económico ha sido clave para sostener este proyecto. «No podemos mencionar tanto un momento como un patrocinador decisivo, que es Mecalia, quien da con su apoyo económico el sustento fundamental para que el club se mantenga en el tiempo», afirma Elena. Desde el ascenso en 2011/2012, Mecalia ha sido un aliado inseparable, permitiendo la semiprofesionalización de la plantilla y la contratación de un cuerpo técnico más robusto.
A esto se suma el apoyo creciente de instituciones públicas como el Concello, la Deputación y la Xunta, que han fortalecido la estructura del club.
De cara al futuro, los objetivos son ambiciosos pero claros. «Aprovechar nuestro buen momento e ir a por todas: hacernos con nuestro segundo título de campeón de Liga y saldar nuestra mayor cuenta pendiente, levantar por fin la Copa de la Reina», señala Elena. Un primer puesto liguero abriría de nuevo las puertas a Europa, un sueño que el club persigue con ilusión.
El balonmano femenino desde la periferia
Pese a su éxito, el Guardés no ignora los retos que enfrenta el balonmano femenino en España. «Si bien en los últimos años ha vivido un gran crecimiento gracias a la comunicación y las retransmisiones, todavía queda mucho camino por recorrer para obtener la misma visibilidad y reconocimiento que las categorías masculinas o que otros deportes mayoritarios», reflexiona Elena. Desde A Guarda, el club aboga por una mayor inversión en marketing y comunicación, inspirándose en modelos europeos donde cada partido es una celebración. Sin embargo, la falta de una gran industria local y las limitaciones económicas dificultan este salto.
«Echamos en falta más iniciativas que den ventajas fiscales y económicas para ayudar a que crezcan deportes minoritarios como el balonmano femenino», añade Elena. Para un club de un pueblo pequeño, cada patrocinio es una lucha, y el retorno para las empresas locales suele ser limitado. Aun así, el Guardés convierte estas limitaciones en un motivo de orgullo, demostrando que el talento y la pasión pueden florecer incluso en los lugares más remotos.
Un legado en construcción
El Atlético Guardés ha recorrido un camino admirable en la última década, pasando de ser un equipo modesto a un contendiente habitual en la Liga Guerreras Iberdrola y en competiciones europeas. Su ascenso, su apuesta por la profesionalización, el apoyo de su comunidad y la visión de sus dirigentes lo han convertido en un ejemplo de cómo el esfuerzo colectivo puede superar las barreras geográficas y económicas.
Con la mirada puesta en nuevos títulos y en consolidar su lugar en la élite, el Guardés sigue escribiendo su historia desde A Guarda, demostrando que el balonmano femenino español tiene en Galicia un bastión inquebrantable.