Alcántara, que en la actualidad cursa 1º de Bachillerato en el instituto Alexandre Bóveda, es uno de los cinco estudiantes vigueses que ha terminado su periodo de formación obligatoria con una nota que ronda el 9,5 de media, situándose entre los veinte mejores estudiantes de Galicia. «Se va llevando», responde cuando se le pregunta cómo se compagina la práctica deportiva con los estudios. Iago dedica ocho horas semanales a entrenar, a lo que hay que sumar el tiempo que emplea dirigiendo a los chavales que tiene a su cargo y los partidos y desplazamientos del fin de semana. Este ajetreo no le impide destinar «unas dos horas» diarias al estudio, al margen de las clases.
Alcántara ha orientado sus estudios hacia las ciencias, pero todavía no sabe qué carrera va a estudiar. En el balonmano, su puesto sí que es muy específico. Juega de pivote, aunque normalmente solo lo hace en defensa. Se inició en el balonmano relativamente tarde, apenas lleva cuatro años practicándolo, desde infantiles. Explica por qué decidió empezar: «Yo no practicaba ningún deporte, pero un día vi por televisión un partido de balonmano entre España y Francia, en el que la selección iba perdiendo de seis y acabó empatando (fue en el Mundial de Suecia de enero de 2011). Pensé: ‘Yo también quiero esto para mí'».
La actividad deportiva, lejos de distraerle de los estudios, le ha ayudado, como el mismo reconoce. Iago Alcántara es un dechado de disciplina, organización y esfuerzo, tres cualidades esenciales en la pista y también a la hora de hincar los codos. Su futuro es brillante y su presente, ejemplar.